viernes, octubre 2

¿Por qué demonios soy un "escritor catalán"?




            Creo que ya os lo comenté. Hace dos años, cuando gané el Premio Nacional, todo el mundo, de forma unánime, dio la noticia de la siguiente forma: “El escritor catalán César Mallorquí gana...”, o “El escritor barcelonés César Mallorquí...”. Y yo me preguntaba: Coño, ¿tan sustancial es dejar claro el lugar donde he nacido? No es que me importe; sé que nací en Barcelona y no me avergüenzo de ello, aunque tampoco me vanaglorio. Pero yo creo que mi origen catalán carece por completo de importancia, sobre todo en lo que respecta a mi producción literaria. Entonces, ¿por qué insistir tanto en ello?

            El caso es que hace unos meses, cuando me otorgaron el Premio Cervantes Chico, las noticias volvieron a situarme expresamente como catalán, e igual ha sucedido con el lanzamiento de Trece monos. ¿Qué más dará que yo sea catalán, gaditano o austrohúngaro? ¿Qué importancia puede tener?

            Afortunadamente, los acontecimientos de los últimos tiempos me han abierto los ojos. Se dice de mí (o de cualquier otro) que soy catalán, de la misma manera que se dice de Clark Kent que es kryptoniano. El lugar de nacimiento de Kent es muy importante, porque haber nacido en Krypton, en vez de en Albacete, por ejemplo, es la causa fundamental de que el tímido reportero del Daily Planet sea capaz de volar, soltar tortas como panes y echar chispas por los ojos. Pues bien, de igual modo, mi nacimiento en Cataluña me confiere superpoderes. ¿Y qué superpoderes son esos?, os preguntaréis. Permitidme que os ilustre, insignificantes españoles.

            Mi primer poder, el fundamental es la SUPERIDENTIDAD. No un “identidad secreta”, como el bobo de Kent, sino una identidad amplificada, una identidad que es la pera limonera de identitaria. Hasta ahora pensaba, iluso de mí, que mi identidad se refería a lo que soy, a mi personalidad, mis gustos, mis ideas, mi historia, mi bagaje de recuerdos, mi cultura, mi maltrecho hígado, mis bonitos ojos azules, mi lustrosa calva... Ay, qué equivocado estaba; eso es pura filfa, una ridícula identidad de andar por casa.

            Y es que, al ser catalán, mi identidad se expande, se multiplica, se fortalece. Porque ya no se trata de ser yo mismo, sino de ser igual que siete millones y medio de catalanes; o, al menos, de la mitad que son nacionalistas (los auténticos catalanes, of course). Convendréis conmigo en que una identidad compartida con al menos tres millones setecientas cincuenta mil personas es mucho más poderosa que la de un capullo aislado. Es una Superidentidad.

            Ahora bien, os preguntaréis, oh ignorantes mesetarios, de qué narices vale eso. Muy sencillo. Cuando hablo con un gallego, un granadino o un (lagarto, lagarto) madrileño, puedo decirle con certidumbre: “Yo soy distinto a ti”. Y al tiempo pensar para mis adentros: “Y además soy mejor, gilipollas”. ¿A que es cojonudo? Soy mejor y sin ningún esfuerzo; me ha bastado con nacer en el lugar adecuado, menuda suerte.

            Mi segundo poder es el SUPERIDIOMA. Como catalán poseo una lengua que es la perla de las lenguas, el lenguaje hecho música. Cierto es que sólo me sirve para comunicarme dentro de las fronteras de Cataluña; pero ¿quién necesita cruzar fronteras cuando se vive en el paraíso?

            En realidad, la función del Superidioma es reforzar mi Superidentidad. Cuanto más catalán hablo, más tres millones setecientas cincuenta mil personas soy yo mismo.

            Mi tercer poder es el SUPERSENY. Como sois unos palurdos ibéricos, quizá no entendáis esto, así que os lo traduciré. Seny viene a significar “sensatez”. Los catalanes nacemos con el seny incorporado de fábrica, lo cual nos permite distinguir el bien del mal y la razón última de las cosas. Por ejemplo, sabemos con certeza que cualquier problema de Cataluña es responsabilidad de alguien que no es catalán; de un español con casi toda certeza y muy probablemente de un madrileño.

            Por lo demás, el seny hace que los catalanes seamos serios, trabajadores, fiables, industriosos, emprendedores y sabedores de que sólo alcanzaremos nuestra gloria final cuando Cataluña sea una nación aislada de los infrahumanos. Para que me entendáis: los catalanes somos homo sapiens y vosotros torpes neandertales.

            Como catalán, poseo muchos más superpoderes (Superpatriotismo, Supertoque de Midas, Supercultura...), pero me limitaré a citar uno más: la SUPERVISIÓN DE RAYOS X. Es decir, los catalanes podemos ver a través de los objetos opacos y contemplar la realidad oculta. Por ejemplo, Imaginemos el hipotético y absurdo caso de que algunos políticos catalanes robaran del erario público a manos llenas. Bueno, pues gracias a la Supervisión de Rayos X. miraríamos a través de esos políticos, como si no existieran, y sabríamos que quien nos roba en realidad es España.

            Pese a todo esto, los catalanes también tenemos puntos débiles. En concreto, nuestra kryptonita es la senyera. Resulta paradójico, ¿verdad? Nuestra bandera nacional nos debilita. Aunque no del todo; la presencia de senyeras refuerza nuestra Superidentidad, pero al mismo tiempo anula otros poderes: sobre todo, la Supervisión de Rayos X. Para que me entendáis: las senyeras son absolutamente opacas para nosotros, somos incapaces de ver lo que se oculta detrás de ellas. En fin, nadie, ni siquiera un catalán, es perfecto.

            En resumen, amigos míos, lo que os acabo de contar es la razón de que tenga sentido tildarme de “escritor catalán”. Sólo hay un pequeño problema...

            Un año después de yo nacer en Barcelona, mi familia se trasladó a Madrid y en esa ciudad he vivido siempre. En cierto modo, es como la historia de Superman, ¿no? Kar-El nació en Krypton y siendo un bebé lo mandaron a la Tierra, donde vivió entre debiluchos humanos, se convirtió en Clark Kent y luego en Superman. Ya, pero en mi caso no ha sido así. El contacto con los infrahumanos me ha contaminado.

            Es como si Kent, tras llegar a la Tierra, ignorara su origen extraterrestre y no le diera particular importancia a su descomunal fuerza. “Es que de pequeño te dimos muchas vitaminas”, le dijeron sus padres adoptivos. Kent jamás habría salido de Smallville, nunca se habría calzado las mallas azules y los calzoncillos rojos y habría dedicado el resto de su vida a trabajar en la granja paterna. Eso sí, arando los campos con la punta de esa parte del cuerpo tan indestructible como el resto de su anatomía.

            O aún peor. Es como si a Kent le revelaran que el sol amarillo de la Tierra le confiere superpoderes, y el muy gilipollas fuera siempre protegiéndose con una sombrilla.

            Estoy contaminado, ya ni siquiera sé si soy catalán. Por ejemplo, eso de la Superidentidad. Por mucho que lo intento, no puedo evitar pensar que yo soy yo, y no yo y mis vecinos. Es más, no tengo el menor interés en ser como mis vecinos.

            ¿Y el Superidioma? Joder, pero si ni siquiera hablo catalán. De hecho, creo que el catalán y el español se parecen muchísimo, con la única diferencia de que el español sirve para comunicarse con más gente.

            Y del seny ni hablemos, porque soy un insensato y un vago.

            Tampoco poseo Supervisión de Rayos X. No puedo ver a través de las cosas... Aunque, curiosamente, si puedo ver a través de las senyeras.

            Lo del Superpatriotismo me resulta incomprensible. ¿Cómo se pude amar a todo un territorio, a todo un pueblo? ¿Cómo se puede sentir uno orgulloso de haber nacido en tal o cual sito, cuando eso es puro azar? Como dijo creo que Savater, yo no me “siento” español; me “sé” español. Del mismo modo, no me “siento” catalán; me “sé” catalán. Es más, no tengo ni puñetera idea de lo que significa “sentirse” de una nacionalidad. Lo que yo soy, espero, va más allá de la geografía.

Por otro lado, cada vez que voy a Barcelona, y voy con cierta frecuencia, no veo nada sustancialmente diferente a otras grandes ciudades europeas. Mismas tiendas, mismos trabajos, mismos lugares de ocio, costumbres muy parecidas... Vale, si pasas por la Plaza de la Catedral verás a gente bailando sardanas. Pero, qué queréis que os diga, como “hecho diferencial” me parece muy poca cosa. En realidad, la cultura catalana se me antoja muy parecida a la española y a la europea. Así de ciego estoy.

            En resumen: soy un Clark Kent que ha renunciado al super y se ha quedado con el man. Un desastre, vamos.

            Pero, quién sabe; por mis venas corre sangre catalana, mi primer apellido es más catalán que el pa amb tomaquet, nací en la Ciudad Condal... Puede que, con el tiempo se caigan las escamas de mis ojos; quizá algún día se me revele la Verdad. Entonces, me pondré las mallas, los Kalvin Klein por encima, y volaré. Nunca hay que perder la esperanza.

24 comentarios:

El niño vampiro dijo...

¡Olé, olé y olé! Lo voy a enmarcar. Te has ganado mi admiración eterna y, también, tenlo por seguro, el para mí honrosísimo título de Traidor a la patria. Sólo un par de puntualizaciones: la senyera ya no existe. La han convertido en un símbolo "españolista". Y en segundo lugar, ¿estás seguro de que no escribes en catalán? Recuerda a Miquel Servent, autor del Quixot.

José Antonio dijo...

Jajajajaja, me ha encantado el texto, y la perla ha sido la imagen que lo ilustra. Más catalán que el "pan tumaca" como decimos en Andalucía.

Mazcota dijo...

Pues, la verdad, yo no sé qué importancia puede tener que te tilden de catalán; pero alguna tendrá (al menos para ti) cuando, como bien dices, lo has mencionado (o denunciado) ya en varias ocasiones. Me parece que nadie insiste tanto en un tema que le da absolutamente igual. ¿Existiría una entrada parecida a esta si, al presentarte, dijeran "escritor madrileño" en lugar de "escritor catalán"?

César dijo...

El niño vampiro: Traidor a la patria no: traidor a las patrias. No me gusta ninguna. Y quizá tengas razón y escribo en catalán sin darme cuenta.

José Antonio: El pan con tomate es un invento genial que por sí solo justifica la existencia de Cataluña.

Mazcota: Comenzando por la pregunta que planteas al final, la respuesta es: SI. Y con más motivos todavía, porque ni soy madrileño ni siento especial simpatía por esta ciudad. Lo que me desconcierta es esa insistencia en dejar claro cuál es mi lugar de nacimiento, sea éste el que sea.

Por otro lado, que yo recuerde es la segunda vez que cito este asunto en el blog. ¿Dos veces te parecen "insistir tanto"? Vaya, qué estricto... En cualquier caso, a nadie se le escapa que en realidad esa anécdota es una excusa para hablar de otra cosa, ¿verdad?

Juan H. dijo...

Hola César, lo primero magnifica entrevista en "Fabulantes" y segundo, y más importante, felicitarte por "Trece monos", ha sido un regalo leer relatos de manera compulsiva(creo que ni uno sólo de ellos pierde el sentido de la maravilla que siempre busco al leer ciencia ficción y fantasía) y para rematar, "Naturaleza humana" ,genial, que incluso viene a colación de esta entrada, pero quizás extrapolando un poco más; yo no solo reniego de estas identidades regionales o nacionales sino de lo que hace el ser humano en general, creo que somos mezquinos por naturaleza y abocados a la extinción aunque sea cuestión de tiempo(en cualuier país). El tema de ser de un sitio o de otro, me tocó muy de cerca por parte de mi familia(mi padre andaluz y mi madre asturiana, ¿Qué soy yo? asturandaluz, andaluzastur,mestizo o apache de segunda?..o coreanos como nos llamaban de manera despectiva en mi barrio a los que venían de fuera de la provincia. Creo que uno es de su entorno y de la gente que quiere y que el resto son politicas con transfondo económico que obedecen a amansar a las obejas(que encima los apoyan) para otros oscuros fines personales de los mandatarios. Si la gente y los que mandan no fueran tan ignorantes no nos iría así, pegandonos por ser o no de un sitio, por independencias y otras historias, vale, soy más ingeniuo que un portero de futbolin , pero que le vamos a hacer, saludos y gracias por escribir así de bien!!

Mazcota dijo...

Pues lo siento si te he parecido estricto, tan solo pretendía entender mejor tu punto de vista. Quizá me encuentre más sensibilizado de lo normal con este tema por ser precisamente catalán, y por esa insistencia general en asociar una idiosincrasia negativa hacia los catalanes. Porque puedes estar de acuerdo o no con el movimiento político planteado desde Cataluña, pero lo que me ha sorprendido, a la vez que entristecido, es ver cómo empleabas esa analogía de los catalanes con Superman para rebatirlo. Más que nada porque decir que los catalanes nos creemos de una raza superior sería como abrazar el mismo argumento que utiliza el PP cuando nos llegan a comparar con los nazis. O puede que te haya malentendido, no lo sé.

Entonces, y si me permites continuar con la aclaración, ¿cómo te gustaría que te presentaran? ¿Escritor español? ¿Escritor ibérico? ¿Europeo? ¿Terrestre? ¿O, como en el anuncio de Ikea, escritor independiente de la república de tu casa? Porque, aunque solo sea por tradición editorial, fijo que a algún lugar te van a vincular.

Anónimo dijo...

Ja,ja,ja. Muy bueno. A mí me pasa como a ti: nací en Barcelona aunque cuando tenía seis años mi familia se trasladó a Zaragoza, donde he vivido desde entonces. Además aunque mi primer apellido es catalán y la familia de mi padre es oriunda de Lérida (o Lleida) y mi madre nació en Tarrasa (o Terrasa) mi segundo apellido es Fernández (catalán de pura cepa, como se ve), mi abuelo materno era cántabro y mi abuela materna, navarra, así que supongo que debo estar muy contaminado y mis superpoderes muy diluídos ya. Cuando era pequeño, parte de todos los veranos íbamos al pueblo de mi padre así que entiendo el catalán perfectamente (cosa que, por otra parte, creo que cualquiera puede hacer prestando un poco de atención) pero sólo lo chapurreo puesto que, desde que nos trasladamos a vivir fuera de Cataluña, en mi casa se habló siempre castellano en vez de catalán (cosa que algunos parientes siempre le reprocharon a mi padre, al privarnos, de ese modo, de uno de nuestros grandes superpoderes). Así que te entiendo perfectamente.

Lo malo de la "identidad" es que siempre se construye "por oposición a", es decir cuando se dice "identidad" lo que se quiere decir realmente es "diferente", pero diferente con un cierto sentido de superioridad implícito en la palabra. Al menos así lo veo yo.

Ya lo hemos hablado en otras ocasiones. En mi caso, nunca le he visto ningún sentido a hablar de "identidad cultural", cuando, en este mundo globalizados que vivimos (y más ahora) las influencias culturales nos vienen de todos lados. ¿Qué sentido tiene decir que soy catalán o español o lo que sea cuando la realidad es que la mayor parte de mis influencias culturales han procedido, aparte de la gente con la que me he relacionado y de la escuela, de otras cosas al menos tan importantes como los libros que he leído y la televisión y el cine que he visto? En ese sentido soy tan norteamericano y anglosajón, por ejemplo, como pueda serlo de otro lado.

Por eso, respecto a lo que dice Mazcota, sobre cómo habría que haber presentado a César es que yo no creo que haga falta vincularlo a ningún lugar o, al menos yo no creo que eso sea importante. Bastaba con haber dicho "escritor". Y voy a poner ejemplo muy claro: tomemos su novela "La isla de Bowen" por la que ganó el Premio Nacional de Literatura Juvenil. ¿Sería correcto describirla como una "novela española" solo por estar escrita en ese idioma cuando está claro que sus influencias más importantes son la de escritores como Julio Verne, H.G. Wells, Robert Louis Stevenson... o películas como King-Kong?

Rickard

Anónimo dijo...

Por cierto, Marzabul. He leído y releído la entrada de César y yo no he entendido lo mismo que tú. Yo no veo o interpreto que César utilice esa analogía con Superman para decir que "Los catalanes se creen de una raza superior", cosa que, por otro lado no dice en ninguna parte sino que eres tú el que la interpretas. Lo que sí viene a sugerir, en mi opinión, es que "cierto tipo de catalanes" (y no todos) se creen de una raza superior, en concreto los nacionalistas identitarios y, por extensión, no sólo los catalanes nacionalistas sino los nacionalistas en general, opinión con la que yo estoy completamente de acuerdo y sólo basta con estudiar un poco la historia de Europa y, en concreto, la de cuándo, dónde y por qué surgieron la mayoría de movimientos nacionalistas, para darse cuenta.

Eso es lo que yo he interpretado al leer la entrada pero espero que, de todas formas, César te lo conteste.

Rickard

Anónimo dijo...

Perdón, mi anterior mensaje iba dirigido a Mazcota, no a Marzabul pero, ya que estamos no me resisto a reproducir un fragmento de la entrada de César que creo que apoya lo que digo. Dice César:

"Porque ya no se trata de ser yo mismo, sino de ser igual que siete millones y medio de catalanes; o, al menos, de la mitad que son nacionalistas (los auténticos catalanes, of course). Convendréis conmigo en que una identidad compartida con al menos tres millones setecientas cincuenta mil personas es mucho más poderosa que la de un capullo aislado".

Es decir, no está hablando de los catalanes en su conjunto, sino de los tres millones y pico (más o menos) de los catalanes nacionalistas y que, como tales, se consideran "los auténticos catalanes". A esos es a los que critica y a los que va dirigida la entrada.

Rickard

Eladio Lestrove dijo...

Uy, César, César! ¡En qué berenjenales te metes! ¿Te has parado a pensar que, quizá, los que insisten en nombrarte como "escritor catalán" están poniéndote de ejemplo, de "catalán bueno", porque te has civilizado, vives en la capital y escribes en castellano?

La única alternativa cuerda ante la estupidez de Trotonas de Pontevedra y Arturitos Menos es pasar de largo: ellos quieren que haya enfrentamiento entre españoles -o entre las españas, o como quieras llamarlo- porque les da sentido a su propia existencia. Algunos empiezan a darles la espalda, pero la cosa tardará mucho, ya lo verás.

VERíDICO:
-¿Tú te sientes más gallego o español?
-Depende de la unidad de medida. En percentiles klingon me siento más en el sofá.
-No, en serio, responde.
-No puedo responder en serio porque la pregunta no es seria. Decía una vez un poeta que para él ser gallego era "su manera de ser español". Si lo prefieres en matemáticas, aplicando teoría de conjuntos, un elemento A puede pertenecer a un conjunto y a otro -incluso a un subconjunto- a la vez, y ello no implica mayor relación con un grupo que con otro.
-¡Los gallegos nunca habláis claro!
-Olvidaba que eras de letras. A ver: pregúntame claramente.
-¿Eres nacionalista?
-Define "nacionalista".
-Si te gusta el gallego, si crees que Galicia debe ser independiente, si piensas mal de los madrileños.
-Me gusta el gallego. No temo a la independencia de Galicia, pero por cuestiones afectivas creo que sería una pena tirar una historia en común con otras comunidades de España. Me gusta un proyecto en común llamado España en el que sólo creo yo, porque los que dicen creer en ese proyecto confunden España con el Paseo de la Castellana o con sus cuentas en Suiza. Creo España debería ser el lugar donde los ciudadanos, pueblos y naciones que hay en la península, Baleares y Canarias, pudiesen crecer y sentirse cómodas. Reconozco que no me gustan los madrileños, siempre he preferido a las madrileñas.
-Pero tú escribes principalmente en gallego. ¿Prefieres el gallego al castellano?
-No. Amo el castellano. Amo el gallego. Amo el portugués, el catalán, el italiano, el inglés. Creo que amo cualquier idioma, sobre todo si soy capaz de comprender algo. No amo a quien usa los idiomas para separar, o para despreciar a otros. Y creo que es más español el eskera que el castellano.
-¡Ves, con los gallegos nunca se puede hablar claro! ¡Nunca respondéis a lo que se os pregunta!

Y así vamos.

Eladio Lestrove dijo...

y 2

El suegro de mi hermano, de Valladolid, casado aquí y que nunca en su vida habló en gallego (nunca lo necesitó, aquí se dan muchas conversaciones "duales" donde el emisor utiliza el idioma en que se siente cómodo y el receptor lo comprende perfectamente -hay una gran proximidad idiomática y el gallego se parece mucho al castellano, por lo que no es problemática la comprensión-) trajo a un pariente ya mayor, de campo de toda la vida, a pasar un par de semanas. Los dos o tres primeros días se aburría. Hablaba con dejes mesetarios. Veraneaban -eran gente de posibles- en una casa de campo situada en el rural en plena Costa da Morte. Al tercer día el viejo castellano se había hecho amigo del vecino, un paisano de edad similar que trabajaba los pequeños minifundios familiares con la curiosa intención de "distraerse con algo". (¡Herejía, en vez de ver Tele5!). El suegro de mi hermano, de Valladolid, apenas entendía al vecino, hablaba lo que él calificaba de "gallego cerrado" y empleaba términos agrícolas imposibles de entender cinco kilómetros carretera abajo). El suegro de mi hermano no lo entendía, pero su pariente sí. Simplemente, hablaban el mismo idioma, el del amor a la tierra, al trabajo, al esfuerzo, y -sobre todo- el del interés en comprenderse. Las lenguas podían ser distintas, pero el idioma era el mismo.

Pasa de largo, César, no te metas en estos líos. Sólo los pescadores tramposos quieren este río revuelto, para pescar lo que les interesa.

POr otra parte la sensación de agravio de los catalanes, que se sintieron engañados por el tema del Estatut, fue una cagada de proporciones gloriosas del PSOE. ¿Y todo por una puta palabra? ¿O era sólo por tocar los cataplines?

No lo sé. Como soy gallego, y los gallegos ya se sabe como somos, no me entero de nada. Y de lo que me entero no me creo nada.

César dijo...

Mazcota: Sólo digo que eres estricto en lo que respecta a mi insistencia con el tema. Dos veces no son tanto, hombre. Por otro lado, como señala Rickard, no estoy hablando de todos los catalanes, sino sólo de los nacionalistas. No lo olvides: yo soy catalán, pero del 50% traidor a la patria.

En cuanto a cómo quisiera que me presentaran, pues como dice Rickard: escritor a secas. No sé que narices importa cuál es mi comunidad de nacimiento. Más característico y personal que eso sería, por ejemplo, mi altura, y no por ello me van a presentar como "el escritor de metro noventa y dos...".

Juan H: Me alegro de que te gustara "Trece monos". Eres muy amable al decírmelo. Por lo demás, tienes toda la razón: es absurdo eso de que el lugar donde naces te determine hasta el punto de definir tu identidad. Es una gilipollez.

Rickard: Suscribo todas y cada una de tus palabras. Mi identidad cultural está mucho más influida por Inglaterra, Estados Unidos, Francia o Italia que por España. Tenemos la maravillosa oportunidad de acceder a (casi) toda la cultura del mundo, pero algunos parecen empeñados en no mirar más allá de la tapia de su casa. En publicidad hay un lema: Think big. Pero algunos prefieren otro: Think Small.

Eladio Lestrove: Sí, me meto en berenjenales, tienes razón. Pero lo hago en base al humor, que desarma mucho. Muy cachondas tus "gallegadas"

Tienes razón. Lo del estatut fue una cagada. Como ha sido una cagada la política catalana del PP; toda una fábrica de producir independentistas. Entre los nacionalistas, los buenistas de izquierdas y la derechona montaraz, qué cruz, señor, qué cruz...

Juanma dijo...

Yo siempre digo que soy madrileño y del barrio de Sants en primer lugar, que vienen a ser mis señas de identidad, y ya, de manera más secundaria, europeo, español o catalán.

Al inscribir a mi hija en el Registro Civil me enteré de que tengo una cosa que se llama vecindad civil catalana, es decir, soy catalán a todos los efectos legales, porque pasados diez años desde que me empadroné aquí no renuncié expresamente a ser catalán.

En cuanto a mi día a día, cada vez tengo más claro que vivo rodeado entre siete millones y medio de paisanos que no se integran, con esa manía que tienen de no intercalar un "ejque" en cualquier conversación en catalán, o de no hablar catalán con soniquete madrileño. Llevo aquí trece años y sigo sin entender que esa no sea la norma.

Por lo demás, lo de siempre: en Madrid, que "ya te han abducido los polakos, ¿eh?", y en Barcelona, que "eres un fascistilla pepero españolista" por decir exactamente las mismas cosas y defender exactamente los mismos postulados.

Al final todo se reduce a lo mismo: eres de donde sientes que eres. El lugar de nacimiento puede ser un accidente, pero también tu lugar de residencia, o el lugar donde morirás (aunque eso ya no lo podemos saber). Y, en mi caso, lo ya dicho: me siento muy del sitio donde nací (Madrid), pero también del barrio donde vivo (Sants). De hecho, cierto prólogo, si te fijas, lo firmé como "Sants, febrero de 2015".

Anónimo dijo...

A mí nunca me ha gustado la palabra "Patria", al menos en el sentido que le dan quienes suelen usarla habitualmente o tenerla siempre en la boca, los amantes de los himnos y banderas. A ese respecto yo siempre he opinado como decían los antiguos romanos: "Ubi bene, ubi patria", esto es: "donde estés bien, allí está la patria". Sin más. Lo de los sentimientos en plan "es que yo me siento de allí y no me siento de allá", como muchos parientes míos a los que me he hartado de oír toda mi vida diciendo que "se sienten catalanes y no se sienten españoles", nunca lo he entendido y siempre me ha parecido una soberana soplapollez. ¿Qué es "sentirse" catalán, o español? ¿Cómo puede definirse el "no sentirse algo"? Además, ¿no se dan cuenta de que, a lo largo de la historia, nunca ha habido nada más español que el no querer sentirse español? En fin...

Por otro lado, como dice Eladio, al fin y al cabo, todo fue una cagada por una puta palabra, siempre cuestión de palabras. Y ahora sale el Pedro Sánchez diciendo que quieren plantear una reforma de la Constitución pero que no están dispuestos a aceptar de ningún modo que en ningún lado se diga que "Cataluña es una nación". Y digo yo (con perdón) "¿y qué coño importa?". Me recuerda a la estúpida reacción del PP en contra del matrimonio homosexual por el uso de la palabra "matrimonio" cuando ahora resulta que hasta miembros homosexuales del PP se casan y hasta el presidente Rajoy va a esas bodas...

Y que conste que "nación" es otra palabra que nunca me ha gustado, me hace sentir incómodo. Después de todo, todos sabemos de dónde proviene la palabra "nazi" ¿no? Y, a mí, al menos, esa proximidad lingüística siempre me ha producido mucha desazón pero si algunos serían más felices por poder ser destinatarios místicos de dicha palabra, allá ellos... ¿por qué no? ¿por qué negarles el gusto y así crear o agravar un conflicto que, realmente, no es tan grave y que, yo creo, es más de forma que de fondo y, por tanto podría ser fácilmente subsanable? Nunca he podido dejar de pensar que, en el fondo, siempre ha habido un interés porque ese conflicto exista y siga existiendo.

Rickard

José Antonio dijo...

No sé si viene mucho al cuento porque no tiene nada que ver con Cataluña, sino más bien con el tema de las identidades nacionales y los nacionalismos - pero ahí va una batallita personal.

Yo soy andaluz, malagueño para más señas y por circunstancias de la vida llevo ya 2 años y medio en Belfast. Aquí, he conocido españoles de todas las regiones: gallegos, madrileños, aragoneses, murcianos, andaluces de otras provincias, malagueños también, catalanes... y me siento identificado con todos ellos, todos estamos en el mismo "ajo", todos somos exiliados y todos echamos de menos nuestra tierra que es una tierra común.

Yo, por las circunstancias de mi trabajo (doy soporte técnico a países hispanoparlantes) tengo que viajar a España al menos 2-3 veces al año, por desgracia casi nunca me toca ir a parar cerca de Málaga y como tengo que estar trabajando en muy raras ocasiones uso estos viajes para visitar a familia o amigos (ya que no tendría tiempo). Por lo tanto las sensaciones que tengo cuando estoy de visita laboral por: Alicante, o Salamanca, por nombrar un par de sitios en donde he tenido que trabajar son, cuanto menos, extrañas. No puedo decir que me sienta "en casa". Sí, puedo comer jamón, la tele habla en español (pero intento evitarla) y entiendo a todo el mundo, pero me pasa lo mismo cuando estoy en México o en Argentina, o en Inglaterra ya que a ellos también los entiendo. Hay sitios que me resultan familiares pero la mayoría, pues no. Y esa sensación de "estar en casa", no la tengo.

Sin embargo cuando pillo unas vacaciones y puedo volver a mi barrio, y pasear en el paseo marítimo que tengo cerca de casa... pues es diferente. Cuando me fui de Málaga estaba harto pero ahora me encanta volver por poco tiempo y volver a sentirla como no la sentía cuando estaba viviendo ahí.

Total, que me confundo: que saber de donde eres o donde te sientes como en casa es muy relativo, quizás todos tenemos añoranza de lo que no tenemos. Pero eso de elegir todo un país como "tu casa" me parece un sinsentido, especialmente teniendo un país tan rico culturalmente como España, situado en una región tan culturalmente impresionante como es Europa y ésta a su vez en un lugar tan cojonudo como es La Tierra. Tu casa es tu barrio (o barrios) la casa de tus padres, el parque donde jugaste de pequeño, y cosas como esa.

César dijo...

Juanma: Yo nunca he acabado de comprender eso del "sentido de pertenencia". Yo no siento que pertenezca a ningún lugar, ni que ningún lugar me pertenezca (salvo mi casa, que he pagado por ella). Es decir: yo no soy de donde siento ser, sino de donde estoy a gusto... Por cierto, Juanma, he perdido tu dirección de e-mail. ¿Podrías mandarme un correo para recuperarla?

Rickard: Te leo y podría firmar todo lo que dices. Tus palabras me parecen tan razonables que no entiendo cómo alguien puede ponerlas en entredicho. Supongo que compartimos puntos de vista muy parecidos. Quizá porque ambos somos catalanes trasplantados a otras regiones durante la niñez.

Jose Antonio: Como decía Rilke: "La verdadera patria de una persona es su infancia". Yo no me siento unido sentimentalmente a Madrid, aunque haya vivido aquí siempre. Me siento unido a Chamberí, mi antiguo barrio, el lugar donde transcurrió mi niñez. Pero ni siquiera al barrio, sino a los recuerdos que me trae ese barrio.

Juanma dijo...

César, ahora mismo te envío un mensaje con mi dirección de correo electrónico. :)

Laura T. Marcel dijo...

Creo que lo importante es que cada uno se sienta de donde le apetezca y que nadie tiene que juzgarle. Ayer mismo, día de la hispanidad que yo no siento en absoluto, discutía con unas amigas porque decían que habían puesto una bandera española en la TV1 y que no hacía falta. Y yo les dije que si hubieran puesto una senyera en la TV3 el 11 de setiembre no les habría parecido mal, siendo en todo caso, lo mismo. Pienso que esto es criticar por criticar. Yo soy catalana, independentista, no me considero superior, ni mucho menos, y tengo amigos en todas las provincias de España. Pero mi sentimiento es el que es y no me meto con nadie. ¿Por qué se tienen que meter los demás conmigo? Vive y deja vivir, ese es el lema que se tendrían que aplicar muchos y no hablar tanto que la boca grande hay que tener el culo limpio.

Laura T. Marcel dijo...

perdón por haberme comido unas palabras:
Para tener la boca grande hay que tener el culo limpio.

León Arsenal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
León Arsenal dijo...

Pleno. Seis de seis en el centro de la diana. Felicidades por la puntería y un abrazo, César.

César dijo...

León Arsenal: ¡Por Júpiter, qué sorpresa! Cuánto tiempo sin saber de ti, amigo... eh... León (nunca he sabido cómo llamarte). He visto tus libros en las librerías, pero es una alegría saber que sigues vivo y coleando. Un abrazo.

León Arsenal dijo...

Sigo vivo y dando guerra, y ya sabes que puedes llamarme como quieras. Ya coincidiremos tarde o temprano, fijo.

Jesús dijo...

Me ha encantado, nunca he entendido a los que que dicen eso tan gracioso de "soy español, ¿a qué quieres que te gane?" como si las cualidades de los Gasol, Rafa Nadal, Inesta o Fernando Alonso (en sus buenos tiempos) pasaran por infusión a los que hemos nacido dentro de las mismas fronteras. Fronteras que, al fin y al cabo, estás donde están por pura casualidad.