martes, junio 20

Carta a los antitaurinos tontos del culo




          Dos aclaraciones previas: 1º Soy absolutamente antitaurino. Me repugna y me cabrea esa bárbara “fiesta” que dicen “nacional”. 2º La mayor parte de los antitaurinos son gente decente y sensible, pero los hay (una minoría, espero) que rezuman estupidez. A ellos me dirijo.

          Hace poco, ha muerto el torero Iván Fandiño en Francia a causa de una cogida. Y como viene siendo habitual, han proliferado en las redes (a)sociales mensajes descerebrados alegrándose de esa muerte. Un asesino menos, decían algunos.

          Veréis, en el universo no existe moral ni justicia. Las cosas no son ni malas ni buenas; sencillamente son o no son. Hace sesenta y cinco millones de años un asteroide hizo carambola con la Tierra y se cargó a todos los dinosaurios. Y al universo le dio igual. Como le daría igual que se murieran todos los toros del planeta o, si vamos a eso, todos los humanos, toreros o no.

          Los conceptos de “bien” y “mal”, la ética, la hemos creado los seres humanos; no es algo que venga escrito en las leyes de la naturaleza. Los humanos decidimos darnos derechos a nosotros mismos y también definimos lo que es bueno y lo que es malo. Y el eje de esa moral es el ser humano. Conforme nos vamos civilizando, ampliamos nuestra ética e incluimos en ella a lo que no es humano. Por ejemplo, decidimos que los animales tienen derecho a no ser maltratados. Pero, ojo, los animales no tienen ningún derecho per se; si lo tienen es porque nosotros, los humanos, se lo concedemos.

          ¿Está claro? Bien, pues como la moral la hemos creado nosotros, situándonos en el fiel de la balanza, resulta que no hay nada más sagrado que la vida humana. Incluso la vida del hombre más execrable debe ser respetada; por eso nos oponemos a la barbarie de la pena de muerte. Pues bien, desde una moral humanista, la vida de una persona, incluyendo a los toreros, vale más que la de todos los toros del mundo. Así de claro, y cualquier otra alternativa no es más que mierda fundamentalista.

          De lo que no os dais cuenta, panda de bobos, es que la primera gran inmoralidad del toreo reside en que una persona se juegue la vida, o cuando menos la integridad física, para divertir a otros. Y la segunda gran inmoralidad, claro, es basar un espectáculo en la tortura y muerte de un animal. Pero por ese orden.

          Ahora dejémonos de filosofías. ¿No os dais cuenta de que cada vez que os alegráis por la muerte de un torero estáis echando mierda sobre el movimiento antiraurino y desacreditando a quienes defendemos los derechos de los animales? Porque alegrarse de la muerte de una persona, situar la vida de un animal por encima de la de un ser humano, suena fatal. Es horrible, una actitud propia de fanáticos. Y no todos los antitaurinos somos así.

          Además, capullos, tampoco os dais cuenta de que la muerte de un torero es precisamente un argumento de lo más contundente para criticar las corridas. En vez de alegraros, deberíais hacer pública vuestra indignación porque esa fiesta bárbara se haya cobrado una vida humana más. Pero no, je-je, ha ganado el toro, se ha hecho justicia, qué chachi...

          ¿Sabéis lo que pienso? Que no sois animalistas por convicción; que lo sois por moda, o porque os ha dado la ventolera, o porque lo habéis visto en facebook, pero desde luego no por ética ni porque le hayáis dedicado al asunto un solo minuto de reflexión. Diría que sois mala gente, si no fuese porque en realidad creo que sois tontos.

          Así pues, la próxima vez que muera un torero, o un niño que aspire a serlo, nada impide que os alegréis por dentro; pero, aunque sólo sea por estética, hacedme el favor de tener la puta boca cerrada. Gracias.

          Ah, y por supuesto: Prohibición de los espectáculos taurinos YA.