viernes, junio 22

Tontos



            Nadie, pero absolutamente nadie, reconoce ser tonto. Con frecuencia he encontrado a personas que admiten abiertamente que son torpes con las manos, o físicamente débiles, o malas para las matemáticas, o cualquier otro defecto que se os ocurra. ¿Pero que son tontos?... eso ni de coña. Nadie te dice: “Perdona que no hable mucho, pero es que soy idiota y no tengo nada interesante que decir”. No, más bien todo lo contrario.

            Porque esa es otra; cuanto más tonta es una persona, más inteligente se cree. Eso hasta tiene nombre: el efecto Dunning-Kruger. Básicamente consiste en “un sesgo cognitivo que lleva a los individuos con escasa habilidad a sentirse superiores a otras personas más preparadas”. Lo cual se traduce en que “cuanto más incompetente sea una persona en un área en particular, menos cualificada estará para evaluar la habilidad de otras personas en esa área y, del mismo modo, para evaluar su propia habilidad”. Si esto ocurre no es -sólo- por vanidad, sino porque los tontos carecen de la información y de la pericia necesarias para autoevaluarse.

            Existen dos clases de ignorancia. La de primer tipo se produce cuando sabes que ignoras algo. Por ejemplo, yo sé que existe la mecánica cuántica, pero no tengo ni zorra idea de en qué consiste. La segunda clase de ignorancia, o ignorancia profunda, sobreviene cuando ni siquiera sabes que ignoras algo. Un ejemplo: hasta hace poco se creía que la expansión del universo se veía frenada por la gravedad. Pero recientemente se ha descubierto que, por el contrario, la expansión se está acelerando. Lo cual puede significar que existe una quinta fuerza en la naturaleza. Que no sabemos lo que es; pero antes ni siquiera sabíamos que existía. Eso es ignorancia profunda. Pues bien, los tontos poseen tan escasa información que creen que lo que conocen es todo lo que hay que conocer. De modo que se consideran a sí mismos sencillamente geniales. O, dicho de otra forma: cuanto menos sabes, más crees saber. Y viceversa.

            Pero hay otro aspecto que viene a enturbiar el asunto: la inteligencia se manifiesta de diversas formas; hay varios tipos de inteligencia. Alguien puede ser muy brillante en algún aspecto y un perfecto mastuerzo en todo lo demás. O al revés. Como es lógico, tendemos a mostrarle al mundo nuestra mejor cara, así que solemos exponer nuestras habilidades intelectuales y ocultar, en lo posible, nuestras carencias. Por eso hay escritores que siempre van por la vida de literatos, pintores para los que todo es estética, o ingenieros que sólo ven números. Si alguien destaca en algo, se envuelve en ello. Y así disimula que, en el fondo, es muy probable que sea idiota.

            En lo que he escrito hasta ahora resulta fácil detectar un torticero uso de la tercera persona. Vengo a decir: “La gente es tonta y no se da cuenta”. Pero cuando digo u oigo decir eso, me viene a la cabeza el texto de unas vallas publicitarias situadas en las autopistas de entrada a Londres: “No estás en un atasco. Eres parte del atasco”. Porque, teniendo en cuenta el efecto Dunning-Kruger, ¿cómo sé que yo no soy tonto? ¿Cómo lo sabéis vosotros?

            Si examino mi vida, me abruma la cantidad de tonterías que he cometido. Desde que era niño hasta ahora; no he parado de hacer el tonto. De hecho, no sé ni cómo he podido llegar a mi avanzada edad con una situación personal más o menos acomodada. Lo más lógico sería que estuviese recogiendo cartones (y recogiéndolos mal). Vale, puede ser un error de perspectiva; sólo tengo en cuenta los fallos y no los aciertos. Pero, aun así, creo que en mi trayectoria vital hay cierto sesgo de estupidez. Y no, no voy a poner ejemplos; tampoco es cuestión de avergonzarme.

            Pero, claro, algunas cosas las hago bien; hay actividades en las que sobresalgo de la media. Y en eso me refugio; de esa manera engaño a la gente haciéndola creer que soy más listo de lo que en realidad soy. Pero, ¿qué pasa con los demás aspectos de mi personalidad?

            Aceptemos el modelo de las “inteligencias múltiples”. Hay quienes las cifran en doce o más, pero me ceñiré al modelo clásico de Gardner, que las circunscribe a ocho. Voy a puntuarme en cada una de ellas del cero al diez.

            1. Inteligencia lógica. Seré generoso y me endosaré un 7.
            2. Inteligencia lingüística. Presuntuosamente me pondré un 8.
            3. Inteligencia corporal. Es decir, habilidades cinestésicas como los bailarines o los atletas. Como tengo dos pies izquierdos, voy a ponerme un 2.
            4. Inteligencia musical. Un 1, porque el cero queda feo.
            5. Inteligencia espacial. Un 6 pelado.
            6. Inteligencia naturalista. La capacidad de entender y moverte por la naturaleza. Me pondré un 2, porque al menos puedo distinguir un pato de una trucha.
            7. Inteligencia interpersonal. La capacidad de entender a las personas y empatizar con ellas. Aquí la cosa es compleja, porque puedo entender a la gente, incluso empatizar; pero no siempre me comporto en consecuencia. Me pondré un receloso 6.
            8. Inteligencia Intrapersonal. El conocimiento de uno mismo. Un 6 y voy que ardo.

            La nota media que obtengo es de 4’7. Eso significa que soy un tonto “fronterizo”. O, dicho de otra forma, que tengo la suficiente inteligencia para ser consciente de las tonterías que hago, pero no la necesaria para evitar cometerlas. Todo un drama. Sin embargo, eso podría ser una consecuencia del efecto Dunning-Kruger, porque también funciona al revés. Es decir, que las personas medianamente listas e informadas saben lo suficiente como para darse cuenta de que hay muchas cosas que ignoran, y se infravaloran. Así que a lo mejor no soy tan tonto como creo… Aunque alguien dijo que la verdadera inteligencia consiste en dominar el temperamento, y en eso soy un desastre.

            En el fondo, ¿no hemos sido todos bobos en alguna ocasión? ¿No lo somos en ciertos aspectos de nuestra vida? Igual que existen varias formas de inteligencia, existen diversos tipos de tontería; y sería presuntuoso negar que alguna de esas variantes nos afecta. Seamos sinceros; mirémonos a un espejo y reconozcamos que, en mayor o menor medida, la estupidez forma parte de nuestra naturaleza.

            Supongo que la mejor forma de sobrellevar la certeza de la propia tontería consiste en encontrar algo, en uno mismo, que la compense. Yo no me tengo en gran estima. Creo que hay muchas cosas en mí manifiestamente mejorables, y que poseo una insidiosa propensión a hacer el capullo. Sin embargo, hay dos características mías que me gustan lo suficiente como para compensar, al menos en lo que a mí respecta, mis múltiples carencias: la imaginación y el sentido del humor. Con eso me basta para ir tirando.

            ¿Y vosotros? ¿Sois muy listos? Seguro que sí; pero recordad que cuanto mejor os valoréis, más probable es que estéis siendo víctimas del efecto Dunning-Kruger.

22 comentarios:

Ana Glez Duque dijo...

Y lo bien que escribes ¿Eso no cuenta? Me ha encantando el artículo, creo que yo suspendería en ese test que te has hecho a ti mismo (y que no me atrevo a intentar para no hundirme en la miseria).
El sentido del humor es indudablemente el mejor de los sentidos. No hay nada más inteligente que reírse de uno mismo: le quitamos a los demás el placer de hacerlo. Un besote.

Jane Jubilada dijo...

Desde luego, César, lo que no se te puede negar es que has llevado el precepto griego "Conócete a ti mismo" hasta donde es preciso. Me has recordado el tema que me salió en las oposiciones, "La inteligencia", y pienso que si entonces (hace 40 años) hubiera leído tu escrito, lo habría completado con "La tontería" y me habría quedado redondo.
Todos tenemos que reconocer la cantidad de veces que a lo largo de la vida hemos hecho el tonto. Pero, como dices, reconocerlo ya es signo de inteligencia. Son las dos caras del ser humano y menos mal. No me gustan los seres perfectos (que, por otra parte, son inexistentes).

Samael dijo...

de la misma forma que la riqueza está injustamente repartida en el mundo, la inteligencia y la razón está espléndidamente repartida: todo el mundo considera que tiene suficiente, incluso que les sobra. Y como me ha salido redonda la frase, la voy a poner también en tu muro de FB para que todos admiren lo inteligente que soy. :-))

Juan H. dijo...

Magnifica entrada,da que pensar y mucho. Con la puntuacion no llego al cuatro,ya sabía yo que no era muy espabilado... poniendo en la balanza de conocimientos salgo mal parado. Entre lo poco que aprendí y lo mucho que olvidé...y viendolo friamente, tampoco es que no me haya ido mal, la verdad, tengo una familia, trabajo y vivo acomodado, no me puedo quejar, pero soy un Homer Simpson. Me imagino con un peto vaquero a las orillas de un pantano con una escopeta y cazando zarigüellas mientras me destrozan el huerto de rabanos.El problema viene cuando un tonto que se cree listo, un tontolisto, como decimos en mi pueblo, llega a tener puestos o cargos de responsabilidad, porque un malvado puede ser inteligente y un verdadero mal naciedo pero creo más peligroso al tonto de verdad con poder para destruir. Y otra cosa que me preocupa,¿las nuevas tecnologías no hacen más tontos por ser más dependientes? Ya no usamos la memoria...tiramos de Google.
Juan H.

Amparo Vázquez dijo...

Como siempre disfrutando con tus entradas y autoevaluándome y desde luego medianica y negada en lo espacial que no sé dónde tengo la derecha ni la izquierda.

Como dice Joaquín tonto-tonto no he conocido a nadie, ya que las personas discapacitadas quedan fuera de este ranking; pero tontos casi tontos... ¡Uffff!

Elena Rius dijo...

¡Ja, ja, César! Un buen artículo, que da que pensar. Sólo que hasta más o menos la mitad creía que todo era un preámbulo para despellejar al innombrable actual presidente de los EE. UU. (a quien le deseo todos los tormentos del infierno: quien hace daño a un niño, merece eso y más). Como ves, ni siquiera llego al nivel de inteligencia suficiente para acertar de qué va un artículo... Ahora en serio, no me considero especialmente inteligente, de hecho cada día me encuentro con personas que me parecen mucho más inteligentes que yo.

César dijo...

Ana González Duque: Vaya, gracias por tu piropo. Pero, si te fijas, donde más puntuación me he puesto es en "inteligencia lingüística", así que de eso me disfrazo para parecer más listo. Tienes razón en lo de que el humor es una herramienta prodigiosa que te permite, riéndote de ti mismo, desarmar verbalmente a cualquier posible rival. Por cierto, cuando escribo esto es tu cumpleaños. ¡Felicidades!

Jane Jubilada: Es que la tontería puede ser encantadora. Por ejemplo, la imagen que ilustra esta entrada: Homer Simpson es, probablemente, el personaje más estúpido jamás creado. Pero también es una delicia.

Samael: Tienes mucha razón; todo el mundo está (equivocadamente) satisfecho con la inteligencia que tiene.

Juan H: Joder, me ha encantado esa imagen del cazador de zarigüellas :D Lo preocupante es que incluso me parece envidiable. Mañana mismo me compro un peto vaquero y una escopeta. Encontrar zarigüellas va a ser más complicado; pero siempre me queda ir al zoológico. Respecto a tu pregunta, estoy convencido de que sí: las nuevas tecnologías nos estupidizan. Y mucho.

Joaquín & Amparo Vázquez: Cuantificar la inteligencia (o la tontería) es complejo, incluso quizá imposible. Pero así, a grosso modo, podemos hacernos un idea. ¿Tontos, pero tontos-tontos de verdad? Creo que los hay. Os recomiendo que leáis el ensayo de Carlo M. Cipolla "Allegro ma non troppo". Contiene un divertidísimo estudio sobre la estupidez.

Elena Rius: Bueno, lo de la estupidez de Trump es capítulo aparte. Merecería una entrada completa. Siempre he pensado que puede ser más dañino un tonto que un malvado. Pero es que en el caso de Trump se junta todo. Es tonto, ignorante, malvado y tiene mucho poder. ¿Qué puede salir mal?

Ramon B dijo...

No juego. Que soy muy malo y pierdo siempre. Me ha encantado lo de los tipos de tontería. Te lo copio y difundo.
Un amigo decía con voz gamberra, cada vez que topaba con uno: "me joden los enteraos"

Juan Constantin dijo...

Saludos:

Menos mal que no somos tontos todo el tiempo... si no, la que habríamos liado.
No creo que las nuevas tecnologías nos hagan más estúpidos, más bien amplifican nuestro grado de estupidez o expanden el radio de efecto de ésta, pero con o sin smartphone... tenemos el mismo nivel.
Yo sí que he conocido a gente que se calificaba a sí mismos como tontos (además de la infanta enamorada), pero la mayoría de las veces era una excusa, barata y facilona, para ni siquiera intentar superar alguna dificultad u obstáculo, buscar la compasión y que se les allanase el camino. Ha habido alumnos que se quejaban de que los profesores nos les dijesen las preguntas antes del examen, e incluso renegaban de que no les aprobasen habiendo obtenido un 3,25 sobre 10... ¡Qué injusticia!

Juan Constantin

Anónimo dijo...

Pues mira, yo soy de los que contestan siempre que se consideran bastante tontos. Aparte de cagarla en ciertos momentos, creo que mis habilidades en sentido general son bastante normalitas tirando hacia abajo (inteligencia, memoria, escritura, corporal - si tu tienes dos pies izquierdos una amiga mía me decía que yo era un mano-pié-, musical - mi padre que era músico cuando me oía entonar me decía que tenía una oreja enfrente de otra, ja,ja,ja -...), pero en algunos casos como es la comprensión de las relaciones sociales, reconozco que soy 0 absoluto. No entiendo al personal (me refiero a las relaciones que se establecen en grupos, trabajos, etc...), lo que me ha deparado más de un dolor de cabeza y algún chasco. Como algo reseñable, quizá que soy tremendamente curioso. Me gusta conocer cualquier ámbito y si acaso que me suele importar un pimiento la opinión ajena (otro defecto quizá). Si me apetece escribir una novela la escribo, y si me dicen que no es buena, pues escribo otra porque es lo que me apetece y te puedo asegurar que la crítica la acepto sin ningún tipo de problema, y si me apetece pintar pues me pongo a ello, que me sale mal, pues a por otra acuarela, ya saldrá algo y si no, que me quiten lo bailao, Tb destacaría que suelo ser poco radical y bastante amable, y bien pensado. Un buen tipo en el buen sentido de la palabra.

Por cierto, cometes una paradoja en tu evaluación de ti mismo, la del ateniense: "un tonto dice que en inteligencia intrapersonal es tonto". Si es verdad la frase, ya no eres tonto y si no es así, eres tonto de inmediato. Y por cierto, creo que tienes una cualidad que no has nombrado, la de análisis. Siempre me has parecido muy buen analista. Cuando tocas un tema sueles diseccionarlo bastante bien y verlo desde muchos puntos de vista. Siempre he pensado que el ensayo como género se te daría tb bastante bien. A lo mejor es debido a tu oficio y tener que ver temas y personajes desde muchos puntos para descartar lo que no sirve. En mi opinión esa es la causa de que escribas buenas novelas (sabes ver lo malo, descartarlo y arreglarlo).

y volviendo al principio, como decía un amigo mío, y yo que pensaba que era tonto, y a veces veo cosas que me hacen pensar que soy dos veces tonto.

Mazarbul

Miguel Valle dijo...

Hola, César:

Me ha gustado mucho la entrada y lo que revela, ante todo, es que sois (¿somos?) escasos. Reflexionar sobre las limitaciones de uno mismo o sobre cómo somos, en sentido más amplio, es un ejercicio muy poco habitual y, en mi percepción, cada vez más escaso.

Veo innumerables personas que chocan una y otra vez contra lo que les rodea sin pararse ni una vez a analizar los motivos de su fracaso, insatisfacción o las consecuencias de sus actos. Cuando la realidad les da en las narices claman contra la injusticia de la vida, la maldad del ser humano, las diabólicas leyes de Murphy e incluso contra la ley de la gravedad (jodido Newton poniéndonos límites).

En realidad, gran parte de lo que les pasa lo podrían haber evitado aplicando el axioma que tan bien has ejercido: conócete a ti mismo (o al menos inténtalo).

Pero hay una cosa que he echado en falta. Muchas veces, este desconocimiento no proviene de una ignorancia que nos ciega. No. Veo a muchas personas capaces arrojarse a un acto descabellado o hundirse en una espiral cuasidepresiva simplemente porque se niegan a conocerse; porque abordar nuestra imagen en un espejo implica renunciar a nuestro ego. Supone dejar a un lado ese orgullo que todos tenemos, aunque no lo reconozcamos, y asumir nuestras limitaciones o la responsabilidad de lo que hacemos.

¡Ah! Para hacer eso se necesita más que inteligencia, se necesita honestidad e incluso valor. Mirarnos en el espejo, en uno de verdad, como el de Dorian Grey, no es tarea agradable. Nosotros podemos ser nuestro peor juez.

Saludos

Miguel



César dijo...

Ramón Barceló: Sí, los enteradillos tocan mucho las narices.

Juan Constantín: Mira, esa sería una forma original de medir la estupidez: no por la cantidad de tontería que albergamos, sino por el tiempo que dedicamos a ejercerla. Y sí, hay gente que admite ser tonta por conveniencia, para escaquearse o para eludir su responsabilidad. Paradójicamente, eso sería una muestra de inteligencia, ¿no?

Mazarbul: Sinceramente, creo que uno de los signos más claros de inteligencia es la curiosidad. Si eres curioso, no puedes ser tonto; a lo mejor sí en algún aspecto (como todo quisque), pero no en un sentido global. Gracias por considerarme un buen analista; supongo que eso entra en el apartado de "inteligencia lógica", donde me he puesto un presuntuoso 7. Si me das tiempo y un procesador de textos, puedo razonar sin que se me caiga demasiado la baba :)

Miguel Valle: Mirarse al espejo con auténtica honestidad puede ser muy duro. Las automentiras que nos contamos las necesitamos para ir tirando, para no desmoronarnos. Si te enfrentas a tu realidad desnuda, sin maquillajes ni tapujos... en fin, es doloroso. Yo lo hice una vez, hace muchos años; me sirvió para conocerme mejor y para tomar decisiones que resultaron adecuadas. Pero a cambio sufrí una severa crisis de autoestima. Me llevó mucho tiempo llegar a aceptarme como soy, y aún no sé si lo he conseguido del todo. A veces me pregunto si fue una buena idea.

Por otro lado, lo de la inteligencia/tontería es como los viajes en el tiempo; en cuanto te descuidas empiezan a brotar paradojas como setas.


Rickard dijo...

Yo tengo un indicador muy fiable para medir el nivel de inteligencia de una persona: el sentido del humor. Cuanto menos sentido del humor tiene una persona, más idiota se es. Y al revés, la capacidad de reírse de todo (empezando por uno mismo) y cuando digo Todo es Todo (y no hay aspecto de la vida del que no considero que no pueda hacerse un chiste desde Dios a la muerte, pasando por temas polémicos como el terrorismo, la discapacidad, etc.) es el máximo indicador de inteligencia. El único límite que yo le pongo al humor es que sea ingenioso aunque yo diría que eso ya entra por definición ¿no?

Desde ese punto de vista: todos los que se sintieron ofendidos por el chiste de Dani Mateo sobre la cruz del Valle de los Caídos, por el chiste de la tuitera sobre Carrero Blanco, por las portadas de El Jueves sobre los reyes o Mongolia sobre Ortega Cano, por el monólogo de David Broncano sobre la niña paraguaya, por una canción de rap, por una función de títeres, etc., etc. etc. son idiotas integrales. Y está claro que en España vamos sobrados. Cuanto más fácil es ofender a una persona, tanto más idiota se es, garantizado.

Por lo mismo tengo claro que una de las personas más inteligentes de este planeta, Stephen Hawking, lo era pero no por su "Teoría del todo", sino por su capacidad de reírse de si mismo y de su discapacidad (¿habéis visto las coñas que hacían sobre él en "The Big Bang Theory" a costa de su silla de ruedas y de su vocalizador? Pues al tío le encantaban, tanto que hasta llegó a participar en la serie. Si hubiera sido español, seguro que los hubiera demandado.

Y por eso mismo también tengo claro que una de las personas más inteligentes de España y a las que más admiro es Irene Villa, no sólo por ser una de las primeras personas en salir en defensa de la tuitera del chiste de Carrero sino por admitir sin tapujos que los chistes que se hicieron sobre ella (algunos de ellos incluso de mal gusto), no sólo no le ofenden sino que algunos hasta le hacen gracia y se ha reído con ellos.

Así que, si queréis demostrar que sois inteligentes, ¡reíros mucho! Yo he de reconocer que me he reído mucho leyendo tu entrada, César (y eso me salva algo)pero estoy seguro de que tú te has reído mucho más escribiéndola y el hecho de que sepas reírte así de ti mismo (y además lo expongas) demuestra no sólo que no eres tonto, sino que eres muy inteligente. No me cabe duda.

Rickard dijo...

Hablando de la relación entre "sentido del humor-inteligencia" acabo de recordar una escena de esa maravillosa película que es "En busca del fuego", aquella de los neandertales y los cromagnones ¿os acordáis?

Hay una estupenda escena en la que, después de haber rescatado a la chica cromagnon de unos caníbales, se encuentran descansando y, entonces, a uno de ellos le cae un pedrusco en la cocorota. En ese momento, la chica cromagnon arranca a reír mientras sus compañeros neandertales la miran extrañados, asustados incluso: ¿qué hace? ¡qué reacción tan extraña!

Dias después y gracias al contacto con su compañera, se repite la situación, aunque esta vez provocada: uno de los neandertales le tira una piedra en la cocorota a otro de sus compañeros mientras este se halla distraído. Y entonces todos arrancan a reír, incluido el que ha recibido el pedruscazo. Acaban de descubrir lo que es el humor, las bromas y la capacidad de reír. Ahora ya sí que son plenamente inteligentes, más inteligentes incluso que por tener la vital capacidad de guardar y conservar el fuego.

Qué forma tan sutil (e inteligente) de describir la evolución hacia la inteligencia del ser humano. A veces pareciera que hemos retrocedido...

Si os interesa podéis ver el video aquí: https://www.youtube.com/watch?v=-d0tvZAwDeo

César dijo...

Rickard: Ciertamente, el humor puede ser un signo de inteligencia. Digo "puede", porque no olvidemos que existen muchos tipos y muchos niveles de humor. Tenemos, por ejemplo, el humor de Woody Allen, tan intelectual. Pero al mismo tiempo tenemos el humor de los Morancos, tan pedestre. Puede que objetes que eso no es auténtico humor; pero para cientos de miles de personas lo es, y se parten de risa. Por tanto, el humor puede ser también un signo de estupidez. En realidad, lo que dices es que el humor inteligente es un signo de inteligencia; y lo es, por supuesto. Ahora bien, lo que sí considero un signo de inteligencia es "reírse de uno mismo"; porque para hacerlo hace falta comprender qué es el humor y cómo funciona, lo cual supone capacidad para reflexionar. Gracias, por cierto, por considerarme inteligente; no objetaré nada porque dicen que quien rechaza un halago es porque quiere oírlo dos veces. Respecto a "En busca del fuego", totalmente de acuerdo.

Anónimo dijo...

Tonto o inteligente se nace. pero el peor tonto es el que no consulta. En los comentarios encontré dos veces la palabra zariguella, pero, zarigüeya es el mamímfero marsupial. No sean tan tontos, y lo peor ignorantes. acaso... ¿no concen el diccionario?

Juan H. dijo...

Sí, Sí, claro,al mamifero marsupial de Virginia y resto del sur de Estados Unidos, son los que me estropean el huerto. Ya dije que era tonto... no conozco zarigüella sin dieresis, aquel dia no fui a la escuela me fui a vagabundear por el pantano tomando un julepe.
Juan H.

Luis Manteiga Pousa dijo...

Efectivamente. No se si los tontos son más felices pero, con algunas excepciones, si lo parecen. Es difícil encontrar a un tonto quejarse de serlo. Claro que, generalmente, un tonto no sabe que lo es. Al contrario, muchas veces se creen listos, más listos que los demás y, con bastante frecuencia, se vuelven osados, osados en su estupidez. En esos casos se cumple aquello de que la ignorancia es atrevida.

Luis Manteiga Pousa dijo...

También es verdad que hay una cierta tendencia a pensar que los tontos son los demás. Todos somos algo tontos y/o somos tontos en algo.

César dijo...

Luis Manteiga Pousa: En efecto, el tonto se cree listo. Eso es el efecto Dunning-Kruger.

Luis MP dijo...

Hay dichos graciosos sobre el tema. Obviamente, son dichos, no hay que tomarlos literalmente. Por ejemplo "Son más peligrosos los tontos que los malvados porque los malos descansan de vez en cuando pero los tontos no lo hacen nunca" o la de Groucho "Es mejor estar callado y parecer tonto que abrir la boca y disipar cualquier duda" o el siguiente "Uno de los mayores placeres es el de un inteligente que se hace pasar por tonto delante de un tonto que se hace pasar por inteligente". Y, para acabar, un fenómeno muy frecuente desde hace ya algún tiempo, el de aquellos que opinan de cualquier tema indistontamente, muchos tertulianos, por ejemplo. Un saludo.

César dijo...

Luis MP: Me encantan esas frases sobre los tontos. Y es cierto que la tontería tiene mil caras, entre ellas las de los que pontifican sin tener ni idea. Pero lo cierto es que los tontos suelen ser un peligro y un incordio. Saludos.