miércoles, febrero 1

Juan de Mairena

Si tuviera que elegir los diez mejores libros españoles del siglo XX –cosa que afortunadamente nadie me ha pedido-, nueve me plantearían serias dudas, pero de uno estaría absolutamente seguro: Juan de Mairena, de Antonio Machado. No es una novela, ni una antología de relatos, ni poesía, ni un manual de preceptiva literaria, ni un ensayo, ni un tratado de filosofía, ni un estudio de retórica; no, no es nada de eso... y lo es todo al mismo tiempo. Confieso que me resulta imposible explicar qué es exactamente el Juan de Mairena; quizá se trate de una excentricidad de su autor, un capricho trufado de humor e ironía, una extravagancia genial, no lo sé. ¿O sí lo sé? Porque ahora que veo el libro, en su clásica edición de Austral, abierto frente a mis ojos, se me ocurre pensar que el Juan de Mairena es en realidad... un blog. No, no estoy loco; deberíais ver el libro: está dividido en multitud de pequeñas secciones aparentemente inconexas, salvo por la omnímoda presencia de su protagonista, el preceptor Juan de Mairena, alter ego del autor. Cada sección versa sobre un tema distinto -literatura, filosofía, religión, política...-, dependiendo, supongo, de las apetencias diarias de don Antonio. Es una bitácora vital, un proto-blog más de medio siglo anterior a Internet. Pero, sobre todo, es un libro brillante, original y extraordinariamente lúcido. Ah, y una ayuda inestimable para cualquier escritor. Vamos a hojearlo un poco...

(Mairena, en su clase de Retórica y Poética)
-Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: “Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa”.
El alumno escribe lo que se le dicta.
-Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético.
El alumno, después de meditar, escribe: “Lo que pasa en la calle”.
Mairena.- No está mal.


Ayudadme a comprender lo que os digo, y os lo explicaré más despacio.

El verdadero invento de Satanás –profetizaba Mairena– será la película sonora en que las imágenes fotografiadas, no ya sólo se muevan, sino que hablen, chillen y berreen como demonios dentro de una tinaja. El día en que ese engendro se logre coincidirá con la extensión del empleo de los venenos insecticidas al aniquilamiento de la especie humana. Por una vez estuvo Mairena algo acertado en sus vaticinios; porque la película sonora y el uso bélico de los gases deletéreos son realmente contemporáneos. Que sean dos fenómenos concomitantes, como efectos de una misma causa, es muy discutible. Sin embargo...

Aprende a dudar, hijo, y acabarás dudando de tu propia duda. De este modo premia Dios al escéptico y confunde al creyente.

Nunca peguéis con lacre las hojas secas de los árboles para fatigar al viento. Porque el viento no se fatiga, sino que se enfada, y se lleva las hojas secas y las verdes.

Aprendió tantas cosas –escribía mi maestro, a la muerte de un su amigo erudito–, que no tuvo tiempo para pensar en ninguna de ellas.

Un Dios existente –decía mi maestro- sería algo terrible. ¡Qué Dios nos libre de él!

Sobre la Pedagogía decía Juan de Mairena en sus momentos de mal humor: “Un pedagogo hubo; se llamaba Herodes”.

El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas,
es ojo porque te ve.

2 comentarios:

César dijo...

Sí que es un libro estupendo, Cristian. Te lo recomiendo. Y fantástico para un coleccionista de frases, por supuesto. En concreto, la que señalas me parece mareantemente buena. Y el "haiku" del ojo es soberbio. En cuanto a los libros de frases, hay muchísimos, pero ninguno especialmente bueno. En todos ellos abundan las chorradas rimbombantes, aunque también hay frases verdaderamente ingeniosas, claro. Pero mejor es buscarlas por libre, como un cazador sin ojeadores. Es más deportivo.

Anónimo dijo...

A mi también me gusta mucho el "Juan de Mairena". Tendría mis dudas a la hora de colocarlo o no entre mis diez libros preferidos, pero me gusta mucho.