Es increíble el follón que se está montando con las caricaturas de Mahoma. Y no me refiero al jaleo internacional, sino al privado. Últimamente me he visto involucrado en tres polémicas al respecto. La primera fue culpa mía, es cierto, pues sobrevino a raíz de que publicase en este blog la entrada Caricaturas satánicas. La segunda se ha producido en el blog de Julián Díez, y también fue culpa mía, por entrar al trapo. Pero en la tercera no he tenido nada que ver. Un día, recibí un mail de un amigo dirigido a una amplia lista de destinatarios; contenía cierto artículo de Ramón de España sobre el tema. A partir de ese momento, todos los días se llena mi Outlook de encendidos correos debatiendo una postura u otra. En esta última polémica me he negado a participar. Todo cansa.
Ahora bien, ¿cuáles son esas posturas enfrentadas? Bueno, por un lado estamos quienes pensamos que ciertas conquistas de la civilización occidental, como los derechos humanos y, en este caso particular, la libertad de expresión, son valores fundamentales que deben defenderse a toda costa frente a los enemigos de la libertad, sean estos quienes sean y provengan de donde provengan. Por otro lado, están quienes replican que la sociedad occidental tiene las manos manchadas de sangre, que es opresora e hipócrita, un desastre para el tercer mundo. Sostienen que los occidentales se llevan las manos a la cabeza cuando un puñado de desarrapados sale a la calle dando voces, pero que cierran los ojos ante las numerosas injusticias de su propia sociedad. Afirman que publicar una y otra vez las dichosas caricaturas es hacerle el juego a Bush y la extrema derecha en una campaña xenófoba de “palo al moro”.
En fin, lo reconozco, muchos argumentos de estos últimos son ciertos. Pero, sinceramente, no sé qué tienen que ver con el asunto. En todo momento he defendido mi postura (la primera de las antes citadas) desde un punto de vista ético, pero no político. Quien quiera saber lo que pienso al respecto, puede repasar anteriores entradas, como Caricaturas satánicas o Palabras peligrosas. No voy a repetirlo aquí, pero si quisiera añadir algo:
1. La civilización occidental es un desastre en muchos aspectos. Ha exportado y exporta guerras, miseria y dolor. Ha explotado y explota a los pueblos del tercer mundo. Ha generado los mayores conflictos bélicos de la historia. Y muchas barbaridades más.
2. La civilización occidental es hipócrita. Entre otras muchas cosas, porque no aplica a otros pueblos y culturas los valores que supuestamente defiende.
3. La civilización occidental ha perdido por el camino valores muy estimables que aún están presentes en otras culturas.
4. La civilización occidental no tiene derecho a erigirse en juez y árbitro de los demás pueblos.
5. Donde ellos están ahora, nosotros estuvimos en el pasado.
Vale, todo eso es cierto. Pero hay otras verdades que también conviene sopesar:
La civilización occidental, pese a sus muchas lacras y errores, ha alcanzado determinadas conquistas sociales e intelectuales que la sitúan muy por delante del resto de las culturas del planeta.
1. La democracia. Un régimen muy imperfecto, incluso engañoso, pero infinitamente mejor que cualquier teocracia, aristocracia, autocracia o la cracia que te venga en gana.
2. El laicismo. Desplaza a Dios como fiel de la balanza moral y pone en su lugar al ser humano.
3. El humanismo. Cuya máxima expresión es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entre los que se encuentra la libertad de expresión.
Y basta, no necesito ir más lejos. Puede que ninguno de estos logros se practique al cien por cien en ninguna cultura occidental, pero desde luego sí muchísimo más que en cualquier otro régimen del planeta. Además, aunque no se practicasen en lo absoluto, seguirían siendo una profunda aspiración innata a nuestra cultura; y esto ya es mucho más de lo que podemos esperar de pueblos más preocupados por alabar a su dios y seguir ciegamente a sus profetas, que por la razón y la justicia. Sostengo firmemente que los valores basados en el humanismo son positivamente valiosos para todos los seres humanos, sea cual sea su raza o país, y quienes creemos en ellos tenemos todo el derecho del mundo a defenderlos; pero no empleando la violencia, sino mediante el ejercicio activo de los derechos humanos. Por ejemplo, haciendo uso de nuestra libertad de expresión.
Mezclar estas ideas con la política colonialista occidental no son más que ganas de enredar las cosas. O quizá una consecuencia de la conciencia sucia que muchos occidentales de buena voluntad tenemos en virtud de los muchos pecados cometidos por nuestra civilización. Es razonable, pero estamos hablando de ética, no de complejos.
Y, por cierto, me preocupa mucho el fanatismo islámico. Pero me preocupa infinitamente más el fundamentalismo cristiano del que Bush es un fiel representante. Esos fanáticos tienen más poder y, por tanto, son más peligrosos.
viernes, febrero 10
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3 comentarios:
Dejando aparte la polémica actual, la verdad es que vivimos en una época de vestiduras rasgadas, y uno se siente cohibido teniendo que disfrazar su opinión y pidiendo disculpas por adelantada por tener dicha opinión. Por muy razonada que sea. No sabemos dialogar (y me incluyo en el grupo).
Queda claro césar, y estoy de acuerdo contigo. En mi caso he notado en algún blog (no se si de Julian diez, R. Martinez, o un tal Gilfi) cierta prepotencia en algunas opiniones sobre el mundo islámico, como si por genética algunas culturas fueran buenas o malas per se, cuando en occidente nos hemos puesto las botas aniquilando al personal. POr eso me ha gustado que comentaras los defectos de la civilización occidental y, posteriormente, sus logros (aunque estos sean teóricos e ideológicos, o no se apliquen en algunos casos). El libro de Jose Antonio Marina sobre la dignidad humana resalta precisamente esos logros de la civilización occidental de los que hablas,a los cuales creo cualquier hombre o mujer de cualquier país le gustaría aspirar, incluso a nosotros.
Y sobre que siempre nos pillan en medio, Juanmi, llevas razón, ya que para un extremista, del signo que sea, cualquiera de nosotros que se plantee las cosas es un tibio, mucho peor que un exaltado de ideología contraria. Como botón de muestra, leí hace tiempo algo que me estremeció: los ideólogos judíos, cuando se planteaban el tipo de estado a crear en Palestina, llegaron a reunirse con los jerarcas nazis (si, si, lo que oís) en una conferencia en Roma en el treinta y tantos, pues su modelo de estado (el nazi) les parecía la releche de bueno. ¿Tiene gracia o no?. Y hay unas declaraciones de Sharon por ahí que son para llorar. Un desprecio hacia no solo cualquier valor humano sino a todos los muertos que se cargaron los nazis. En fin, que ciertamente el tema es infinito y da para birras y birras.
Por cierto, si eres juanmi aguilera, comentarte que me encantan tus novelas. Me parecen soberbias.
Me quedo con la pancarta que años atrás, cuando el tema de Los versículos satánicos, mostró un ingenioso manifestante en favor de salman Rushdie:
¡¡¡Que avisen a Voltaire!!!
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