lunes, febrero 11

Cuentos


Coincidiendo con la publicación de su antología de relatos Sauce ciego, mujer dormida, he leído la siguiente frase de Haruki Murakami: "Por decirlo rápido y mal: escribir novelas es, para mí, un desafío; escribir cuentos, un placer". Este comentario me ha hecho reflexionar y he llegado a la conclusión de que todos los escritores que conozco, con sólo una posible excepción, prefieren escribir cuentos antes que novelas. De hecho, lo confieso, a mí también me gusta más escribir relato corto que tochos largos, aunque apenas lo hago (luego veremos por qué).

¿Cuál es la razón de que los escritores prefieran escribir cuentos? Hay más de una. En primer lugar, tengo la sensación de que a la mayor parte de los escritores, aunque no lo confiesen, les pasa lo que a mí: odian escribir (es un trabajo, no lo olvidemos). Por tanto, les satisface más redactar un puñado de páginas que las trescientas (como mínimo) de una novela. Además, al igual que nos sucede a Fredric Brown y a mí, los escritores odian escribir, pero adoran haber escrito; eso significa que el cuento produce una autosatisfacción en el autor mucho más inmediata que una novela (sería algo así como la diferencia entre una aventura erótica y un noviazgo). Por otro lado, la complejidad técnica de una novela es mucho mayor que la de un cuento, lo cual significa que la preparación de una novela lleva mucho más tiempo. Sin embargo, la idea para un cuento puede ocurrírsete por la mañana y tener escrito el relato por la noche. Por último, es casi imposible escribir toda una novela con entusiasmo; la empiezas realmente exaltado, pero llega un momento en que el fuego se apaga y acabas terminando el texto a base de profesionalidad y paciencia. Un cuento, por el contrario, puede escribirse con entusiasmo de principio a fin, lo cual es muy gratificante.

Pero hay otra razón más que no tiene que ver con la relativa comodidad o autosatisfacción del escritor, sino con el resultado final: los cuentos pueden ser mucho más intensos y expresivos que las novelas. Me explicaré: una novela es la suma de diversos elementos, de distintas ideas, que no siempre están relacionados con el tema central del argumento. La novela tiene una naturaleza arbórea, tiene raíces, tronco, ramas y hojas; el texto avanza con altibajos en cuanto a interés e intensidad. Por eso, difícilmente recordamos entera una novela que leímos hace tiempo, por mucho que nos gustara; recordamos fragmentos, determinadas escenas, pero no todo.

El cuento, por el contrario, puede (y debe) centrarse en una única idea, en un único concepto, en una única expresividad. Todo el relato puede orientarse hacia un único fin, sea intelectual o emocional. Los cuentos, además, pueden librarse de las cadenas del argumento y enfocar aspectos que la narrativa larga normalmente ignora. El cuento es un fogonazo; o, mejor aún, un rayo láser donde toda la luz vibra en el mismo plano. Por eso, los relatos cortos pueden deslumbrarte con más intensidad que una novela.

De hecho, si me paro a recordar los textos que más huella han dejado en mí, descubro que la mayor parte de ellos son cuentos. Ninguna historia me ha producido tanta sensación de soledad y tristeza como Volverán las mansas lluvias, de Bradbury, ni tanto estremecimiento como Siete pisos, de Buzzati, ni tanta desolación como Un día perfecto para el pez plátano, de Salinger, ni tanto asombro como El centinela, de Clarke, ni tanta risa como Adiós a todos los gatos, de Woodehouse, ni tanto miedo como La zarpa de mono, de Jacobs, ni tanto vértigo como La biblioteca de Babel, de Borges, ni tanta extrañeza como Alpha Ralpha Boulevard, de Cordwainer Smith, ni tanta inquietud como Casa tomada, de Cortázar, ni tanta pesadumbre como Pesadilla en gris, de Brown, ni tanta fatalidad como Los asesinos, de Hemingway... Todos ellos son cuentos y, junto a otros muchos, están clavados en mi memoria de forma permanente y con más intensidad que la mayor parte de las novelas que he leído. Eso por no hablar de los cuentos de hadas; Caperucita roja, La bella durmiente, Blancanieves y los siete enanitos, La cenicienta, La bella y la bestia... todas estas historias no son sólo arquetipos de nuestra cultura, sino que forman parte de nuestro inconsciente colectivo.

Entonces, si tanto me gustan los relatos cortos, ¿por qué no escribo más? Porque me los comería con patatas, amigos míos. En España (al contrario que en los países anglosajones y latinoamericanos) apenas hay revistas que publiquen cuentos, y las antologías están unánimemente consideradas “veneno para las ventas”. ¿Por qué? Porque, en este país, a la gente no le gusta leer cuentos. ¿Y eso por qué? Pues, según la opinión más generalizada, porque al personal le cuesta mucho esfuerzo saltar de un relato a otro, cambiar de historias y personajes; prefiere tochos largos con los que puede familiarizarse durante semanas o meses. Ay, ese es el síndrome del lector inexperto, del lector perezoso cuya mente reacciona con lentitud a los cambios. Para colmo, en España el cuento se ha considerado tradicionalmente un “arte menor” con escasa presencia en nuestra tradición literaria, pese a nombres tan ilustres como Emilia Pardo Bazán, Ignacio Aldecoa o José María Merino.

Así pues, en este país de mis entretelas apenas se escriben relatos cortos, apenas se publican y apenas se leen. Guay: le hemos vuelto la espalda a todo un género literario; somos cojonudos los españolitos. Pero, claro, teniendo en cuenta el penoso historial de nuestra narrativa desde el siglo XVIII hasta nuestros días, tampoco es de extrañar.

39 comentarios:

Perséfone dijo...

Escribo en corto por obligación, porque es rápido para presentar a concursos, pero lo que más me gusta es escribir novelas. No obstante, escribo mejor lo primero que lo segundo.

Cuando tengo una idea, la pienso casi siempre en largo. Las ideas que me surgen espontáneamente son para novelas, no para relatos. Las de estos las busco activamente, ya sea mirando Devianart (los dos últimos relatos los he escrito gracias a dos dibujos :D) o rompiéndome la cabeza.

En cuanto al cansancio y al entusiasmo. Empiezo entusiasmada y llena de emoción ante lo desconocido, y hacia la mitad me dan ganas de pegar a los personajes de mierda que he creado y de mandar a tomar por saco la cutre trama. Pero acabo. Y como dices, me encanta terminar. De todos modos, el escribir en sí es una parte que me gusta, me llena. Vivo la historia (aunque no de una manera tan guay como en mi cabeza, eso está claro), y la plasmo. Siempre queda la desilusión de no haber obtenido el producto que esperaba, y mi perfeccionismo que me lleva a desdeñar casi todo lo que escribo... Pero eso es otro tema.

Así que te llevo la contraria. Yo soy más de novela que de cuento, aunque hago mejor lo segundo. Es que yo también me encariño con los personajes y me cuesta usarlos tan poco :P

Anónimo dijo...

Por todo eso que has dicho, sin duda, disfruto más con los drabbles o escenas cortas. También, es más fácil contener una esencia en algo pequeño que en algo grande, es más difícil de percibir. La magia de un instante se aprecia más en un cuento, magnifica las pequeñas situaciones. Las saco de una palabra, es decir, me dan una palabra y de ahí hago magia. Esto me recuerda que esta tarde se me ocurrió una escena muy buena... Voy a escribirla!! Ah, un apunte: yo escribo siempre con los mismos personajes, mis niños. Los estamos expandiendo por Internet y no pretendía hacer propaganda, pero ya que lo menciono, ahí va mi dire. Un beso,

Cristina

Fernando Alcalá dijo...

Y fíjate que a mí me pasa al revés, César. Escribir un cuento me agobia, pero a ver, que me agobia mucho, mucho mucho, porque tengo la sensación de que no puede faltar ni puede sobrar nada, que un cuento tiene que estar perfectamente pulido y que cada frase, cada palabra tiene que llevarte por lógica a donde tenga que llevarte. Y eso me estresa mucho. Por eso prefiero escribir una novela, yo me relajo un poquito más, tengo un poco más de clemencia conmigo...

Manu Espada dijo...

El otro día leí la entrevista de Murakami y me quedé con la misma frase que tú sobre el cuento y la novela. Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que dices sobre el cuento, qué es lo que nos lleva a escribir cuentos en lugar de novelas, pero creo que en España sí se escriben cuentos, otra cosa es que se publiquen. Además, en la blogosfera hay cierto movimiento en torno a este género literario, incluso hay algunos blogs que se lo toman tan en serio y asumen tanto compromiso con el cuento como si fuera un trabajo. Algo saldrá de todo eso, al tiempo.

Anónimo dijo...

En España dices "cuento" y sólo entienden "Caperucita Roja". Y si hablas de "relatos" les suena muy raro a todos... (No sólo no hay género, sino que la palabra pierde su significado entre el gran público).

De la entrevista de Murakami sólo recuerdo que va en chancletas y no se habla con otros escritores. (Intelectual que es una). :PPP

A mí con los cuentos me pasa como a Fernando Alcalá. Sufro el síndrome de "esto debe ser perfecto". y ¡claro! como no lo es, me agobia.

miwok dijo...

A mí me gusta más escribir historias cortas, y también tengo la presión de la perfección en esas pocas páginas, como dicen por aquí, pero cierto es que mi experiencia en textos largo es mucho más escasa...así que mi opinión es bastante parcial.

CeJota (ceja grande) dijo...

Supongo que soy raro, a mí me gusta leer más los cuentos cortos que las novelas. "El círculo de jericó" cuando la conocí ya estaba en saldo, a 3€, compre 5, el mío y otros 4 que regalé.

Manuel dijo...

Pues fíjate que hace unos 15 años me prometí no leer más novelas y que me dedicaría a leer cuentos (estaba obnubilado con Borges...). La razón era que las novelas me engañaban: mucho retruécano y mucho "truco" bestselero para enganchar, pero después de su lectura te quedabas como vacío... no había nada. Es como si el proceso de olvido que describes (que es muy real) se hiciera muy rápido.

El cuento, como tú dices, era mucho más intenso. Y su efecto más duradero.

Con el tiempo he traicionado mis principios y reconozco que he vuelto a la novela. Las razones son múltiples; entre otras, lo que apuntas: que no se publican apenas relatos cortos; y los que se publican no siempre me satisfacen. Encontré, con pertinaz insistencia, que muchos relatos cortos no eran más que una novela resumida, con tensión entre personajes que tenía muy poco vuelo. Me dí cuenta que el buen relato, el que me gusta, tenía que tener un elemento sorpresivo... si es posible, fantástico.

Otra razón fue que aprendí a "domesticar" la novela. Me impuse la disciplina de no devorarlas y no leerlas entre horas y así pude degustarlas un poco mejor.

Para acabar. Si te gusta el cuento, ¿por qué no lo escribes, ganando dinero? Una posible manera de hacerlo es creando un blog aparte donde los subirías; el formato de cuento permite su lectura en este medio (muchas veces tus propios artículos en este blog son más largos de lo que sería un cuento). ¿Dónde está la ganancia? Pues... en la publicidad. Te abres cuenta en AdSense y otros servicios similares y empiezas a ingresar dinero por visitas.

Seguro que el modelo es perfectible: puede que te interesen más anunciantes fijos que los proporcionados por AdSense. También tienes la ventaja de que, una vez que la cantidad de relatos adquiera masa crítica, podrías publicarlos en papel si se presenta la oportunidad. O vender sus derechos de publicación en alguna revista...

En fin, es sólo una sugerencia. Sólo por volver a leer sobre Gedeón Montoya...

Anónimo dijo...

Pues yo soy más de leer novelas que cuentos. A mí me da la impresión de que los cuentos deben ser leídos uno a uno, y después descansar, reposarlos un poco. Yo, en cambio, dispongo de unos tiempos concretos para leer durente el día, y me suele pasar que leyendo varios cuentos seguidos cada uno de ellos pierde intensidad y se desdibuja con los posteriores.

Pese a ello, también he disfrutado de cuentos magníficos, además de que podrían ser la forma de descubrir nuevos autores, como ocurrió en la ciencia ficción en Estados Unidos con revistas como Amazing Stories, en las que se forjaron muchos escritores. Puede que, como dice Manolo, internet pueda ser la nueva ventana para los relatos, aunque aún debe mejorar la tecnología para que podamos librarnos de leerlos en la pantalla del PC.

Anónimo dijo...

Yo prefiero leer novelas que cuentos porque me parecen que tienen la trama mucho más elaborada y gracias a su longitud, se puede desarrollar a los personajes. Sin embargo, como escritora me resulta más fácil y más gratificante a corto plazo, escribir cuentos. Luego, tras terminar una novela, me siento mucho más orgullosa de ésta que de un relato.

Interesante entrada ^___^

Susana Torres dijo...

Es estupendo ver que los gustos y opiniones son dispares, aunque al fin y al cabo ambas cosas, el cuento y la novela, son narración.
Eso sí, los recursos y el lenguaje que se utilizan son muy distintos.

Yo creo que un buen cuento por mucho que te impacte y permanezca en la memoria no tiene por que ser mejor que una buena novela. Todo depende del talento del escritor.

Está clarísimo que escribir una novela requiere de un mayor esfuerzo. Desarrollar una trama, unos personajes... no es algo que se pueda hacer en poco tiempo y debe estar igual de pulido que un relato. Sino sabes mantener la calidad del escrito y el interés del lector, la novela se desmorona.

Yo soy más de novela. A pesar de que me repelen los tochos, una novela te muestra la profundidad de una historia que, si está bien escrita, te arrastra durante días a otra realidad en la que evadirte.

César dijo...

Perséfone: para gustos, los colores, ¿no? De todas formas, cuando yo tenía tu edad lo que más ambicionaba era escribir una novela (aunque no sabía hacerlo). Luego, cuando ya llevaba escritas varias novelas, empecé a echar de menos los cuentos. En cualquier caso, un escritor completo debe manejarse bien tanto en las distancias cortas como en las largas.

Nota: Si le coges cariño a los personajes siempre puedes utilizarlos en distintos cuentos...

Merak: en efecto, el cuento posee más intensidad que la novela, es como una lupa concentrando la luz en un punto. ¿Cuando dices "mis niños" te refieres a tus hijos? Amenazabas con una dirección, pero no la has puesto...

Fernando: es cierto, en una novela pueden esconderse los defectos, mientras que el cuento está tan "desnudo" que el más mínimo error salta a la vista. No hay nada perfecto para los escritores vagos, está claro...

Manuespada: es cierto, se escriben cuentos en la red igual que antes se escribían en los fanzines, pero... Esa sería la pista de despegue; el problema es que luego no encuentras ningún aeropuerto donde aterrizar. El escritor principiante debe forjar sus armas escibiendo cuentos, eso está claro; lo malo es que para acceder al mercado editorial hay que centrarse en la novela. De modo que los relatos cortos quedan apartados de la corriente mainstream. No obstante, claro que saldrá algo de esa marejada de cuentos en la red, igual que salió algo de la eclosión de los fanzines a comienzos de los 90.

Anónima de las 9:59: El agobio de la perfección, sí... Pero es más sencillo conseguir la perfección en un cuento que en una novela. Además, si después de escribir tres páginas decides que el cuento que estás redactando apesta, lo tiras a la papelera y santas pascuas. Pero si después de escribir 200 páginas descubres que tu texto da pena... en fin, te la cortas.

Miwok: Se empieza escribiendo cuentos y luego, poco a poco, se va aumentando la extensión. Ese es el camino usual.

Cejota: no eres raro, que va. A mí pocas cosas me gustan más que una buena antología de relatos cortos (pero hay tan pocas...) Gracias por tu mención al viejo círculo de Jericó.

Manolo: Yo me enamoré de los cuentos gracias a Fredric Brown, y el amor se convirtió en pasión cuando descubrí a Borges. De todas formas, siempre he combinado la lectura de cuentos y novelas sin ningún problema. En cuanto a la temática fantastica, creo que, igual que sucede con la ciencia ficción, su territorio natural es el cuento, ¿no te parece?

En cuanto a eso de publicar en la red... no sé, no sé, no acabo de verlo. Ah, Gedeón Montoya... cuánto tiempo ha pasado desde que nos conocimos (sigh)

Ged: Supongo que tienen mucho que ver los hábitos de lectura de cada uno a la hora de leer cuentos o novela. Yo puedo leer una antología de relatos al mismo ritmo que una novela sin que el texto se me desdibuje. Aunque reconozco algo: odio los malos relatos. Las malas novelas también, claro, pero las dejas a las 20 páginas y ya está. Sin embargo, en muchos cuentos cuando te das cuenta de que son malos ya te los has leído. Me pone de mal humor. Es como comerse una ostra podrida.

Natalia: evidentemente, a la hora de desarrollar personajes resulta mucho más oportuna la novela. En cuanto a la satisfacción... no sé, yo estoy igual de satisfecho de mis buenos cuentos que de mis buenas novelas (si es que alguna vez he escrito algo bueno, claro)

Susana: tienes razón, cuentos y novela son narrativa por igual. Pero yo no he dicho que los cuentos sean mejores que las novelas, ni mucho menos. Digo que los cuentos son más "intensos", porque se concentran en una sola idea o emoción. Pero la novela aventaja en otros aspectos al cuento, como por ejemplo en lo que respecta al desarrollo de los personajes, como decía antes. Y, desde luego, la novela es técnicamente muchísimo más compleja que el relato corto. Supongo que por eso Murakami la considera un desafío. Pero, como dices, es estupendo que haya gustos tan variados.

Y ahora una pregunta para todos: ¿Os imagináis una novela escrita por Borges? En mi opinión, sería prácticamente ilegible.

Anónimo dijo...

Éste es un post que me toca muy de cerca. De verdad se agradece, Don César. No tengo mucho que añadir (estoy de acuerdo con la mayoría de las cosas que apuntas), pero sí algo que objetar. Es falso que en España se escriba poco cuento. Desde principios de los noventa, o incluso antes (yo era demasiado pequeño para interesarme) todo el mundo sabe que existe un resurgimiento paulatino, gozo de género y pasión desmedida de una serie de amantes, fanáticos o neutrales cuentistas libres que se dedican, si no enteramente, en un alto grado de su trabajo. Hay antologías de referencia, pocas. Editoriales especializadas de labor constante, admirables pero también con ciertos vicios temáticos (yo sé lo que me digo). Hay grandísimos libros de cuentos que han marcado hitos (y con hito no tiene que ver nada que resulte rentable o propicie ventas espectaculares, simplemente es una cuestión de quedar deslumbrado por una serie de textos agrupados, que palpitan, como lo hace toda gran literatura). El movimiento es activo. Su único handicap es ser ciertamente más pequeño que el discurso oficial pro-novela.

Por lo mismo, creo que deberíamos desterrar la vía económica del debate. A nadie le queda duda de que es prácticamente inviable ganarse la vida como escritor de cuentos. No somos tan listos como los yankis (en esto sí son luminarias) para darle crédito y posición entre los lectores. Como a mí, particularmente, que un cuento me dé dinero no me parece que vaya más allá de lo anecdótico ni me importa demasiado, supongo que es el mejor estado al que puedo aspirar para escribirlos. Me parece que si uno es cuentista (o se dedica fundamentalmente a escribir cuentos y a veces comete pecadillos novelescos… broma, broma) debería desterrar desde el principio tener ingresos constantes con esa actividad: es inocente, cándido, y le somete a uno a una falsa angustia (algún día tendré “éxito”, “van a leerme dos millones de personas”, “Jorge Herralde quiere mis relatos”). En este país ser escritor de cuentos es ser escritor de extrarradio, pero esto lo ha definido la gente que lo considera un género menor; gente a la que, por extensión, yo no hago el más mínimo caso. Todo está en lo que uno defina como éxito. Si quiere vender un millón de ejemplares de su libro de relatos, que se dedique a otra cosa. Poco más.

A riesgo de parecer impertinente, y por mucho que cada uno tenga sus gustos, no entiendo muy bien esa querencia por el placer de escribir una cosa pero preferir la otra. Cuando uno destaca en una disciplina inequívocamente esto va relacionado con su pasión, o así me ha dado por entenderlo desde que trato de escribirlos, salgan del pelaje que salgan. No quiero decir que un escritor tenga que adscribirse a una sola variedad de escritura, para nada. Pero en lo que haga, deberá gozar de la máxima libertad que dan sus pasiones y desterrar lo que le es propio a otros géneros. Es absurdo pedirle a un cuento el desarrollo argumental de una novela o la dimensión de los personajes, cuando es un género que actúa por economía, o por la maestría de la economía, la intensidad y el trabajo del lector, trabajo activo en la lectura (por eso se leen poco, porque no se le pueden pedir peras al lector tipo de este país). Cuando el escritor cambie de disciplina, creo, lo mismo deberá hacer con lo que quiere poner en práctica: estrenar traje nuevo.

Me parece un esquema mental demasiado básico (pero lo respeto, que conste) eso de que una novela es mejor porque prefigura y construye un mundo total, en esencia mucho más desarrollado y gozable (lo dudo), y el cuento sólo es un pedazo, un apunte cerrado. ¿El gozo es menos gozo porque dura menos? El cuento es un género que no admite medias tintas, creo yo. Sus reglas y sus márgenes –para saltárselos a la torera y hacer cosas verdaderamente buenas- son amplios. Ahí es donde reside uno de los mayores placeres: que uno puede experimentar efectos que a la mayoría de las novelas le están vedados. Que uno los recuerda nítidamente, los grandes, los verdaderamente citables. Que uno puede admirarlos en mucho mayor número (o yo al menos) que las buenas novelas que ha leído, también objetos de deseo y cita. ¿A qué comparar y seguir siendo esa deformación grotesca de otros, que decía Valle?

Mucho dudo de la capacidad como cuentista de alguien que prefiere escribir una novela pero cuando está cansadito y no le apetece esforzarse mucho escribe “un relato” (importantes las comillas). Si no hay verdadera necesidad uno debería ahorrárselos, porque sin el deseo, por pura desidia (“es que tardo menos y me relaja”), no me queda duda de que ese caso esa persona es un mal cuentista.

Abrazos, y que siga el debate.

Anónimo dijo...

es verdad, el editor de los premios La Hucha de Oro me dijo palabra por palabra lo mismo que dices tú. Al lector español no le gusta ir cambiando de historia cada pocas páginas, y quizá la razón se deba a que tiene que rentabilizar la energía empleada en meterse en sólo una. ¡¿tan difécil es, incluso leer varios libros a la vez?!. Odio ir de guai, pero lo veo tan ajeno a mi, como la gente que no es capaz de conducir con soltura (me refiero a un coche).
nfin.
by the way, soy Samael, ¿por qué ya no puedo poner mis comentarios con mi firma habitual? o voy de anónimo o me tengo que registrar en no sé qué movidas cuyas consecuencias ignoro.

Anónimo dijo...

De acuerdo con Matías, con Cesar y con Samael.

Sólo subrayar lo que dice Matías “desterrar la vía económica del debate” eso, yo creo que es la calve del asunto.“La vía económica” que se pega hoy en día a todo como un queso derretido que nos impide ver. Efectivamente, si hablamos de relatos o novelas no deberíamos tener porque hablar de contabilidad ni de arqueos de caja. Literatura actual (citando al Maestro Gombrowitz) “es lo que hace alguien, que de repente, comienza a decir las cosas de una forma distinta”. Esto no tiene nada que ver con la mercadotecnia.
Me da la sensación de que si aquí se escriben y se leen pocos cuentos -que no lo sé- es porque los buenos cuentos, la buena literatura (corta o larga) requiere de seres adultos y únicos, dispuestos a adentrarse en selvas, muchas veces inhóspitas, de las que regresamos picados por bichos, o simplemente ya no regresamos. Requiere, y citando de nuevo al Maestro, gente, “cuya principal obligación es la de defenderse de la deformidad” deformidad/uniformidad que se nos trata de aplicar, cada día más, desde la realidad de lo dado (y lo dado cada vez más es el mercado, -¡hasta rima, joder!).

Me gustaría citar a un cuentista de relatos muy largos y maravillosos: Proust: “aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”. No sé, pero quizá es eso un poco eso lo que pasa, no conviene que la gente cambie o crezca leyendo relatos, que son como fogonazos de verdad, no conviene que la gente saque músculo mental y crezca con buena literatura, porque precisamente eso no sería muy rentable. La gente adulta, madura, nunca será muy rentable. Quizá esto sea obvio, pero conviene mucho más al mercado que consumamos todos lo mismo, en grandes dosis, y si es posible que nos quedemos quitecitos muchas horas en el sofá, comprando en el tele-tienda el ultimo libro de B y entretenidos frente al espectáculo, con cosas fáciles y digeribles que nos dejan abotargados, pseudo-anuncios y juegecillos best seller en los que te enganchas como un niño (y a ser posible junto a una enorme pitza doble de queso), y que interactúan entre sí con efectos especiales, burbujas realmente muy logradas y repetitivas ¡que son guay!

Temo haber traído una obviedad al debate, pero me sorprendo a menudo al ver que hay mucha gente que no ve esto. Yo creo que lo importante es que sea literatura, obra de creación personal y única que descorre el velo de lo dado y nos atraviesa de una nueva realidad, diferente. Yo creo que eso es lo importante.

Saludos.

EC

Anónimo dijo...

Pues confieso que un cuento me resulta mucho más difícil de escribir que una novela. Es cierto que, cuando doy con una idea para un cuento y la forma de contarlo, el placer es mucho más intenso que cuando estoy escribiendo una novela. Pero al mismo tiempo me cuesta mucho más encontrar ideas para relatos cortos: todo lo que se me ocurre, bueno, casi, todo, acaba pidiendo bastantes más páginas. La historia enseguida se ramifica, aparecen más personajes y, antes de que me de cuenta, la cosa ya ha crecido demasiado para un cuento.

De hecho, por eso apenas escribo cuentos (el último es ya de hace cuatro años): me resulta cada vez más difícil dar con esa idea única que sea motor del relato y que lo haga perfectamente trabado y cerrado.

En mi caso, al menos (supongo, en buena medida, porque no me gano la vida con la literatura; es un interesante sobresueldo, pero ni de lejos mi fuente principal de ingresos) la motivación económica no es un factor a la hora de decidirme por el cuento o la novela. Simplemente, mi imaginación, por pura inclinación, casi diría que por naturaliza (ya desde que empecé a escribir, siendo crío) pergeña historias que piden una novela, no un cuento.

Y sí, como dije, antes, el placer de escribir un cuento, cuando sale bien y funciona, es más intenso que el de la novela. Pero al mismo tiempo también me agota más. Lo que, supongo, también es un motivo por el que apenas escriba cuentos.

Administrador dijo...

Con frecuencia me pasa que cuando alguien me pregunta por lo que escribo, pienso, a ver qué digo ahora.
Porque la palabra "cuento" está relacionada con un tipo de historieta con el que nuestras madres intentaron hacernos comer el filete de hígado de niños, es decir, con un relato de tipo oral a cuya creación se le presupone poco esfuerzo. Si uno o una no está metido en el ajo, si no conoce por propia experiencia el proceso de incubación que precisa un cuento de 6 ó 7 páginas, la fiebre que le asalta al escritor de relatos en el súper o en la cama, en medio de la noche, el impulso descontrolado como una racha de estornudos y toses que te obligan a levantarte y a encender el ordenador, como si fuera el jarabe que necesitas, poco puede hacerse. Es difícil explicar por qué el cuento es una experiencia intensa, capaz de generar una verdad, de trazar una encrucijada en el que tus personajes se enfrentan a la vida con el realismo y la crudeza de la vida. Si no se es cuentista o lector enamorado del cuento, es imposible desentrañar para un auditorio de amigos amables que esos seres inventados nos arrastran con ellos, que ya no leemos páginas sino que vivimos vidas en cada palabra.
No me parece mal la distinción de Murakami, ni creo que resulte discriminatoria con respecto al cuento. Me reconozco en sus palabras cuando dice que en ocasiones ha trazado las líneas básicas de algunos de sus relatos en apenas una semana. Pienso que es maravilloso que pase así, porque escribir relatos se te come por dentro, se adueña de tu tiempo y entonces eres la víctima más feliz de todas, el poseso más risueño. Ignoro qué sentimientos experimenta el escritor de novelas, porque no he escrito ninguna, pero esa oposición genérica que ya utilizara Cortázar al compara el cuento con una fotografía y la novela con una película, creo que es en líneas generales la que retoma Murakami,eso sí, con unas metáforas muy al gusto oriental,para decir que son dos experiencias distintas, igual de placenteras. Respecto a la opinión de Matías, cuentista de pro y vehemente escritor de relatos, sólo me queda decir que nadie dijo que tomar una buena fotografía llevara menos tiempo o exigiera un aporte menor de energía y entusiasmo que rodar una película, y que en esa línea deberían entenderse las palabras de Murakami.
Un saludo, Patricia.

Anónimo dijo...

Pues a mí me pasa como a Rudy: me cuesta mucho más escribir un cuento, me divierto más con la novela. Como escritor y como lector.

Gorinkai dijo...

Una pregunta al margen... ¿Hay algún visitante de este blog que no sea escritor o aspire a serlo, aparte de mí? Es una curiosidad... :)

Jorge dijo...

Bueno, chicos, ahí va el que en mi opinión es el mejor cuento o relato hiperbreve de todos los tiempos:

"En cierta ocasión, un joven jardinero del emperador de Persia vio a la Muerte en el jardín y, preso de pánico, buscó refugio en el palacio.
-Amo -dijo al emperador- ¡sálvame! Acabo de encontrarme con la Muerte y me ha hecho un gesto de amenaza. Esta noche debo estar en Ispahán.
El emperador le regaló su caballo más veloz, un corcel blanco. Por la tarde también él encuentra a la Muerte en el jardín y le pregunta:
-Muerte, esta mañana, ¿por qué hiciste a mi sirviente predilecto un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Lo vi aquí, en Bagdad, esta mañana y yo debo tomarlo esta noche en Ispahán."

CeJota (ceja grande) dijo...

Gorinkai, yo tampoco soy ni aspiro a ser escritor. Ávido lector de unos 25 libros anuales sólamente.

CeJota (ceja grande) dijo...

Aprovecho a pasaros este Blog con un mensaje al respecto de relatos breves.
http://culturaserieb.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Contestando a Cejota (en buen plan pero aclarando algunas cosas fundamentales).

"Dentro de la ciencia ficción (ya de por sí de serie B) están los relatos cortos, estupendos para trabajar con ideas que no dan mucho de sí, y que siendo buenas, incluso con malas técnicas literarias dan resultado".

Te lo dice alguien, no ya que los escribe, sino que fundamentalmente los lee, de corazón. Sin hablar en particular de la ciencia ficción, eso que has dicho es falso, de medio a medio, no se sostiene por ningún lado. Es fácil confundir la sencillez de una idea y la exactitud (tema fundamental al abordar el género del relato) con que no "dé mucho de sí". Eso es aplicar un filtro novelesco a un género que no se parece en nada a la novela, salvo en el dispositivo de narrar. La novela per se no es mejor que el género cuento per se; ni el género cuento es mejor, ni más difícil, ni menos, que una novela. Son cosas distintas que se trabajan de un modo distinto.

Un relato con "buenas ideas" pero hecho con "malas técnicas", como dices, no es un buen relato, ni funciona, salvo para un lector inexperto y profundamente acrítico. Eso es así desde que Poe se puso a teorizar sobre la unidad de significado y el máximo placer de resolución, y anda que no ha llovido. Las particularidades de un buen relato pasan porque cuando empiezan saliendo mal, o flojeando, no remontan el vuelo, ni emocionan, ni construyen un artefacto literario de altura que "atraviese" (verbo importante) al lector. Una novela puede tener tramos mediocres, tramos maestros, tramos buenos; un relato es una síntesis de la perfección, donde nada sobra, donde la emoción es máxima y se traduce un instante de verdad. Por eso hay tan pocos relatos grandes, y muchísimos menos que sean fundamentales.

Manuel dijo...

Gorinkai: Estoy en el límite; no soy escritor no aspiro a serlo, pero leo mucho (por rachas...) y me gustaría escribir algo, si no fuera tan perezoso...

Jorge: ¿lo tienes traducido al esperanto o conoces alguna traducción? Me gustaría publicarlo...

Jorge dijo...

Y ahora, uno de Alfonso Sastre:

"Nagasaki

Me llamo Yanajido. Trabajo en Nagasaki y había venido a ver a mis padres en Hiroshima. Ahora ellos han muerto. Yo sufro mucho por esta pérdida y también por mis horribles quemaduras. Ya sólo deseo volver a Nagasaki con mi mujer y mis hijos.

Dada la confusión de estos momentos, no creo que pueda llegar a Nagasaki enseguida, como sería mi deseo; pero sea como sea, yo camino hacia allá.

No quisiera morir en el camino. ¡Ojalá llegue a tiempo de abrazarlos!"

Jorge dijo...

Manolo: es un cuento universal del que existen muchas traducciones en diversas ñenguas, así como versiones (entre ellas, la de Sastre). Atxaga intentó continuar la historia en Obabakoak y, en mi opinión, le salió un churro de cuento, tramposo, flojo y ñoño. Manuel Vicent escribió una columna basada en él, sobre una pareja que va en un cochazo blanco a toda pastilla por la carretera. No estaba mal, me dejó un buen recuerdo. En esperanto, en los años 30, Baghy le dio a este relato forma de poema (sale en "Arghenta Duopo" o en "Ora Duopo"). Mándame un e-mail y veremos si se me ocurre algo.

Anónimo dijo...

La había puesto en mi nick, César :P. pero la pongo aquí:

http://katsatonamat.livejournal.com

Y bueno, no son mis hijos pero como si lo fueran. Son mis personajes, seis en concreto, de los cuales mi mejor amiga y yo hemos inventado su vida entera, y la contamos con esas pequeñas escenas de las que he hablado :). Si os apetece pasaros... No tenemos casi fans pero a los poquitos que tenemos les gusta. De todas maneras, no buscamos calidad literaria la mayoría de las veces: buscamos esencia.

En fin, aclarado esto, un beso,

Cristina

César dijo...

M: en España se escriben y publican cuentos, sí, pero sobre todo fuera de los circuitos mainstream, en rincones ocultos (muchas veces relacionados con la literatura de género) vedados por desconocimiento al lector usual. Además, la mayor parte de esos cuentos son obra de escritores novatos que así hacen sus primeras armas, lo cual está muy bien y es muy útil, pero redunda en que la calidad media sea más bien baja (como es lógico y con todas las excepciones que se quiera). De lo que yo me quejo es de la ausencia de los cuentos en el "mercado literario" español.

Por otro lado, no creas que el aspecto económico es anecdótico, ni mucho menos. Mira, la literatura es un arte, pero también una profesión, de modo que un escritor profesional, aparte de satisfacer su pasión por escribir, debe tener en cuenta el rendimiento económico de su trabajo, pues es de lo que vive. Un escritor aficionado, que se gane la vida con otro trabajo, puede escribir cuantos relatos le vengan en gana, porque en nada le afecta publicar o no, vender o no. Y, además, pese a ser "aficonado" puede escribir relatos magníficos (dudo que Borges escribiera sus primeros cuentos por dinero). Sin embargo, la calidad de la literatura de un país se puede medir en parte por la profesionalización de sus escritores. Estados Unidos, por ejemplo, cuenta con una larga tradición de cuentistas por la sencilla razón de que allí uno se puede ganar la vida escribiendo relatos cortos.

Samael: Bueno, amigos míos, ahí donde le véis, Samael ganó hace unos años el premio Hucha de Oro de relatos con un cuento llamado "La cita". Cinco kilos por un par de páginas, ahí es nada (qué cabrón). Ahora bien, qué dos páginas más increíblemente brillantes. "La cita" es un relato aparentemente intranscendente, una mera viñeta, pero contiene en su interior un mecanismo literario tan potente que hace que la historia crezca y crazca en nuestra mente, suscitándonos más preguntas y reflexiones que párrafos tiene el texto. Es uno de los mejores cuentos que he leído jamás.

EC: el problema no es que aquí no se lean buenos cuentos, sino que no se leen cuentos, ni buenos ni malos. En cuanto a la pasta, me remito a lo que le he dicho a M.

Rudy & RM: bueno, aquí tenemos a dos escritores que contradicen lo que yo comentaba al principio de la entrada. Eso está bien. Lo que yo creo, Rudy y Rafa, es que los escritores adaptamos nuestra mente a nuestras necesidades creativas. Por ejemplo, cuando escribía fantasía y cf se me ocurrían montones de ideas de fantasía y cf, pero cuando abandoné ese genero prácticamente dejaron de ocurrírseme esa clase de ideas. O, más general, cuando escribía cuentos se me ocurrían un montón de ideas para cuentos, pero ahora que escribo básicamente novelas, las ideas son... fundamentalmente novelescas, sí. Supongo que os sucede lo mismo.

Patricia: Como decía en la entrada, un buen cuento es un fogonazo, mucho más intenso que una novela. No obstante... bueno, lo cierto es que lleva mucho más tiempo y es mucho más complejo rodar una película que hacer una fotografía. Del mismo modo, la complejidad de una novela supera con mucho a la de un cuento. Lo cual no significa que la novela sea mejor que el cuento, por supuesto. Sencillamente, son géneros distintos con objetivos diferentes.

Jorge: esa historia del sirviente y la Muerte la escuché por primera vez en una película: "Targets", de Bogdonovich. La contaba un Boris Karloff muy anciano (fue su última película), con esa voz suya profunda y oscura... ponía los pelos de punta.

cejota & m: En efecto, un relato que tenga una buena idea pero que esté torpemente escrito es un mal relato, por buena que sea la idea. Y lo mismo, claro, pasa con un novela. Por otro lado, se ha mencionado aquí muchas veces la palabra "perfección" relacionada con los relatos. Mucho cuidado con esa palabra, porque en realidad no existe nada que sea "el relato perfecto" (afortunadamente)

Merak: ya... toytontoyo...

Ladynere dijo...

Y yo que ahora mismo recuerdo que uno de mis libros preferidos de peque (esto, pongamos "peque" cuando comencé a seleccionar autores por mí misma... los 14 años así?) era un libro de relatos de Roald Dahl que me fascinaba...

Es verdad lo que dicen muchos comentarios por aquí arriba, que un escritor lo primero que intenta es un relato y también es quizás lo que más rápido puedes terminar, para que te dé una mayor satisfacción al leerlo completo o poder colocarlo/publicarlo en algún sitio.
De todas formas, un relato siempre tiene un poco más de dificultad, porque no te puedes permitir ni un solo párrafo que sobre, ni un elemento que no pegue. En una novela, sí que puede haber altibajos, momentos pesados o aburridos; sin embargo, en un relato no, tiene que ir todo con su ritmo, rápido o lento, pero al haber tan poco espacio/hojas, no puedes despistarte ni equivocarte un sólo instante.

Es cierto que los cuentistas/relatistas están poco promocionados en España, que prima la novela sobre el relato corto, pero es también un género muy interesante.
Ahora mismo en mi mesilla, además de unos cuantos libros para la uni, está Si te comes un limón sin hacer muecas de Pámies, muy recomendable.

Un saludo!

Anónimo dijo...

A mi me gusta mucho El Perseguidor, de Julio Cortazar, pero es un cuento o una novela corta?

Urbano.

Anónimo dijo...

Pues no sé hasta qué punto darte la tazón, César. Cuando empecé a escribir, en los albores de la adolescencia, ni se me pasó por la cabeza ponerme a escribir cuentos: lo que salía de mi cabeza eran novelas. Que luego, al llevarlas al papel quedaban "deshidratadas", por así decir, les faltaba toda el agua necesaria para convertirse en verdaderas novelas. Pero la intención era novelesca, la estructura, el modo de enfocar la historia era de novela, no de cuento. De hecho, pasaron varios años hasta que se me ocurrió escribir un cuento.

Así que en mi caso, al menos, creo que mi mente siempre ha estado orientada más a la novela que al cuento. No sé muy bien por qué.

Es cierto que hubo una época (digamos de mediados de los ochenta a mediados de los noventa) que escribí muchísimos cuentos, a paletadas. Pero incluso entonces no dejaban de ocurrírseme ideas para novelas y seguí con ellas, porque era lo que, en el fondo, me tiraba. Creo, de hecho, que empecé a escribir cuentos de forma masiva por dos motivos: por un lado por experimentar y "cogerle el tranquillo" a un género que, para mí, era y sigue siendo muy difícil (más que la novela, si te soy sincero) y por el otro porque en los sitios donde en esa época podía publicar algo, fanzines fundamentalmente, lo máximo que podías colar eran cuentos.

Como digo, me resulta más difícil (no sólo más agotador, sino más complicado) escribir un cuento del que me sienta satisfecho que una novela con la que esté contento. Siempre me ha pasado desde que tengo memoria, y supongo que me seguiré pasando.

Y que conste que el cuento es una fórmula narrativa que me encanta como lector (y como lector de género siempre he pensado que lo más potente, los más arriesgado, la más transgresor de la ciencia ficción estaba en los cuentos, antes que en las novelas, excepciones aparte) y que me gustaría que se me diese mejor como escritor, pero la cabeza me tiende inevitablemente a la novela, qué le vamos a hacer.

Yepetta dijo...

El cuento es un fogonazo

Yo me quedo con esto.

Hermes dijo...

Yo estoy enamorado de la narrativa breve de Capote. Soy así de simple. Y quien no lo esté, puede leer Un árbol de noche, El halcón decapitado o Miriam, y creo que es fácil caer ante Capote.

Claro, ésto lo dice un chaval de 18 años al que le queda mucho que ver y leer...

Un saludo, César, aunque no comentara hasta ahora, siempre te leo.

Jorge Gómez Soto dijo...

En ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out.

Es una frase que había oído varias veces y no sabía de quién era. Lo que he logrado averiguar es que fue Cortázar quien la dio a conocer en este imprescindible ensayo sobre el cuento llamado Algunos aspectos del cuento:

http://www.literatura.us/cortazar/aspectos.html

Otras perlas del artículo:
- Cuando explica por qué no debe sorprenderle que le tomen por fantasma.
- Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al género llamado fantástico por falta de mejor nombre
- Cuando enumera su colección de cuentos inolvidables: Tengo William Wilson de Edgar A. Poe; tengo Bola de sebo de Guy de Maupassant. Los pequeños planetas giran y giran: ahí está Un recuerdo de Navidad de Truman Capote; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius de Jorge Luis Borges; Un sueño realizado de Juan Carlos Onetti; La muerte de Iván Ilich, de Tolstoi; Cincuenta de los grandes, de Hemingway; Los soñadores, de Izak Dinesen

Como siempre, Cortazar genial.

Anónimo dijo...

Creo que los cuentos pueden tener también su sitio en nuestro país aunque es difícil como casi todo, si no se tiene el marketing adecuado o que la pura casualidad o la suerte lo lleven al conocimiento del gran público. Por ejemplo los relatos de Raimond Carver deben estar teniendo muy buenas ventas, y no solo en el mercado anglosajón, pero también es cierto que han tenido una excelente plataforma de lanzamiento al servir de base para el guión de la película "Vidas Cruzadas" de Altman.
Quisiera César aprovechar la ocasión para hacerte una consulta con relación a la serie radiofónica "Dos hombres buenos" escrita por tu padre en los ya lejanos años 50 y que tuve oportunidad de oír en mi niñez. Es uno de los recuerdos más agradables que guardo de aquella época y la asocio a su sintonía musical que también me parecía magnifica. Desgraciadamente no he tenido oportunidad de volver a escucharla, al menos completa. Hace poco tiempo y después de múltiples investigaciones he descubierto que, al menos parcialmente, pertenecía a la "Suite Mississsippi" del compositor norteamericano Ferde Grofé pero recuerdo alguna otra parte de la sintonía que no pertenece a esa obra. Por aquellos tiempos la pusieron en una ocasión en otro programa y creo recordar que dijeron que se titulaba "Mississippi-Ohio" o algo así, pero con este nombre no he conseguido encontrar mas que lo que indicaba anteriormente.
El asunto no debe ser nada fácil de averiguar pues aunque he leído que tu padre era muy meticuloso para todos los detalles de sus radionovelas, músicas de acompañamiento incluidas, han pasado ya muchos años. Hace ya unos cuantos pregunté en la SER y me dijeron que la montadora musical del programa, Remedios de la Peña, era ya muy mayor y no podía proporcionar esa información.
Bueno César, a pesar de la dificultad del tema he pensado que tal vez puedas darme alguna indicación al respecto y de ahí el que me haya permitido hacerte esta pregunta.
Saludos

César dijo...

Anónimo de las 12:54: pues me temo que no puedo ayudarte, amigo mío. Yo era muy, pero que muy pequeño en los primeros tiempos de "Dos hombres buenos"; tanto es así que ni siquiera recuerdo la sintonía musical. He estado pensando en dónde podría encontrarse ese dato y el único sitio que se me ocurre es la SGAE, aunque dudo mucho que conserven archivos de hace tanto tiempo. Lo siento.

hugo dijo...

PRIMERA VEZ QUE ENTRO EN ESTA PAGINA Y ME ENCANTO POR LOS COMENTARIOS. SOY DE MONTEVIDEO - URUGUAY Y YA CON SESENTA AÑOS COMIENZO A ESCRIBIR HACE SEIS MESES. NO HE LEIDO TODOS LOS COMENTARIOS PERO NO VI NINGUNO SOBRE LOS CUENTOS CORTOS DE UN DE LOS MEJORES ESCRITORES URUGUAYOS, RECIENTEMENTE FALLECIDO, MARIO BENEDETTI. POR FAVOR NO SE LOS PIERDAN. HAY UN LIBRO CON 75 CUENTOS CORTOS QUE SON INPERDIBLES.
GRACIAS, SIGO APRENDIENDO CON LAS APRECIACIONES DE USTEDES. UN ABRAZO DESDE URUGUAY.

César dijo...

Hugo: Ante todo, bienvenido a Babel. La verdad es que habría que dedicar una entrada, o varias, a la narrativa corta latinoamericana, muy superior a la española. Y basta, para demostrar eso último, con citar nombres como Borges, Cortazar o, por supuesto, Benedetti.

Anónimo dijo...

Repayments of your loan amount can be performed in easy monthly installments! Find out which illegal copies of outdated tax returns you need to keep, your purpose in required to keep these things and some storage area options! Then after you is given the nod, the amount a bad credit score are unsecured in nature. instant same day loans net which provides affordable payday advances in must pay for substantial expenses yet have whether it is public or private.