NOTA: Esta entrada puede ofender la sensibilidad de algunos merodeadores. Si eres un votante natural de la derecha, si en general estás de acuerdo con la línea de actuación del PP durante esta legislatura, si Mariano Rajoy es el político actual a quien más valoras, no leas el texto que viene a continuación, pues no va dirigido a ti y sólo conseguirías cabrearte.
Voy a votar al PSOE. Supongo que esta revelación no sorprenderá a ninguno de los que frecuentan Babel, pero aun así voy a explicarme. Votaré a los socialistas por tres razones básicas. En primer lugar, porque su ideología está más próxima a la mía que la del resto de los partidos. Ah, vale, es cierto que estoy de acuerdo con muchas propuestas de Izquierda Unida, pero es que IU es un partido tan triste y contradictorio, con tan poco futuro... En segundo lugar, porque creo que, en líneas generales, el gobierno no lo ha hecho demasiado mal durante la anterior legislatura. Tampoco demasiado bien, por supuesto. Pecó de ingenuidad en los contactos con ETA (sobre todo por solemnizarlos) y en el estatuto catalán, hizo demasiadas concesiones a la Iglesia, ha mantenido una nefasta política de comunicación y no ha sabido resolver dos grandes problemas nacionales como son la vivienda y la educación. Pero al mismo tiempo, su política económica fue más que correcta y promovió importantes avances sociales. Además, por lo que sé (y algo sé), ha sido uno de los gobiernos más honestos de la democracia; no absolutamente honesto, claro, pero sí mucho más de lo usual. En tercer lugar, más que un voto a favor del PSOE, el mío es un voto esencialmente en contra del (actual) PP. ¿Recordáis la entrada donde proponía el voto negativo? Bueno, pues si existiera, ni votar al PSOE ni leches: plantaría en la urna un voto negativo contra el PP como una casa. Pero no hay votos negativos, de modo que la única forma de votar en contra de los populares es votando a los únicos que pueden gobernar en su lugar: los socialistas. Todo lo demás, amigos míos, puede resultar muy romántico, muy honesto, muy idealista, pero desgraciadamente no sirve para una mierda.
Ahora bien, ¿por qué estoy tan en contra del (actual) PP? ¿Acaso soy un radical, el típico hooligan de izquierda? Bueno, quizá, pero lo dudo; de hecho, creo tener buenas razones para contribuir a evitar que la actual dirección de los populares alcance el poder. Permitidme exponer diez de ellas.
1. El PP ha derivado hacia una derecha extrema. Una peculiaridad del PP es ser el único partido conservador de implantación nacional. En un principio, si recordáis, estaba UCD como centro-derecha y Alianza Popular como derecha; pero la autodinamitación de UCD mandó a hacer espárragos al partido y provocó que sus lideres se integraran en AP, que poco después transmutó para convertirse en el PP. Así pues, el Partido Popular reunió bajo unas mismas siglas a todos los conservadores españoles, desde el centro-derecha hasta la extrema derecha, aunque la voluntad de su fundador, Manuel Fraga, era conducirlo, al menos teóricamente, hacia zonas próximas al centro.
Pero el pasado franquista de Fraga le imponía un techo electoral que no podía superar, así que, tras una turbulenta búsqueda, se aupó a José María Aznar a la presidencia del partido. Aznar era un tardo-falangista (militó en el FES) reconvertido para la democracia, pero jamás estuvo vinculado al franquismo, de modo que en principio no tenía ningún techo electoral. Yo creo que para entender a Aznar hay que recurrir más a la psiquiatría que a la política, pero ya no vale la pena tomarse la molestia. Aznar era y es un hombre autoritario y extremadamente conservador, un hombre mediocre y sin ápice de carisma, pero dotado de una voluntad a prueba de bombas. Bajo el lema “sin complejos”, se lanzó a la yugular de Felipe González y, como había mucho donde morder, acabó arrebatándole el poder a los socialistas. La necesidad de pactos para gobernar durante su primera legislatura enmascaró el auténtico rostro de Aznar, obligándole a hablar catalán en la intimidad, pero la mayoría absoluta de la segunda legislatura destapó el tarro de las esencias y el partido dio un amplio viraje hacia la derecha más dura. En la cresta de la hola neo-con, Aznar inició una absurda aventura atlántica que pasó por Texas, por las Azores y acabó como todos sabemos que acabó. El PP perdió las elecciones y el PSOE regresó al poder.
Pero en la cúspide del PP, que no estaba preparado para perder, se encontraba todo el equipo de Aznar, con Rajoy, Acebes y Zaplana a la cabeza y el propio Aznar oculto tras la FAES. Con el supuesto fin de fidelizar al núcleo duro de sus votantes, y apoyándose en los sectores más conservadores de la sociedad, en el amarillismo de El Mundo y en la ultracadena de los obispos, el PP ha ido derivando en la oposición hacia la derecha extrema (es decir, lo más cerca que se puede estar de la ultraderecha aceptando las reglas democráticas). Tal y como confesaba Gabriel Elorriaga, Secretario de Comunicación de los populares, en su entrevista para el Financial Times: “
El PP tiene una imagen muy dura y de derechas en este momento (...)
Incluso nuestros votantes piensan que son más de centro que el PP”.
Por todo ello, y convencido de que en las actuales circunstancias lo último que necesita España es un partido radical, sea de izquierdas o de derechas, votaré contra el PP.
2. El PP ha enturbiado la vida política y social realizando una oposición desmedidamente crispada. Es enteramente normal que la oposición haga eso, oposición; no sólo es su derecho, sino también su obligación democrática. Lo que ya no resulta tan normal es que la estrategia de oposición se parezca a una campaña bélica. Durante cuatro años, el PP ha realizando una oposición salvaje en la que estaba vedado cualquier rastro de lealtad institucional. Una oposición contraria a todo, desmedida, exagerada, una oposición que incidía tanto sobre los problemas reales como sobre los que ella misma inventaba. Una oposición de mal estilo, de insulto y descalificación personal, que convirtió el parlamento en un circo de maleducados vocingleros. Pero lo peor es que esa crispación se extendió a la sociedad civil.
Por ello, porque me niego a aceptar que una organización política fomente la fractura social por sus intereses partidistas, votaré contra el PP.
3. El PP no ha tenido el menor escrúpulo en utilizar el terrorismo para atacar al gobierno. Durante la mayor parte de la democracia, cuando al frente de los populares se encontraba el franquista Manuel Fraga, existía entre las formaciones políticas el acuerdo tácito de no utilizar el terrorismo como arma partidista. Es decir, se consideraba que este tema era una cuestión de estado en la que había que ser leal al gobierno. Esto era así hasta que Aznar se convirtió en candidato a la presidencia; siguiendo su lema “sin complejos” (traducción: sin escrúpulos), don José María hizo del terrorismo unos de sus principales arietes contre Felipe González. Posteriormente, durante los ocho años que el PSOE estuvo en la oposición, el terrorismo dejó de ser una baza electoral. Pero cuando el PP perdió el poder, ay amigos, mandó de nuevo a hacer puñetas la mínima lealtad institucional que puede exigírsele a un partido democrático y convirtió el terrorismo en el gran garrote con el que aporrear la cabeza de Zapatero. Pero lo peor de esto es que, según informes de los servicios secretos, la actitud del PP favoreció y dio alas a los terroristas.
Por ello, porque creo que los políticos que han adoptado el “vale todo” como lema deben ser expulsados de la política, votaré contra el PP.
4. El PP ha utilizado a las víctimas del terrorismo para socavar al gobierno. En consonancia con lo dicho en el punto anterior, los populares, con la inestimable ayuda del señor Alcaraz y su ultramontana AVT, no han dudado ni un segundo en utilizar a ciertos sectores de las víctimas para convocar manifestaciones, no contra ETA, sino contra el gobierno.
Por ello, porque creo que los manipuladores sin escrúpulos sobran de la política, votaré contra el PP.
5. El PP ha atacado al PSOE por dialogar con ETA, olvidando que Aznar hizo lo mismo cuando estaba en el poder. Yo a veces me pregunto: ¿pero cómo se puede ser tan caradura? ¿Cómo se puede mentir tan descaradamente sin que se le caiga a uno la cara de vergüenza? En noviembre de 1998, el entonces presidente Aznar anunció que, para el inicio de un proceso de paz, había autorizado contactos con... ¿ETA? No: con el Movimiento de Liberación Nacional Vasco. Este intento de encontrar una solución dialogada al problema del terrorismo fracasó, pero creo que el gobierno Aznar hizo bien en intentarlo. Sin embargo, siete años más tarde, el gobierno de Zapatero volvió a establecer conversaciones con ETA (no con el MLNV) y la oposición del PP se lanzó a degüello contra los socialistas, acusándoles de hacer lo mismo que ellos habían hecho antes, con la diferencia de que el PSOE no acercó ni liberó presos etarras como sí hizo Aznar. Y yo vuelvo a preguntarme: ¿cómo se puede tener tamaña geta?
Por ello, porque la doble moral no debe tener cabida en la vida pública, votaré contra el PP.
6. El PP se ha aliado con los sectores más reaccionarios de la iglesia católica. Basta con echarle un vistazo a quienes asistieron a la manifestación de los obispos, o con leer la nota electoralista de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, o con escuchar la COPE, para comprobar como en su guerra contra el gobierno laico de Zapatero, los obispos cuenta con la inestimable colaboración del PP. ¿No notáis cierto tufo a nacional-catolicismo?
Por ello, porque creo que un estado democrático debe ser laico y aconfesional, votaré contra el PP.
7. El PP predica el catastrofismo. A veces, Mariano Rajoy y sus voceros se me antojan un grupo de profetas escatológicos predicando el fin del mundo. El gobierno se vende a ETA, España se rompe, la crisis económica nos devora, la delincuencia y el terrorismo campan por sus respetos... Esta política exageradamente catastrofista crea inquietud en ciertos sectores sociales, pero además, cuando se aplica a temas delicados, como la cuestión territorial, puede fomentar una tensiones sociales nada deseables.
Por ello, porque creo que la moderación y el sentido común deben presidir la vida pública, votaré contra el PP.
8. El discurso del PP fomenta la xenofobia. De todos los catastrofismos predicados por los populares, el más terrible, y el más empleado durante la campaña, es el que incide sobre los inmigrantes. No importa que la inmensa mayor parte de los inmigrantes sea gente honrada que sólo viene a nuestro país a trabajar e intentar mejorar su vida, no importa si la llegada de inmigrantes ha incrementado la calidad de vida de los españoles, no importa que España haya sido un país de emigrantes; el PP se ha obstinado en relacionar inmigración con delincuencia, con pérdida de calidad de los servicios públicos, con usurpación de derechos o con crisis laboral y económica. Y todo esto lo ha hecho únicamente para socavar al PSOE en la lucha electoral. Pero no todo vale, y menos esto, pues cuando la xenofobia y el racismo se instalan en una sociedad, las consecuencias se traducen en dolor, odio, persecución y muerte.
Por ello, porque las personas que carecen de humanidad, sensibilidad y empatía no deben formar parte de la política, votaré contra el PP.
9. El PP acalla la voz e impide el surgimiento de una derecha civilizada. Creo sinceramente que la democracia precisa alternancia en el poder. Creo igualmente que debe haber un partido que represente a la derecha, y que ese partido, aunque yo no comparta sus ideas, tiene derecho a optar a la jefatura de gobierno, y conseguirla si así lo quieren los votantes. Pero ese partido de derecha no puede estar instalado en el extremo diestro de la ideología conservadora. Estoy seguro, o al menos quiero estarlo, de que existe una derecha civilizada en España; el problema es que esa derecha ha sido expulsada de la cúspide del PP en beneficio de los más radicales. Y el problema, también, es que los votantes moderados de derecha no pueden votar a nadie más, así que, aunque tapándose la nariz, depositarán la papeleta popular en la urna, pero lo harán porque no les queda más remedio. La única forma de conseguir una derecha moderna es expulsando a los elementos mas cavernarios del PP para que los moderados se hagan con el control del partido.
Por ello, para poder contar con una derecha civilizada, votaré contra el PP.
10. El PP actual es el mismo de hace cuatro años. En las anteriores elecciones, la mayoría de los votantes castigó al PP por haber propiciado la intervención de España en la ilegal guerra de Irak y, sobre todo, por las mentiras que propaló sobre la autoría del atentado del 11M. Pues bien, en el PP que se presenta a estas elecciones están exactamente los mismos que hicieron todo eso, los mismos que celebraban a carcajadas la intervención militar española en Irak, los mismos que, por motivos electorales, mintieron descaradamente sobre los cadáveres de casi doscientas víctimas, los mismos que en los años sucesivos se dedicaron a sustentar una patética teoría conspirativa que atribuía la responsabilidad del atentado a todo el mundo (etarras, policías, jueces, socialistas, guardias civiles, servicios secretos árabes...) con el único fin de ocultar la evidencia de sus mentiras. Rajoy, Acebes, Zaplana, Ana Pastor, Pujalte, el tapado Aznar... Todos ellos mostraron entonces uno de los grados de miseria moral más altos que jamás he visto. Y, para colmo, nunca han pedido perdón. Al contrario, lo que quieren es que olvidemos, quieren que miremos sólo al futuro para distraer nuestra atención de su negro pasado de miserables mentirosos. Vale, pues miraré al futuro, y en mi futuro veo con claridad que no quiero que esa clase de personajes nos abochorne con su mera presencia.
Por ello, porque hay cosas que no pueden olvidarse, votaré contra el PP.
En fin, amigos míos, tengo muchas más razones para votar contra el PP, pero como los decálogos molan y esto ya es demasiado largo, nos conformaremos con lo expuesto. Como decía al principio, ejerceré mi voto contrario al PP votando a los socialistas, porque es lo más eficaz y porque hasta ahora el PSOE no me ha ofendido. Como decía en otra entrada, creo que ganará el PSOE, pero no sé por cuánta diferencia. De lo que sí estoy seguro es de que nuestra tierna democracia necesita imperiosamente que la derecha se civilice y, para que esto suceda, la actual dirección de los populares debería sufrir una derrota tan demoledora que no le quedara más remedio que irse y dar paso al sector moderado (si es que todavía queda alguno). Y atención, no escribiría nada de esto si al frente del PP estuvieran Gallardón o Rato, por ejemplo, aun sabiendo que cualquiera de los dos podría derrotar electoralmente a la izquierda. Pero prefiero eso con diferencia a tener en la oposición una panda de hooligans incendiarios dispuestos a todo con tal de conseguir sus fines.
Post Scriptum: Al terminar de escribir esta entrada me he enterado de que los sanguinarios descerebrados de ETA han asesinado en Mondragón a Isaías Carrasco, un ex-concejal socialista de Arrasate. Supongo que para las psicopáticas mentes de los asesinos, esa muerte supone un gran paso en la lucha del oprimido País Vasco en pro de su independencia... a mí lo único que me provoca es pena y asco. Pero ahora, al menos, tenemos una oportunidad para responder a los sembradores de terror; ¿no pide ETA la abstención? pues vayamos todos el domingo a votar, digámosles muy claro que estamos con la democracia y contra los matones, votemos cuantos más mejor, a quien sea, aunque se trate del PP...