lunes, julio 2

La Roja


Hace poco, coincidiendo con la clasificación de la selección española para la final de la eurocopa y la derrota de Alemania, un exaltado locutor de radio dijo en tono triunfalista: “Ellos tendrán mejores administradores, pero nosotros tenemos mejores futbolistas”. Vaya, pensé yo, pues preferiría que fuese al revés...


Supongo que éste sería un buen momento para filosofar sobre los países que prestan más atención a lo accesorio -el fútbol- que a lo importante -el buen gobierno-, o para señalar con suspicacia que tres de los cuatro países semifinalistas eran PIGS (a estas alturas la “I” del acrónimo vale tanto para Irlanda como para Italia), o para despotricar sobre aquellos que se alegran demasiado, y demasiado ruidosamente, por algo tan banal como el deporte. Sí, podría hacerse todo eso, pero habría que ser muy gilipollas para hacerlo. Porque Alemania cuenta con una honrosa tradición de triunfos futbolísticos que, al parecer, no ha interferido en nada con su buen gobierno económico. Porque en los últimos tiempos España sufre un intenso (y merecido) complejo de inferioridad, y un chute de moral, aunque sea por algo de escasa importancia, nos viene de maravilla. Porque el entrenador alemán, Löw, es un bocazas (igual que Balotelli), y es un gustazo cerrarles la boca a los bocazas. Pero sobre todo, porque lo que está haciendo (y cómo lo está haciendo) la selección española de fútbol, la Roja, no es algo intrascendente, sino un ejemplo para todo el país. Luego me explicaré.


Decían que la Roja estaba en declive, que ya no tenía pegada. Yo también lo pensaba. Decían que la Roja hacía un fútbol aburrido. Y yo también lo creía. Los partidos de la primera fase (con la excepción del que se jugó contra la pobre Irlanda) fueron un coñazo, y el que nos enfrentó a Portugal sólo se salvó por la emoción de los penaltis. Pero el jugado contra Francia debería habernos dado la pista de por dónde iban los tiros.


No sé mucho de fútbol, pero está claro que uno de los secretos de la Roja es la asombrosa precisión en el pase. Eso permite el famoso tikitaka, el juego de control y triangulación constante que le roba el balón a los rivales, impidiéndoles hacer su juego. La Roja controla los partidos, anestesia a los rivales, adormece el juego, como si ralentizara el tiempo. El problema es que a veces lo adormece demasiado y todo se queda en un peloteo coñazo que no parece conducir a ninguna parte (eso también le pasa a veces al Barça; aunque, claro, el Barça tiene a Messi), pero que suele resultar eficaz gracias su prodigiosa defensa y su prodigioso portero (¡sólo un gol encajado en todo el campeonato!). De modo que sí, en ocasiones el fútbol que hace la Roja puede ser aburrido, aunque letal.


Sin embargo, cuando, aparte de lo dicho, la Roja adquiere velocidad y profundidad, entonces se convierte en un espectáculo fascinante, incluso para quienes no les gusta el fútbol. Y eso es lo que sucedió ayer en la final contra Italia. Pocas veces he visto anular a un rival tan totalmente. Italia jamás tuvo la menor posibilidad, era como Danny de Vito enfrentándose a Arnold Schwarzenegger. Durante la segunda parte, Italia daba incluso pena. Cierto es que se quedaron con diez jugadores por culpa de una lesión, pero su verdadero problema era que estaban fundidos, hechos polvo. Se habían agotado persiguiendo balones a los que nunca llegaban, porque el control absoluto era rojo. Fue un 4-0, pero podría haber sido un 6-0 con toda facilidad. Una gozada.


Y yo me alegro, qué demonios. Me alegro por la alegría que nos hemos llevado los españoles, en especial por todos aquellos que más sufren la crisis. Me alegro porque hacía 92 años que España no ganaba a Italia en un partido oficial. Me alegro porque ya era hora de que hubiese una buena noticia en este puto país, aunque sea una noticia intrascendente. Me alegro por Vicente del Bosque, porque, aparte de ser un gran seleccionador, es un tío tranquilo y discreto, y parece una buena persona. Y me alegro por los futbolistas de la selección, porque también son discretos y no hay nadie que vaya de figura. Vale, son un grupo de millonarios privilegiados; pero también lo son los directivos de muchos bancos y cajas de ahorros que se han enriquecido pese a (o a costa de) haber arruinado las entidades donde trabajaban. A diferencia de ellos, los futbolistas de la Roja están cumpliendo a la perfección con su cometido. Alguien bromeó diciendo que para arreglar nuestro país bastaría con nombrar a del Bosque presidente de gobierno. ¿Una broma? No del todo, creo.


La Roja es un ejemplo para España. ¿Por qué? Veréis, tradicionalmente nuestra selección de fútbol se confeccionaba escogiendo a los mejores jugadores del país para luego, hala, echarlos al campo como si fueran gladiadores, al estilo español, con dos cojones en plan tercios de Flandes. La famosa “furia española”. Y ya sabéis lo que pasaba: el primer equipo con un poco de cerebro que se nos cruzara por delante nos mandaba a casa. También se probó a imitar. Por ejemplo, a los alemanes, que siempre ganaban. El problema era que los jugadores españoles no tenían las características de los alemanes, así que otra vez para casa en cuartos de final. Otro problema era el respeto al status quo. Había jugadores que tenían que estar en la selección sí o sí, como ocurría con Raúl, que seguía siendo convocado cuando ya no era ni sombra de lo que había sido. O con Hierro, que al parecer era el tiranuelo del vestuario y creaba más problemas que otra cosa. Había mucho politiqueo barato en la selección.


Todo eso cambió cuando Luis Aragonés fue nombrado seleccionador nacional. Aragonés hizo algo muy poco español: reflexionar. ¿Cuáles son los mejores jugadores que produce España?, se preguntó. Centrocampistas. ¿Y qué hacen bien los centrocampistas? Controlar el balón. Así que Aragonés construyó la selección en torno al centro del campo y basó su juego en el control del balón. Además, se cargó el status quo; nada de amiguismos y politiqueos, de modo que adiós a los “intocables” que lastraban la selección. Fuera la estrellitas: fútbol colectivo en el que sólo participarían los jugadores idóneos para la estrategia general. Parece sencillo, pero fue una revolución futbolística, una gran idea que del Bosque continuó y perfeccionó, y que muchas selecciones intentan imitar.


Bueno, pues ese es el ejemplo que todos en este país deberíamos imitar. Usar más la cabeza y menos los güevos, reflexionar, diseñar un plan de futuro para todos, abominar de los politiqueos y las corruptelas. Porque, a fin de cuentas, la gran enseñanza que nos regala, campeonato a campeonato, la selección española de fútbol es que los españoles podemos cambiar para bien. No todo está perdido.


10 comentarios:

Karla Pravia dijo...

¡Saludos! les escribe una nueva seguidora desde Venezuela. Este blog se ve muy interesante así que lo iré chequeando con calma día a día. Lo que escribió en este post lo puedo confirmar. En el juego, el equipo español demostró que se trata de hacer un fútbol en equipo, porque se trata de un triunfo colectivo.

Gabriel dijo...

De esto se podría encontrar el precedente en la Eurocopa que ganó España en el 64. Villalonga prefirió jugar con Lapetra (un interior con clase y creativo) en vez de jugar con Gento (extremo capaz de recorrerse todo el campo en pocos segundo y encima parecía que corría de puntillas). Aunque he de reconocer que yo soy más del ciclismo (un deporte en equipos también, pero en el cual si que hay jerarquías)

Laura T. Marcel dijo...

La pena es que tengamos que refugiarnos en la roja para olvidarnos de la crisis, aunque sea por un día, un día de gloria.

Juanma dijo...

Además, se cargó el status quo; nada de amiguismos y politiqueos, de modo que adiós a los “intocables” que lastraban la selección.

Ese es el gran problema de España. Si el seleccionador fuera Rajoy, habría convocado a Raúl, Guti, Tamudo y Salva Ballesta, y luego habría echado las culpas del fracaso a los fans, por ser poco competitivos y no jalear lo suficiente a la selección.

Samael dijo...

Yo me he alegrado una barbaridad del triunfo, sobre todo, por eso que dices, que fue un tiempo de alegría para el personal, que aunque no compense tanta desdicha, sí sube un poco la moral (y el negocio de todos los taberneros del país, que han hecho el agosto).
Pero además de comentarios entusiastas, y exageradamente entusiastas, y otros patrioteros y exageradamente patrioteros, he escuchado otros que me han dejado pasmado. No ya que fuera aburrido el juego de la roja (para un servidor es aburrido cualquier partido, en cuanto le quito la parte que le pongo yo, que son las ganas de que gane uno de los bandos), sino que eso no era la selección española. Mi interlocutor notó mi perplejidad y me aclaró que eso era la selección catalana. Esa es la "roja", me dijo con desprecio.
He de reconocer que fue la única ocasión en mi vida que he discutido de fútbol, aunque realmente no creo que fuera de fútbol de lo que estábamos hablando.
Y es que hay gente pa tó.

Arcadi dijo...

Pues a mí , que tengo debilidad por Balotelli : un chaval adoptado al que el fútbol ha salvado de la delincuencia , hay una cosa que me gusta mucho de la Roja , a sumar a todas las anteriores ; tiene que ver con eso de " ser español ".
Ver a un tipo como del Bosque , que gestiona a un grupo heterogéneo con naturalidad y sin aspavientos da mucho que pensar .
Sobre todo eso del divide y vencerás ; y que la mayoría de nuestros conciudadanos son gente decente que sabe y respeta que hay muchas maneras de "ser español" .
Desgraciadaamente , la variante energúmena es universal.

César , El kraken acecha es uno de mis "grandes pendientes" , lo mismo que viajar al museo de Llanes , pero es que siempre lo pospongo . Cómo el que se guarda el último caramelo .

Jose Antonio del Valle dijo...

Sin quererle quitar mérito a Luis, a quien admiro bastante (hay que tener narices para hacer lo que hizo con los figurines), me parece que gran parte de lo que se ha visto en el fútbol se vio antes en el baloncesto, y puede que eso fuera lo que hiciera reflexionar al sabio. El uso de un determinado tipo de chavales que no dan problemas y que forman piña yo diría que es mérito de Pepu en primer lugar, luego su trasplante al fútbol salió de miedo, eso sí.

Jose Antonio del Valle dijo...

Sin quererle quitar mérito a Luis, a quien admiro bastante (hay que tener narices para hacer lo que hizo con los figurines), me parece que gran parte de lo que se ha visto en el fútbol se vio antes en el baloncesto, y puede que eso fuera lo que hiciera reflexionar al sabio. El uso de un determinado tipo de chavales que no dan problemas y que forman piña yo diría que es mérito de Pepu en primer lugar, luego su trasplante al fútbol salió de miedo, eso sí.

Fernando Ángel dijo...

Magnífica reflexión, como siempre.

Félix dijo...

Totalmente de acuerdo con tu artículo sobre la Selección, aquí, en Burkina, saco pecho de ello. Algún pequeño consuelo dentro de tanta desgracia económica, aunque se buena gana cambiaría la eliminación en cuartos por un poco más de bonanza económica para la gente.
Un abrazo