miércoles, septiembre 5

El oficio de escribir (I)



            ¿Se puede vivir de la escritura? Y si se puede, ¿cómo se consigue? Estoy en varios grupos de escritores (o aspirantes) en Facebook, y esas dos preguntas se repiten con frecuencia. Es lógico; cualquiera que le guste escribir desea en el fondo de su ser ganarse la vida con esa actividad. Un refrán oriental reza: “Trabaja en lo que te gusta y no trabajarás jamás”. Bueno, no es del todo cierto, pero la idea general tiene sentido. El problema es que las respuestas que leo a esas cuestiones se me antojan, con frecuencia, erradas, o cuando menos despistadas, así que voy a intentar aportar mi granito de arena.

            Respondiendo a la primera pregunta: Sí, se puede vivir de la escritura; yo lo hago y conozco a bastantes escritores/as que también lo hacen. Vale, esa era la pregunta fácil. La otra -cómo se consigue- es la jodida. De entrada, aclararé que no existe ninguna fórmula, ningún método, cuyo seguimiento garantice el éxito literario. Puedes hacerlo todo bien, incluso muy bien; qué demonios, puedes ser un puto genio y no comerte un rosco. ¿O hace falta recordar que Kafka, uno de los autores más importantes e influyentes del siglo XX, apenas consiguió publicar nada en vida? Tras este pequeño y desalentador detalle, vamos a reflexionar un poco sobre el asunto.

            NOTA: Seguro que hay un montón de excepciones a lo que voy a decir. Antes de perder el tiempo arrojándomelas a la cara con desdén, preguntaos si vuestra objeción es la norma o, eso, algo excepcional.

            A mi entender, hay dos formas de vivir de la escritura. En primer lugar, ser un “escritor prestigioso”; y me refiero a prestigio crítico y académico. Os sorprendería saber los poquísimos libros que venden muchos escritores españoles actuales considerados de primera categoría. Parte de ellos tienen otra profesión, que es la que les da de comer; pero otros, que no llegan a vender ni cinco mil ejemplares anuales de su obra, consiguen vivir de la literatura. ¿Cómo? Pues precisamente gracias al prestigio crítico que consiguen sus libros; eso les abre la puerta a otra clase de actividades remuneradas, como conferencias, talleres, artículos de prensa, jurados, asesoría editorial, mesas redondas, etc. Es decir, la pasta la sacan de esas actividades paralelas relacionadas con la literatura. Ahora bien, ¿cómo se convierte uno en escritor prestigioso? Ah, amigo, qué buena pregunta. Por desgracia, al no entrar en esa categoría, no puedo responderla.

            La segunda forma de vivir de la escritura es la más evidente: vender muchos ejemplares de tus libros. Ese es mi caso; y me apresuro a aclarar que cuando digo “muchos” me refiero a los suficientes para que los derechos de autor te permitan llevar una vida más o menos desahogada. ¿Cómo se consigue eso? Tranquilos, no voy a ponerme como ejemplo; cada escritor es un mundo y no se puede generalizar. Además, no hay fórmulas, ¿recordáis? No obstante, podemos intentar buscar pautas y deshacer algunos malentendidos.

            Pero antes una declaración de principios. Personalmente, como lector y escritor, me parece mucho más fácil escribir de forma farragosa que de forma fluida, mucho más fácil escribir aburriendo que divirtiendo, mucho más fácil escribir complicando artificialmente el texto que buscando la sencillez, mucho más fácil escribir con oscuridad que con claridad. Si quieres tener muchos lectores, debes escribir para los lectores; siempre a su favor, nunca en su contra. Me apresuro a aclarar que cuando digo que debes escribir para los lectores, no me refiero a que escribas lo que crees que quieren leer los lectores. Eso de ninguna manera; lo que escribas es asunto tuyo, y depende de tus intereses y tu sensibilidad. Pero la forma en que lo escribes, amigo mío, eso pertenece a los lectores. Vamos ahora con algunos malentendidos.

            “Con una idea cojonuda se escribe una novela cojonuda”. Falso. Esa idea tan maravillosa que tienes, ese argumento tan ingenioso y chispeante que has pergeñado, no es prácticamente nada. Es barro. Puede que sea un barro de primera, caolín de Limoges; pero todo dependerá de lo que hagas con él. Recuerda que con el mismo barro se puede hacer una cerámica de Picasso o una horterada de Lladró.

            “Para aprender a escribir hay que escribir, escribir y escribir hasta que te sangren los dedos”. Bueno, sí; hay que practicar mucho. Pero con eso no basta. Para aprender a escribir hace falta, sobre todo, reflexión. Hay que reflexionar sobre la técnica narrativa y sobre los propios errores. Si lees una novela y el autor te ha emocionado de alguna manera, debes reflexionar sobre cómo el autor ha conseguido emocionarte. Si te equivocas, debes primero darte cuenta de que te has equivocado, y a continuación reflexionar sobre cómo corregirlo. Debes reflexionar, reflexionar y reflexionar hasta que te sangren las neuronas; y luego poner en práctica tus reflexiones. Y después reflexionar sobre los resultados. Sin reflexión, por mucho que escribas no harás más que repetir una y otra vez los mismos errores.

            “Para escribir hace falta un don especial”. Cada vez que oigo esto me dan ataques de caspa. No existe un “gen de la escritura”, ni hay un dios que te toque con la gracia literaria. Lo único que hay es trabajo y pensamiento. Y bueno, sí, algo más: también está tu sensibilidad, tus conocimientos, tu curiosidad, tus aficiones e intereses, tu bagaje cultural, tu autoexigencia… pero nada de eso es innato, sino adquirido y cultivado. De modo que, ¿un don? Y una mierda. De hecho, si crees tener un don para la escritura, lo que en realidad tienes es un ego demasiado grande.

            “Escribo para mí”. Pues si escribes para ti, ¿para qué narices quieres publicar? Vale, está claro que el primer lector de lo que escribes eres tú mismo, pero no eres un buen juez. Porque eres tu propia abuela y vas a ser muy indulgente. Todo escritor, aunque lo niegue, desea en el fondo de su ser tener lectores, y cuantos más mejor. Pero los lectores son unos hijos de puta que no te van a perdonar ni una. Escribes para otros; jamás lo olvides. Ahora bien, si sólo escribes pensando en los lectores, es muy posible que acabes cagándola. Porque, ¿quiénes son los lectores? Ni idea. Debes buscar un espacio situado entre tú y los otros. No es fácil de encontrar, pero existe.

            “Hago arte”. La literatura es un arte, sin duda. Pero si escribes con el propósito de hacer ARTE, lo más probable es que acabes escribiendo una mierda pretenciosa. No intentes hacer arte; proponte hacer artesanía. Y si tienes suerte, a lo mejor te conviertes en un artista. Y si no la tienes…, en fin, ser un buen artesano tampoco está nada mal.

            “¡Soy escritor, oh, oh, oh!”. Los escritores –los “artistas” en general- están envueltos en una especie de aura mágica que hace que los demás (lectores o no) se aproximen con reverencia y admiración. Lo he comprobado personalmente muchas veces cuando, al participar en algún acto público, la gente se ha acercado a mí como si estuviera asistiendo a una aparición mariana. Huye de eso, porque si te lo crees acabarás convirtiéndote en un gilipollas. Por esa razón procuro no “presentar” mis libros, y eludir las ferias y las firmas (que no sirven para nada, salvo para dar lustre al ego). Desconfía del folclore literario. Considérate un simple profesional, como un fontanero o un ebanista. ¿He dicho “simple?... Qué narices, ser un profesional ya es muchísimo.

            “Para mí escribir es tan necesario como respirar”. No me jodas, ¿en serio? Prueba a estar quince minutos sin escribir, y luego prueba a estar otros quince sin respirar, a ver qué pasa. No hagas literatura con la literatura. De acuerdo, te encanta escribir, es tu pasión; pero no te pongas ni cursi ni estupendo. Sé humilde.

            “Escribir con brújula”. Dicen que hay dos clases de escritores: los “de mapas”, que antes de ponerse a escribir ya han diseñado el argumento y estructurado la trama, y los “de brújula”, que empiezan con una vaga idea y van desarrollando el argumento mientras escriben. Yo soy, descaradamente, un escritor de mapas. Eso no quiere decir que antes de darle al teclado sepa de qué va el 100 % de la novela; pero debo saber cómo empieza, cómo acaba y las parte de entre medias más importantes. Digamos que con haber previsto un 40 o un 50 por ciento del texto me basta. Tampoco significa que sea inflexible con mis planes; si mientras escribo se me ocurre algo mejor, no tengo el menor problema en cambiar de idea. De hecho, muchas de mis novelas empiezan o acaban de forma diferente a mis iniciales previsiones. Pero debo partir de una estructura inicial, porque si no, me pongo a divagar y no llego a ninguna parte.

            El caso es que no lograba entender cómo lo hacen los escritores de brújula. Vamos a ver, yo necesito conocer la mayor parte del argumento porque eso me permite trazar una estrategia narrativa. Una estrategia para darle garra al texto, para presentar la historia de forma más interesante y para atrapar (en realidad manipular) al lector. ¿Cómo conseguían hacer eso los escritores de brújula?, me preguntaba. ¿Cómo mantenían el ritmo y evitaban los rodeos y digresiones? Ni idea.

            Colecciono libros de escritores que explican sus procesos de escritura. Tengo un montón; de Vargas Llosa, de P. D. James, de David Lodge, de Edith Wharton, de Haruki Murakami… pero ninguno de ellos me aclaraba cómo demonios se escribe con brújula. Hasta que cayó en mis manos Mientras escribo, de Stephen King. Porque King se declara escritor de brújula y, gracias al cielo, explica cómo lo hace. De entrada, parte de una idea mucho más elaborada de lo que yo suponía. Luego se pone a escribir y escribe todo lo que se le pasa por la cabeza. Si en una escena tiene dos opciones, escribe las dos. Luego, cuando ha acabado el primer manuscrito, no se limita a corregirlo: lo rehace. Añade, quita, reestructura, cambia… Ese es el secreto: reescribirlo. A mí me parece que ese sistema es más trabajoso; pero si a él le va bien –y evidentemente le va muy bien-, pues genial.

            La lección de esto es que, si eres un escritor de brújula y no reescribes tus manuscritos, mal. Pero que muy mal.

            “Sé todo lo necesario para escribir una novela”. ¿De verdad? Pues yo estoy convencido de que si en algún momento me creo que ya domino mi oficio, ese día estaré muerto como escritor. Escribir es ser siempre un aprendiz. Mi consejo: exígete más de lo que puedes dar. Y otro consejo: no escribas sobre lo que conoces, sino sobre lo que no conoces.

            Y eso es todo por ahora, queridos merodeadores. En el siguiente post continuaré reflexionando sobre este trabajo tan raro que me ha dado por ejercer.

45 comentarios:

Ana Glez Duque dijo...

No me ves, pero estoy aplaudiendo de pie. Es sabiduría en estado puro este post, pero con todo tu humor maravilloso (me ha arrancado una carcajada lo del «ataque de caspa») Me ha encantado.

César dijo...

Ana González Duque: Tampoco me ves, pero te estoy lanzando besos. Eres un encanto de merodeadora.

Luis Millán dijo...

A mi ninguna afición me ha creado tanta frustración ni tanta satisfacción como escribir. Lo que aquí describes es la pura realidad para el 90% de los escritores,otra cosa son los que se autoengañan.

Clara MM dijo...

Genial reflexión, César. Estoy de acuerdo en todo, y lo argumentas maravillosamente. Lo de la sencillez es fundamental. Creo que es mucho más difícil escribir una soleá machadiana que un soneto. Mucho más difícil llegar al lector que abrumarle y aburrirle. Gracias.

cucatraca dijo...

Te he descubierto gracias a Ana González Duque a través de su grupo "El escritor emprendedor". Me han encantado tus disertaciones sobre el oficio del escritor y juraría que también podrían ser extrapolables a la ilustración. Seguiré con sumo interés el resto de entradas. Gracias por aportar tanta luz , lógica y sentido del humor :)

Itziar Sistiaga dijo...

Fantástico. Yo también aplaudo.
Enhorabuena por ser tan honesto, directo y sensato.
Un beso.

David Monedero dijo...

Bravo, cuántas verdades en tan poco espacio.

Mariana Eguaras dijo...

A más de un escritor le enviaría estas palabras. :D
Se agradece el humor, que ayuda a amortiguar verdades.

Elena Rius dijo...

Bravo por este artículo, César. Por mi profesión, estoy en contacto con muchos aspirantes a escritores, y me encuentro una y otra vez con el que cree tener "talento" (a saber lo que es eso) porque en su casa le jalean cualquier cosilla que escribe o con el que piensa que esto de escribir una novela es muy sencillo, y se lleva las manos a la cabeza cuando le dices que hay que reescribir y reescribir y reescribir. Textos como el tuyo deberían ser de lectura obligada.

Juan H. dijo...

Genial post, César, explicas genial el oficio, porque es eso un oficio, una artesania que al orfebre que cuenta historias, le lleva miles de horas de trabajo y miles de folios en la papelera( crear personajes, situaciones, tramolla, hacerlo creible, es vamos, más que complicado) el que no quiera verlo así mejor que se cambie de profesión(es como creer que venimos por generación espontanea y no de una evolución), y lo del talento, me parece una gilipollez de incapaces,y escribir creo que también tiene algo de sadomasoquista, ( es agridulce, placer y tormento) aunque por mi agurmento el marqués de Sade debería estar por encima de Shakespeare y Cervantes y no es así, por cierto me quedo lo del " caolín de Limogenes" hacia siglos que no escuchaba algo así y me partí de risa, y por cierto este verano leí tu recomendación de John Connolly y me encantó el primer libro de Charlie Parker y me agencié "el Juego de los Herejes", está genial!! un novelón, desde aquí lo recomiendo a todos, hay que rescatarlo. Un abrazo César!!
Juan H.

César dijo...

Joaquín: Eso de los dedos sangrantes se lo leí a un aspirante a escritor que estaba pontificando en FB, no es una expresión mía. Y, coño, no te preocupes: hablo de escribir profesionalmente, no de escribir en general.

Oren: Tienes razón; escribir es un ejercicio de constante frustración. A veces me pregunto si no seré un poquito masoca. Casi mejor es autoengañarse y que todo lo que salga de tu teclado te parezca magistral. Bueno, no, no es mejor. Pero sí tentador...

Clara Martínez: Gracias, amiga mía. En efecto, no hay nada más complicado de alcanzar que la sencillez. Y el ejemplo que pones de A. Machado me parece muy oportuno. Es un poeta trasparente, sencillo en sus imágenes, casi humilde... pero también es el poeta que más consigue emocionarme (y hacerme pensar).

Cucatraca: No sé si lo que digo es extrapolable a la ilustración, porque con un lápiz en la mano soy un burro (qué envidia me dan los dibujantes). No obstante, creo que parte de mis reflexiones es aplicable a cualquier proceso creativo.

Itziar Sistiaga: Vaya, gracias (me sonrojo). Lo que desde luego intento ser es honesto, eso sin duda.

David Monedero: Gracias, amigo mío. No sé si son verdades, pero sí "sinceridades".

Mariana Eguaras: Para mí el humor es vital, la sal de la vida. Lo considero algo así como un lubricante que hace que las cosas funcionen mejor; o, al menos, con más suavidad.

Elena Rius: Ya sabes lo mucho que valoro tus opiniones, así que gracias por esas palmaditas en la espalda. Eres estupenda.

César dijo...

Juan H: Coño, amigo mío, no me des tanto jabón que voy a acabar volviéndome gilipollas (¿o debería decir "más gilipollas"?). En efecto, como le decía a Oren, escribir tiene un punto de masoquismo. Pero es lo que mejor se me da, qué le vamos a hacer. Me alegro de que te haya gustado Connolly; para mi gusto es uno de los mejores autores de novela negra en activo

Juan H. dijo...

No te preocupes que el jabón que doy yo es el de Heno de Pravia, que es bueno y hace poca espuma, además, aquí que no nos oye nadie, eres un gran escritor! de gilipollas nada, si hubieses nacido fuera de este pais, otro gallo cantaría...aquí se apoya poco a la creatividad, se hace leña del árbol caido, el mundillo de los escritores es a ver quien la tiene más grande, la novela claro, y así nos va...
Juan H.

César dijo...

Juan H: Hala, ya lo has conseguido: me he vuelto gilipollas del todo :D Mira, aunque sea en este país tan frustrante, he conseguido vivir de lo que me gusta hacer. Lo único que me queda es estar agradecido. Por ejemplo, a ti. Gracias, amigo mío.

Álvaro Paris Ortega Bonilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Álvaro Paris Ortega Bonilla dijo...

Muchas gracias por compartir tu experiencia, César. Efectivamente, ser escritor (como en cualquier profesión que tiene público) es un oficio que requiere protegernos contra todas esas cosas que pueden hacer que despegues los pies del suelo.

Me paso por aquí para decirte que en tu "arte-sanía" se aprecia toda esa sencillez que has referido varias veces a lo largo del artículo. Enhorabuena por el artículo.

Samael dijo...

supongo que tienes reservado un apartado para hablar de los premios literarios, así que me espero, viejo jamergo. ;-))

silviamartinezmarkus dijo...

Muchísimas gracias por una entrada con tanto sentido común.¡Qué alivio!

Blogmaster dijo...

Alegría....

Izaskun dijo...

Viva el sentido común, la sencillez y la humildad con la que presentas "verdades como puños".Me ha encantado, César.

César dijo...

Álvaro Paris Ortega Bonilla: Es cierto, los escritores somos proclives a la "egotitis" (inflamación del ego). Para evitarlo, cuando empiezo a sentirme demasiado satisfecho conmigo mismo, pienso en Borges o en García Márquez y recupero el sentido de mi propia pequeñez. Gracias por apreciar la sencillez de mi modesta artesanía.

Samael: Sí, supongo que hablaré de los premios literarios. Aunque todavía no sé qué demonios voy a decir...

Silvia Martínez-Markus: Gracias a ti, amiga mía. Supongo que cuando hablas de "alivio" te refieres a la ausencia de pedantería, ¿no? Es que tengo una cruzada personal contra lo pedante. Por cierto, cómo mola la segunda parte de tu apellido compuesto.

Izaskun Albéniz: No sé si son verdades como puños... Pero sinceridades como puños, sí. Un abrazo.

Carlos del Río dijo...

Simplemente genial, César. Es lo que intento inculcarles a mis alumnos de escritura creativa (y lo que sudo). Me parece que hasta que no entiendes lo que explicas aquí, no empieza a crecer tu carrera literaria. Un abrazo.

César dijo...

Carlos del Río: Qué difícil se me antoja ser profesor de escritura creativa... Y no porque la materia que impartes sea muy compleja, sino por todo lo contrario. Si nos fijamos, las ideas que he expuesto en el post no son muestras de sublime sabiduría, para nada. Son ideas muy sencillas, evidentes, ideas de sentido común. Pero he comprobado muchas veces que lo más evidente es lo primero que se pierde de vista. Enseñar a escribir es transmitir unas ideas muy simples. Tan simples, que el que las escucha piensa "Qué tontería", y al segundo siguiente se olvida de ellas. En fin... Un abrazo.

maya dijo...

Hola Cesar, estoy iniciando en la escritura y ahora, gracias a ti, reconozco que escribo con brújula, parto de una idea y voy construyendo, hasta cerrar un primer borrador, luego pongo todo de cabeza, para después reescribir lo que es un segundo borrador para revisión final.

Ya intente en una ocasión escribir con una estructura o un mapa, pero no me funcionó, me animo a pensar que es porque apenas estoy dando mis primeros pasos, acabo de terminar mi primer libro y aunque quede contento con la obra final, siento que lo pude haber hecho mejor, no se si es por escribir a brújula o por esa manía personal de dudar de todo.

Gracias por tomar tu valiosisimo tiempo, en hacer estos aportes para aquellos que aún estamos en pañales "metaforicamente hablando" en este interesante y maravilloso mundo de la escritura.

Un saludo muy especial a Ana Gonsalez Duque, gracias a ella llegue a leer este maravilloso post.


Un saludo a tod@s.

César dijo...

Maya: Yo no puedo escribir con brújula, no sé cómo hacerlo. Pero conozco a un buen número de escritores cuya obra me gusta y escriben de esa manera. Y también conozco escritores de mapas que me encantan. Eso significa que ninguno de los dos métodos es mejor que otro. Cada autor elije el sistema que le va mejor, eso es todo.

Hace muchos años, antes de dedicarme profesionalmente a la escritura, escribí una novela de 500 páginas. Me llevó más de un año y mucho esfuerzo. Y era mala. Tan mala que acabó en la papelera. Pero aprendí muchísimo con esa novela; sobre todo lo que no debía hacer, pero también lo que sí podía hacer. Ahora, visto con perspectiva, creo que ese tiempo y esfuerzo, en apariencia inútiles, fueron en realidad muy provechosos. No sé si ese libro que has terminado es bueno o malo, pero te garantizo que, sea cual sea su calidad, ha supuesto un paso adelante. Un abrazo.

Jarl-9000 dijo...

Aplaudo esta serie de posts y esperaré ansioso cada una de sus entregas.

Básicamente, estoy de acuerdo con todo lo que dices. Son ideas que he ido intuyendo a lo largo del tiempo, pero agradezco verlas expuestas aquí con claridad porque eso siempre supone una ayuda. Paradójicamente, creo que ser consciente de todo ello es en gran medida lo que me frena para implicarme más en escribir. A veces, la inconsciencia es una bendición.

Por otra parte, me ha llamado especialmente la atención la forma de escribir en brújula de Stephen King. Yo tampoco me imaginaba que fuera algo así. A pesar de ello, recuerdo que una vez me planteé hacer eso mismo ante un bloqueo por no saber qué camino tomar en una historia, si bien es verdad que la perspectiva de tener que escribir y reescribir tanto (cuando me cuesta la misma vida hacerlo) me dio tal vértigo que lo deseché de inmediato. No sé, tal vez deba replanteármelo. Por lo general, soy una persona a la que le cuesta tomar decisiones, así que puede que esta sea una buena manera de comprobar qué devenir es mejor para la historia.

Una vez le leí a Rafa Marín que escribir consistía en tomar decisiones continuamente y, maldita sea, cuánta razón tenía. Da igual lo mucho que planees una trama, incluso una escena, que a la hora de escribir vas a tener que seguir tomando decisiones en el momento. Y aunque sean de menor importancia, detalles al fin y al cabo, son precisamente los detalles los que otorgan vida a una historia.

César dijo...

Jarl-9000: Cuando planifico una novela hago algo así como trazar los planos de una casa. Por aquí se entra, por aquí se sale, aquí está el hueco del ascensor, esta es la zona de servicio... Pero no incluyo la distribución; hay amplias zonas por tabicar. Y, por supuesto, el mobiliario y la decoración no están incluidos. De modo que al escribir, como ya tengo los muros maestros, me dedico a colocar los tabiques y los muebles así como a decorar. Es decir, tramos del argumento y los detalles. Porque, como afirma un dicho anglosajón: "dios está en los detalles".

En efecto, escribir es un no parar de tomar decisiones. O, lo que es lo mismo, disponer de un montón de oportunidades para equivocarte.

Anónimo dijo...

Uno de los libros que mas me han gustado sobre el oficio de escribir son: uno de Orson escot Card publicado en Alamut, muy bueno; y unas conferencias que dio Muñoz Molina hace años (el arte de la ficción). Este ultimo comparaba la escritura con una casa también. Y un libro que me ayudó a entender cómo escribir con mapa es de Sanchez-Escalonilla, sobre el guión de cine, pero es extrapolable en muchos aspectos a la novela (de hecho no solo disecciona películas sino tb novelas).

Aq sinceramente los escritores que más he admirado siempre ha sido a los pulp, como tu padre o corin tellado (aq reconozco no haber leído ni una sola novela suya, de tellado), capaces de escribir una novela a la semana, y otra y otra. Y vivían de ello, aq eran auténticos esclavos de la letra (lo q tb se traducía en cierta sumisión del texto a la temática). Pero escribir 200 novelas sobre un tipo con dos pistolas y antifaz, caray, hay q darle al coco.

Y de Conolly, leí la de Parker (la primera), pero uff...me esperaré a leerme la segunda. Me gustaron mucho unos relatos de terror (guiones de radio novelados): Nocturna, con una amplia diversidad de temas (desde vampiros a casas encantadas, y cualquier parafernalia del género) y muy bien tratados, y con originalidad. Creo que ha escrito otra recopilación. Es muy recomendable.

Y lo de escribir para los lectores no estoy muy seguro. Depende de los intereses de cada cual. Algunos escriben lo que escriben porque es lo que les gusta o lo que les tira escribir, claro que luego las pasan perras para publicar, claro, y obviamente no cubren ni gastos. Supongo que hay escritores de todo tipo. Lo q sí es verdad creo es algo que le oí a Javier Negrete. Según él, no sabía como pensarían sus novelas los escritores en el XIX, pero para él era inevitable la influencia del cine. Él idea historias que trata como en el cine, solo que narradas. Y creo que en la mayoría de los casos es así.

Y me encanta que le quites la aurora mística al arte de escribir. La comparación con una artesanía es de las más acertadas en mi opinión.

Mazarbul

César dijo...

Mazarbul: A mí el lenguaje cinematográfico me ha influido muchísimo; tanto es así, que suelo emplear el narrador como si fuera una cámara. Las técnicas narrativas del cine y la novela no son iguales, pero se parecen mucho. De hecho, fíjate en la cantidad de novelas que se han adaptado al cine.

Cuando digo que hay que escribir para los lectores, no me refiero al tema, ni al argumento, ni a los personajes, ni a las ideas. Todo eso pertenece al autor. Me refiero a la forma en que se narra la historia. A la técnica narrativa.

Sònia Sureda Baró dijo...

Yo creo que para escribir se necesita tener, aunque sea un poquito, madera de escritor. Sólo con trabajo y reflexión se escriben páginas. Y eso no es escribir. La reflexión sin intuición es un bluf. Una forma de pensar cursi, simplona o inmadura, por muchas horas que le pongas de trabajo y reflexión, nanai de la china.

César dijo...

Sonia Sur: Con eso de madera de escritor, ¿quieres decir que se nace escritor? No lo creo; el escritor se hace. ¿La reflexión sin intuición es un bluf? Disculpa, pero creo que eso es no acabar de entender lo que es la intuición. No es algo mágico, ni un poder sobrenatural; es la actividad del inconsciente alimentada por conocimientos previos y, sí, por la reflexión. La intuición es importante, por supuesto, pero nadie es escritor sólo por la intuición, sin reflexión ni trabajo. ¿Mi forma de pensar es cursi, simplona e inmadura? ¿Y eso lo dices tú? En fin...

Sònia Sureda Baró dijo...

Yo no he dicho nada de tu forma de pensar. Cuándo?Nunca me meteria con nadie! Digo que si yo tengo una forma de pensar cursi o simplona y no tengo caracter, aunque trabaje mucho y reflexione mucho, mis textos seran cursis y simplones y no tendran caracter. Me ha pasado! Madera de escriptor seria una mezcla de talento (como el buén pintor o el mal pintor), ganas, tener la necesidad de contar algo y tener una manera particular de contar ese algo. El caracter que da identitat a un escritor, o se tiene o no se tiene. No se aprendre en talleres. A eso me referia.
Me ha sorprendido mucho tu “en fin...” y sus puntos suspensivos :(

Bona nit

César dijo...

Sonia Sur: Disculpa, te he malinterpretado (tu primer comentario es un tanto confuso, o a lo mejor es que yo estoy un poco tonto). Borra el "en fin" y los puntos suspensivos. Verás, se puede y se debe aprender a escribir. Y no hablo de talleres, sino de un aprendizaje personal. Hay que aprender a manejar las técnicas literarias, hay que leer, hay que reflexionar y hay que practicar. Ahora bien, el "alma" de lo que escribas es otra cuestión. Una novela es una especie de destilado de lo que lleva dentro el escritor, y en efecto, si lo que hay dentro del escritor no es interesante la novela no lo será. Pero incluso eso, lo que lleva dentro el escritor, no es innato, sino adquirido a lo largo de la vida. Otra cosa, claro, es que el escritor sea tonto, en cuyo caso no hay nada que hacer. Ahora bien, un autor puede estar lleno de cosas interesantes, pero si no conoce la técnica lo que escriba no será bueno. De nuevo te pido perdón por mi confusión; si algún día nos vemos, te doy permiso para que me des un capón :-) Un beso.

Sònia Sureda Baró dijo...

Entiendo lo que dices y lo encuentro interesante.
Me quedo más tranquila, con capón o sin capón :-)

José Antonio Flores Vera dijo...

Es de los pocos textos de blog que he leído de un tirón, que he leído, punto. Aplausos..

César dijo...

José Antonio Flores Vera: Me alegro de que te haya interesado.

Xosé French Diéguez dijo...

Extra- ordinario. Graciad desde Argentina!!!!! Hostiás!!!!!!

Olga Cuellar dijo...

Gracias!!!!

ANA DAITÁN dijo...

He leído tu post y estaba entre riendo y aplaudiendo ya que cuentas verdades como puños.

Por fin alguien ha dicho:"escribe de lo que no conoces, no de lo que conoces". Leer esto último ha sido un soplo de aire fresco, ya que parece que muchos se empeñan en decir lo contrario. Porque si tienes que crear algo nuevo... ¿no es mejor pasártelo bien investigando aquello que desconoces y adquirir una nueva experiencia?

Es verdad que nadie nace con un "don" o "gen" de escritor, ni se nace "genio"(de ahí que me quede con la boca abierta cuando muchos dicen que algunos escritores son unos genios desconociendo que la verdadera genialidad es el trabajo constante que hay detrás), pero algo que sí tienen los escritores, y nadie puede negar, es una gran sensibilidad y creatividad.

Tus posts son unas verdaderas joyas, que siempre tendré en cuenta.Y si algún día llegamos a conocernos, en vez de tratarte como "una aparición mariana", te estrecharé la mano y te invitaré a un café (o a una tapa, lo que se brinde).

Un fuerte abrazo.

César dijo...

Ana Daitán: Qué bien que te haya gustado el post. A ver cuándo se hace realidad ese café (o tapa). Un abrazo.

Alberto Rodríguez López dijo...

Esto es maestría pura simple y divina. La certeza de que hay quien sí y quien no se queda pequeña por la experiencia y la sabiduría.

Anónimo dijo...

¿Que te hizo querer ser escritor? ¿como supiste que era lo que realmente te gustaba hacer ?

César dijo...

Anónimo de las 7:50: Responder a tu primera pregunta sería largo, muy largo; pero podría resumirlo diciendo que mi padre era escritor. Respecto a la segunda, es fácil: haciéndolo.

Anónimo dijo...

¿Que carrera debería elegir si quiero desarrollar o evolucionar mi escritura?

César dijo...

Anónimo de las 2:19: La que prefieras. A escribir no se aprende en la universidad.