jueves, julio 25

Gracias Juan


 
            El viernes pasado presenté en el Celsius mi novela Manual de instrucciones para el fin del mundo. Cuando acabó la presentación, una chica me condujo a la mesa de firmas. Nada más salir de la carpa, se acercó a mí un hombre acompañado por una niña pequeña (o un niño, no recuerdo). Se presentó diciéndome que era un merodeador de Babel llamado Juan y que tenía un regalo para mí. Me entregó un paquete y lo desenvolví; contenía dos libros y un DVD. Mejor dicho: dos libros muy especiales y un DVD aún más especial.

            Le di las gracias, pero justo entonces la chica de la organización me urgió para que fuera a la mesa de firmas, porque ya había una cola de gente esperándome, así que me despedí apresuradamente de Juan, agradeciéndole de nuevo el detalle que había tenido conmigo.

            Más tarde, cuando acabé de firmar ejemplares de mis libros, tuve tiempo de examinar con detenimiento lo especial que era el obsequio que había recibido. Entonces busqué a Juan para hablar con él, pero no lo encontré.

            En la foto podéis ver el regalo que me hizo; permitidme ahora explicaros por qué es tan especial. Comencemos por el libro Borges y la ciencia ficción. Cualquiera que me conozca, o siga mi blog, conoce la admiración que siento por Borges y sabe que soy un pirado de la ciencia ficción. Sin duda es un título muy apropiado para mí.

            Pasemos ahora al segundo libro: La estatua del terror, una novela policiaca de Fredric Brown. Bueno, aquí ya hay que conocerme bastante bien para saber que soy un entregado fan de Mr. Brown, como escritor de CF y como escritor noir. Además, tengo todas las obras de CF suyas, y muchas policiacas; pero esta en concreto no la tenía, ni en edición española, ni en edición latinoamericana. Ni siquiera sabía que existía. Pero ahora, gracias a Juan, ya es mía.

            Ahora bien, lo que de verdad me ha dejado turulato es la película en DVD, El hombre de mimbre, de Robyn Hardy (1973). Se trata de un clásico del cine de terror, vertiente “paganismo en la actualidad”. Hacía muchísimo tiempo que quería verla, pero no la encontraba por ninguna parte. Cuatro o cinco años atrás, haciendo zapping, di con ella por casualidad en no recuerdo que canal de TV. Por desgracia, estaba empezada, así que nunca la he visto entera.

            ¿Cómo sabía eso Juan? Yo no recordaba haberlo comentado en el blog… pero estaba equivocado. Nunca lo dije en un post, pero sí en la respuesta a un comentario del propio Juan. El comentario correspondía a una entrada en la que hablaba del Hombre Verde que había visto en una iglesia prerrománica de Navarra. Reproduzco parcialmente su comentario y mi respuesta:

            Juan H: (…) Por cierto, ¿tiene que ver algo lo del hombre verde con "el hombre de mimbre"? Es una peli y un libro pero no los he visto ni leído.

            César: (…) Los "hombres de mimbre" y los Hombres Verdes sólo están relacionados por su origen celta; por lo demás, no tienen nada que ver. Un hombre de mimbre (Wicker Man) es un artefacto para hacer sacrificios humanos. Se trata de una figura humana hecha de eso, de mimbre, en cuyo interior encerraban a la víctima y luego le prendían fuego (qué simpáticos, ¿verdad?). La película, llamada "The Wicker Man", es una producción inglesa de 1973, dirigida por Robin Hardy. Tanía muchas ganas de verla y la pillé por casualidad en la tele hace bien poco, aunque ya empezada. Pero no hay ninguna novela con ese nombre. En realidad, la película está "inspirada" en una novela de David Pinner llamada "Ritual", que se editó hace poquísimo en España. Ah, en 2006 se hizo un remake norteamericano de la peli inglesa. Lo protagoniza Nicholas Cage y es una caca.

            Estos comentarios pertenecen a un post de octubre de 2015, hace casi cuatro años. Y Juan lo ha recordado, y se ha tomado la molestia de comprar el DVD para mí y entregármelo en el Celsius. Es impresionante. Permitidme ahora que le hable directamente a Juan:

            Querido Juan H:

            Recordaba tu nick, igual que recuerdo los nicks de los más asiduos merodeadores de Babel, pero no te conocía en persona. En el Celsius nos vimos durante unos instantes y de forma apresurada. Luego te busqué, pero no te encontré. Lo lamento, me habría gustado agradecerte el detalle como se merecía. Otra vez será.

            Como es lógico, agradezco que me hagan un regalo, sea lo que sea. Pero es que tu regalo no es un obsequio normal: es algo muy pensado, muy orientado a los gustos de la persona que va a recibirlo; es decir, yo. Es un regalo de corazón. No quiero ponerme cursi, Juan, pero no me queda más remedio que reconocer que me has conmovido. Y debería enfadarme contigo, porque estás quebrando mi imagen de viejo gruñón e insensible, y uno tiene una reputación que mantener.

            Leeré los libros que me has regalado, y este fin de semana introduciré el DVD en el reproductor, me tumbaré en un sofá y veré tranquilamente, por primera vez de forma íntegra, una película que llevo décadas queriendo ver. Gracias a ti. Eres un tío cojonudo.

            Un abrazo, amigo mío. Y mil gracias otra vez.

lunes, julio 22

Floreat Celsius


 
            Como todos los años, salvo cuando me da por romperme una pierna, la semana pasada disfruté, junto con Pepa y nuestro hijo Pablo, del Festival Celsius 232. Se trata, como sabéis, de un festival de fantasía, ciencia ficción y terror que se celebra en Avilés. Su nombre se debe a que 232 grados Celsius equivalen a 451 grados Fahrenheit. Y si sigues sin entenderlo, ¿qué haces merodeando por Babel? Es broma, es broma; me encanta que deambules por este humilde blog. El nombre del festival hace referencia a la famosa novela de Bradbury.

            El Celsius se celebra en la plaza Domingo Álvarez Acebal, en dos entornos: una carpa situada en la plaza y el salón de actos de la vecina Escuela de Artes y oficios. Participan un montón de autores, tanto españoles como extranjeros. Hay presentaciones de libros, charlas, mesas redondas, talleres, exhibiciones, firmas de libros, fiestas de disfraces, cine al aire libre, cosplayers como el que podéis ver en la foto.

 


            Nota: Si os llama la atención mi camisa, si tenéis que guiñar los ojos para contemplarla, eso es porque vivís en un mundo gris, oscuro y deprimente, mientras que yo vivo en un universo en technicolor lleno de luz y alegría. Fijaos en la cara de mala leche que tengo en la foto y pensadlo bien antes de decir nada. Es un aviso.

            Además, hay un montón de tenderetes de venta de libros o de bisutería. El festival dura cuatro días, de martes a sábado y la entrada es libre y gratuita. Pero lo mejor de todo es que, en un radio de doscientos metros como mucho, hay un montón de terrazas, bares y restaurantes. Y todo lleno de frikis. ¿Sabéis lo que significa eso? Pues que toda la gente que te rodea ama la literatura, el cine y los cómics. Porque los frikis, salvo algún que otro caso enfermizo, son grandes lectores, gente interesada en la cultura, gente progresista, gente muy, pero que muy interesante.

            No negaré que quizá lo que más me gusta del Celsius es encontrarme con buenos amigos, personas a las que sólo veo una o dos veces al año, como Susana, Sergi, Ricard, Teresa, Pablo, Elia, Sofía, Rudy, José Antonio, Gabriella, Jesús, Ana, Víctor (que no se llama Víctor, ya lo sé), Ian, David (mi ex-negro), Maite, Pep, Javier y muchos otros que, por tener memoria de pez de colores, ahora no recuerdo. Y, por supuesto, también me encanta conocer a estupenda gente nueva.

            Este año he presentado en el festival mi novela Manual de instrucciones para el fin del mundo, la segunda parte de la Trilogía del Parásito. Y, además, sin sospecharlo lo más mínimo, me he llevado una gran y hermosa sorpresa. Este año, los directores del festival han otorgado unos premios especiales a aquellas personas que, por las razones que sea, consideren valiosas para el Celsius. Y Jorge Iván Argiz ¡me lo ha otorgado a mí! Podéis ver el galardón en la foto de arriba, con su preciosa cabecita de Cthulhu. No creo merecerlo, pero gracias de todo corazón.

            Y gracias a todos los que colaboran con el festival, en especial a sus tres organizadores: Cristina Macía, Jorge Iván Argiz y Diego García Cruz. Sin ellos, sin su increíble esfuerzo, este festival sería imposible. Por cierto, Diego es traductor profesional, y verle traducir es un espectáculo en sí mismo, algo así como ver a un gran ilusionista o a un magnífico malabarista. También quiero darle las gracias a un merodeador de Babel llamado Juan, pero eso lo haré en la siguiente entrada.

            En fin, amigos míos, el Celsius ya ha pasado, pero me quedan un montón de bonitos recuerdos. Si sois un poquito frikis (sólo un poquito, mi mujer ni siquiera lo es y se lo pasa bomba), sí sois un poquito frikis, insisto, no lo dudéis un instante y visitad el próximo Celsius. El único problema es que volveréis con unos cuantos kilos de más, porque en Asturias se come mucho y de maravilla. Todo lo demás será pura fiesta. Y, qué demonios, comer y beber demasiado también.