miércoles, diciembre 28
Topofobia
Como regalo de fin de año, e ilustrando mi inmediato viaje hacia el norte, te dejo una deliciosamente cáustica frase de Unamuno.
"Hay que viajar por topofobia, para huir de cada lugar, no buscando aquel al que se va, sino escapando de aquel de donde se parte"
Feliz año nuevo
martes, diciembre 27
Borges 2
Pero el poema de Borges que más me gusta es "Ajedrez". Ya sé que es muy conocido, pero no puedo resistirme a la tentación de reproducirlo.
I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujetan su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador y éste, la pieza.
¿ Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
lunes, diciembre 26
Borges 1
"Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca,
aquel en cuyo amor desfallecía Matilde Urbach."
El bosque
La editorial Gigamesh acaba de publicar (reeditar, para ser precisos) Bosque Mitago de Robert Holdstock, una extraordinaria novela fantástica. Holdstock es un autor tan fascinante como irregular; la materia mítica de sus relatos va más allá de los arquetipos celtas y germánicos, tan frecuentados por Tolkien e imitadores, y hunde sus raíces en los tiempos más remotos, en el neolítico. No es que escriba relatos prehistóricos, ni mucho menos; pero su tema básico es la pervivencia de los mitos arcaicos. De hecho, el centro de su obra es el mito y sus transformaciones. Esa materia prima resulta tan poderosa que muchas escenas de sus novelas nos impactan tanto que no podemos borrarlas de la memoria. El problema es que eso sólo sucede en escenas aisladas, pues sus novelas tienen demasiados altibajos y un desarrollo argumental muy deficiente. En realidad, son bastante mediocres.
No sucede así con Bosque Mitago, su indiscutible obra maestra. La novela, que transcurre en la actualidad, se centra en el bosque Rhyope, situado en las Islas Británicas, un lugar más grande por dentro que por fuera, en cuyo interior las leyendas y mitos europeos se encarnan en seres tangibles. Pero esos avatares no toman la forma de los mitos como los conocemos ahora, sino tal y como fueron en sus orígenes prehistóricos. En realidad, se convierten en entidades simbólicas que nos fascinan aunque no acabemos de comprender su significado... o precisamente por eso. La novela narra la historia de Steven Huxley y su viaje al interior del bosque Rhyope en busca de su padre. Lo que encuentra es un mundo extraño, primitivo y perturbador. El viaje de Huxley hacia el corazón del bosque es un periplo a lo más profundo de nuestro inconsciente colectivo.
Recuerdo que leer Bosque Mitago fue como entrar en un estado alterado de consciencia, una especie de viaje ácido, un mordisquito a una amanita muscaria. Las imágenes que evoca, los símbolos que maneja, los arquetipos primigenios que encontramos en cada página, todo ello convierte su lectura en una experiencia fascinante y exótica. Aunque, si no te interesa un poco la mitología europea, puede que te pierdas algo del sabor del libro.
domingo, diciembre 25
La batalla de los árboles
He sido una estrella brillante.
He sido una palabra en un libro.
He sido la luz en una linterna.
He sido un puente para pasar
tres veintenas de ríos.
He sido un caudillo en la batalla.
He sido el cordón del pañal de un niño.
He sido una espada en la mano.
He sido un escudo en la pelea.
He sido la cuerda de un arpa.
No hay nada en que yo no haya estado.
Câd Goddeu (La batalla de los árboles). Taliesin (s. VII dc)
Feliz Navidad
sábado, diciembre 24
El coleccionista de frases 4
"Para que el mal triunfe, basta con que las personas buenas no hagan nada".
Felices fiestas
viernes, diciembre 23
Un cuento triste de Navidad: El jardín Prohibido
No sé si estás de acuerdo con Monterroso cuando, en su Antología del Cuento Triste, dice: “Si es verdad que en un buen cuento se concentra toda la vida, y si la vida es triste, un buen cuento será siempre un cuento triste”. Yo comparto en gran medida esta idea. Me encantan las historias tristes, ésas que dejan un regusto entre dulce y amargo. Me gusta la melancolía. Pues bien, no sé si mi relato es un buen relato, pero estoy seguro de que es condenadamente triste. Empieza así:
“En ocasiones, la abuela se volvía transparente, igual que las figurillas de cristal que mamá guardaba en la vitrina del salón, y cuando esto sucedía Anita y yo podíamos ver a través de ella con nitidez, como si su orondo cuerpo de anciana no fuera más que la proyección de una linterna mágica. Con el tiempo, aquel prodigio se fue convirtiendo en un juego para nosotras y solíamos competir enumerando en voz baja los objetos que lográbamos adivinar a través de la traslúcida silueta de yaya Julia” (...)
Si te apetece seguir leyendo, ése relato es mi felicitación de Navidad para ti. Espero que te guste. Pincha aquí y lo encontrarás:
http://www.literareafantastica.com.ar/jardin.html
Un milagro navideño
jueves, diciembre 22
El coleccionista de frases 3
Si te paras a pensarlo, lo mismo puede decirse acerca de la diferencia entre malos y buenos escritores.
miércoles, diciembre 21
El solsticio
Recuérdalo: hoy a las 18:35 será el momento del solsticio. El sol entrará en capricornio y comenzará el invierno. Es la antigua festividad celta de Yule, la noche más larga del año, el Tiempo de los Sueños. Si pones guirnaldas de muérdago y acebo sobre las puertas, evitarás visitas indeseadas.
Feliz Yule.
Un diálogo de Trampa 22
-Nadie está intentando matarte -le dicen.
-Entonces, ¿por qué me disparan? -replica él.
-Disparan contra todo el mundo. Quieren matar a todo el mundo.
A lo que Yossarian responde:
-¿Y cuál es la diferencia?...
martes, diciembre 20
Canon Opus nº 1
Al final decidí que la única respuesta honesta consistía en citar, no los libros que considero mejores, sino aquellos que más me han emocionado e influido, los que más dentro me han llegado. Pues bien, ésta es la lista, aunque no son diez, sino trece. Y están ordenados por orden alfabético (del autor), no por preferencias.
1. “Tigre, Tigre”, de Alfred Bester.
2. “Ficciones” y “El Aleph”, de Jorge Luis Borges.
3. “Crónicas Marcianas”, de Ray Bradbury.
4. “Guillermo el travieso”, de Richmal Crompton.
5. “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.
6. “Trampa 22”, de Joseph Heller.
7. “La odisea”, de Homero.
8. “El Coyote”, de José Mallorquí.
9. “1984”, de George Orwell.
10. “El Buscón”, de Francisco de Quevedo.
11. “El guardián entre el centeno” y “Nueve cuentos”, de J. D. Salinger
12. “Los señores de la Instrumentalidad”, de Cordwainer Smith.
13. El conjunto de los relatos cortos de Mark Twain.
Y, nada más acabar, me pregunto: ¿qué pasa con Kafka? ¿Y por qué no he incluido “La tourné de Dios”, de Jardiel Poncela? ¿O “El señor de las moscas”, de William Golding?... En fin, supongo que si la escribiera otro día, la lista sería distinta. Son todos los que están, pero no están todos lo que son.
lunes, diciembre 19
Un argumento de José Mallorquí
El asunto gira en torno a Jorge Bustamante, un famoso autor de teatro que muere dejando una obra póstuma. Su viuda, una gran actriz, la estrena, obteniendo un éxito colosal. La crítica se muestra unánime: se trata de una obra maestra indiscutible; con gran diferencia, el mejor trabajo del autor y un broche de oro para su talentosa carrera.
Un día, semanas después del estreno, un joven periodista entrevista a la actriz. Le pregunta sobre todo acerca de su célebre y difunto marido, ya que es un gran admirador suyo, y ella, enternecida por la devoción que muestra el joven, le dice al finalizar la entrevista:
-¿Quiere conocer un secreto acerca de la última obra de mi esposo?
-Claro -responde el joven.
-Pero, si se lo cuento, no podrá publicarlo.
-Como usted desee, señora. Seré discreto.
La actriz reflexiona unos instantes y, finalmente, dice:
-Nos conocimos hace casi treinta años, cuando yo empezaba a cosechar mis primeros éxitos como actriz y Jorge sólo era un desconocido aspirante a escritor. Vino a verme a mi camerino; traía el libreto de una obra que acababa de escribir y quería que yo lo leyese para conocer mi opinión. Me cayó bien, así que accedí y me llevé a casa el libreto. Al principio comencé a leerlo con escepticismo, pues la mayor parte de las primeras obras son muy deficientes, pero el texto no tardó en atraparme. Mejor dicho, en apasionarme. Lo leí de un tirón y nada más acabar fui plenamente consciente de que era la mejor pieza teatral que había leído en mi vida, una obra maestra indiscutible. Entonces, me reuní con Jorge y le di un consejo: escribe otra obra y yo misma la estrenaré, pero este trabajo guárdalo y no lo hagas público hasta el final de tu carrera. Es demasiado bueno; si comienzas tan alto, pasarás el resto de la vida eclipsado por el éxito de esa primera obra magistral. -La actriz suspira y concluye-: Afortunadamente, Jorge me hizo caso.
El periodista, boquiabierto, musita:
-Entonces, la obra póstuma de Jorge Bustamante...
-No es el último trabajo de mi marido -asiente ella-. Fue el primero.
Bueno, más o menos era así, aunque mi padre lo habría narrado mejor. La verdad es que siempre me ha parecido un excelente argumento. Si mi padre llegó a escribirlo, debió de ser en formato guión para su programa de radio Confidencias, pero no lo sé a ciencia cierta.
La pregunta es: ¿fue El Coyote una losa para José Mallorquí? No lo sé, supongo que hasta cierto punto sí. Lo que pasa es que, al poco de concluir la serie que le hizo mundialmente famoso, mi padre abandonó el mundo de la literatura popular para convertirse en escritor radiofónico, una actividad que le granjeó nuevos y diferentes éxitos. De todas formas, pese a ello, pese a todo lo que hizo antes y después, hoy en día se le recuerda fundamentalmente por su alter ego enmascarado: don César de Echagüe, El Coyote.
Catch-22
No hace mucho que ha aparecido en las librerías una nueva edición (la tercera) de Trampa 22, de Joseph Heller, una de las mejores novelas norteamericanas del siglo XX. A primera vista, Trampa 22 podría definirse como una sátira antimilitarista ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, pero creo que en realidad es una sátira sobre la condición humana, un vitriólico análisis acerca del aspecto más oscuro de nuestra naturaleza, que no es la maldad -pues hasta el mal puede tener algo de grandeza-, sino la mezquindad. En cualquier caso, Trampa 22 es una desopilante novela de humor, plagada de diálogos brillantes, situaciones surrealistas y personajes psicóticos. Te la recomiendo; además de un clásico moderno, es una novela extraordinariamente divertida.
También se convirtió en una losa para su autor. Trampa 22 tuvo un inmenso éxito de crítica y lectores; tan grande, que las posteriores obras de Heller quedaron relegadas al olvido, oscurecidas por la sombra de su primera novela. El propio autor escribió acerca de esto en el que, según creo, fué su último libro publicado, Retrato del artista adolescente, viejo (1999), un texto donde se narra la frustración de un narrador al haber escrito una novela que ni él mismo puede, no ya superar, sino tan siquiera igualar.
¿A cuántos autores les ha sucedido lo mismo? Por ejemplo, García Márquez y Cien años de soledad. O William Gibson y Neuromante. O Conan Doyle y Sherlock Holmes. O Flaubert y Madame Bovary. A veces, alcanzar un gran éxito signfica condenarte a un posterior y dilatado fracaso.
viernes, diciembre 16
Betty Page
En España no es muy conocida, así que te sorprenderá saber que hay más fotografías de Betty Page que de Marilyn Monroe. Pero en el fondo es normal, porque Betty -en realidad Bettee Mae Page- no era actriz, sino pin-up, una modelo fotográfica. Betty nació en 1923, en Tennessee, estudió sociología y trabajó como profesora. Y no quiero ni imaginarme la sobrecarga hormonal que debió de provocar entre sus alumnos. Luego, intentó conseguir un contrato en Hollywood, pero tuvo que conformarse con posar para fotógrafos; era una chees cake, como las llamaban por aquel entonces. A principios de los 50, conoció a los hermanos Klaw, especialistas en fotografía erótica y fetichista, y comenzó a colaborar con ellos, convirtiéndose en la reina del bondage. En 1955, apareció en las páginas centrales de Playboy y, justo entonces, un tsunami de puritanismo -uno más de los muchos que han asolado USA, en este caso abanderado por el senador Kefauver- se llevó por delante su existosa carrera de star erótica. Y Betty desapareció de la faz de la tierra, se disolvió en la nada; pero, desde entonces, su leyenda no ha hecho más que crecer.
¿Qúé tenía Betty Page de especial? Era muy bonita, sí, y poseía un cuerpo precioso (la llamaban the body); pero muchas otras modelos fueron tan hermosas o más que ella y ninguna alcanzó su fama. Entonces, ¿cuál era el secreto? Yo creo que Betty poseía una perturbadora mezcla de ingenuidad y perversión, de inocencia y procacidad. Luego, claro, estaba su peinado, con ese imposible flequillo que sólo a ella podía sentarle bien y que ya es un icono más del siglo XX. Pero, sobre todo, el secreto de Betty era que irradiaba simpatía. Al verla, a uno le entran ganas... bueno, sí, de eso, pero también de invitarla a tomar un helado.
Otro ultracorto navideño: "La estrella"
jueves, diciembre 15
Kong
¿Qué tiene de fascinante esa película en blanco y negro llena de muñequitos animados por la magia stop-motion del maestro Willis O'Brien? Su poesía, por supuesto; a fin de cuentas, es una versión de La Bella y la Bestia, uno de los cuentos de hadas más hermosos. Y también su fuerza visual, y su mezcla de ternura y crueldad, y su simbolismo. Pero lo más fascinante del film es su irrealidad. King Kong es un sueño/pesadilla. La isla Skull no es una isla, sino el escenario de nuestro inconsciente, y Kong no es un gorila gigante, sino el ser primitivo, mitad patético, mitad terrible, que vive en lo más profundo de nuestro interior.
Hay una escena en la que Kong, después de escapar del circo donde le había confinado Carl Denham y sembrar el pánico por New York buscando a Fay Wray, trepa a un edificio y ve a través de una de las ventanas a una chica durmiendo en la cama. Mete la mano por la ventana, coge a la chica, la saca y, tras comprobar que no es Wray, se deshace de ella por el expeditivo procedimiento de arrojarla al vacío. ¿No es eso onirismo en estado puro?
El coleccionista de frases
"Un sabio es aquel que busca la verdad; un imbécil es aquel que la encuentra"
Opar
Alfredo Lara, con su aspecto de gnomo travieso, es un bibliófilo empedernido, un experto en novela histórica, literatura pulp (Opar es, precisamente, el reino perdido de Tarzán) y literatura fantástica. También es un gran conversador. Ayer, mientras nos tomábamos unas cocacolas, estuvimos charlando junto con otros clientes sobre el (cada vez más lamentable) boom de la novela esotérica, sobre el fantástico español y sobre mil cosas más. Fue agradable, como siempre lo es conversar con alguien culto, cordial e inteligente.
Pero Alfredo es algo más; algo, por cierto, muy literario. Es un cazador de libros. Si buscas algún título descatalogado y no lo encuentras ni recurriendo a Rappel, ponte en contacto con Alfredo Lara. Él lo encontrará por ti. La dirección de Opar es: c/ Duque de Sesto, 37. 28009 Madrid. Tel. 91 43198 87. Y su página web: www.bibliolimpo.com
Un consejo: descubre Opar.
miércoles, diciembre 14
Marciano, vete a casa
Fredric Brown, al contrario que Sheckley, no sólo fue un brillante escritor de relatos cortos, sino también un excelente novelista. Una de sus novelas más divertidas, Martians Go Home, está publicada y disponible en la editorial Bibliópolis. Es una sátira sobre el tema de las invasiones extraterrestres; sus marcianos no son los feroces exterminadores de Wells, sino unos perfectos tocapelotas. Te lo recomiendo. Si quieres buscarlo en la Red, la dirección de la editorial es ésta:
http://www.bibliopolis.org/editorial/bibliofan.htm
Por cierto, Brown dijo algo que suscribo plenamente: "Odio escribir, pero adoro haber escrito"
Hasta siempre, Robert Sheckley
El pasado nueve de diciembre, el mismo día que creé este blog, murió, a los 77 años de edad, un autor que aparece citado en la entrada anterior: Robert Sheckley. Si no conocías a a Brown, seguro que no conoces a Sheckley, pero quizá fue el mejor humorista en estado puro que ha dado la ciencia ficción. A lo mejor te suena una película llamada La víctima númaro 10, de Elio Petri, protagonizada por Marcello Matroianni y Ursula Andress; pues bien, estaba basada en una novela de Sheckley: La décima víctima. Aunque, la verdad, Sheckley nunca fue un buen novelista; pero sí un excepcional autor de relatos en los que combinaba con extraordinario talento la ciencia ficción, la sátira y el humor.
Una confesión: los dos relatos que más me han hecho reír en mi vida son Adiós a todos los gatos, de P. G. Wodehouse, y La máquina de psicoanalizar marciana, de Sheckley. De verdad, vale la pena leer sus cuentos; hoy por hoy, no es fácil encontrar alguna antología suya, pero si alguien está interesado, me ofrezco a ayudarle en la búsqueda.
En fin, el mundo es un poco más aburrido desde que Robert Sheckely no está en él.
Pesadilla en Brown
"Hay escritores cuyo talento reside en la prosa, la composición de personajes o la arquitectura narrativa. El talento de Fredric Brown (Cincinnati, 1906-1972), su descomunal talento, radicaba en el ingenio. No carecía de esas otras virtudes, ni mucho menos. Su prosa, de engañosa sencillez, posee tal grado de sobriedad y precisión que al leerlo sentimos que no sobran ni faltan palabras (algo, créanme, extremadamente difícil de lograr). En cuanto a los personajes, sus protagonistas jamás son los héroes de una pieza del pulp, sino seres humanos corrientes enfrentados a situaciones extraordinarias de las que no siempre logran salir airosos. Y respecto a la estructura narrativa, baste decir que sus relatos están construidos con precisión de relojero.
No obstante, lo que convierte a Brown en un escritor extraordinario es el ingenio. En sus cuentos siempre hay un final sorpresa, un giro inesperado, una última vuelta de tuerca que altera radicalmente el sentido del texto. Esos imprevisibles cambios de perspectiva generan tal placer intelectual que el lector llega a plantearse no ya que esas historias puedan ser reales, sino que deberían serlo, pues la vida ganaría mucho con ellas. De hecho, varios relatos de Brown han abandonado el reducto de lo literario para ingresar en la mitología moderna de las leyendas urbanas; por ejemplo, dos de sus «pesadillas», “Pesadilla en amarillo” y “Pesadilla en gris”, corren de boca en boca como si fueran historias verídicas.
Brown es, junto con Robert Sheckley, el máximo exponente del humorismo en la cf, aunque existen grandes diferencias entre ambos autores. Con frecuencia se los cataloga como escritores satíricos y, si bien esto es cierto en el caso de Sheckley, no lo es tanto en el de Brown. En realidad, las únicas obras enteramente satíricas de Brown son su primera novela de cf, Universo de locos (1949), y la tercera, Marciano, vete a casa (1955) (ambas, por cierto, parodias del propio género), pero el humor que preside el resto de su producción discurre por el camino de la ironía y la mordacidad.
El estilo de Brown es casi siempre realista (incluso hiperrealista, en la tradición del cuento fantástico posromántico), lo cual le permite proyectar una mirada corrosiva y crítica sobre la sociedad. En ese aspecto se detecta su doble condición de escritor de literatura fantástica y policíaca, pues con frecuencia el tono pesimista y desencantado de la gran novela negra americana impregna sus obras de cf. Brown tenía muy poca fe en la humanidad, como demuestran, por ejemplo, “Pi en el cielo” o “El centinela”.
Brown, resulta tópico afirmarlo, es el gran maestro del relato corto de cf; sin embargo, también escribió novelas. Veintitrés pertenecen al género policíaco y sólo cinco se enclavan en el campo de la cf, pero cuatro de ellas son excelentes. Aparte de las ya citadas, cabe destacar El ser mente (1961), un vigoroso cóctel de novela negra, cf y terror psicológico, y Por sendas estrelladas (1953), una visión desencantada y otoñal de la carrera espacial. Vagabundo del espacio (1957) es su obra menos lograda, pero este borrón no hace más que realzar la gran calidad del resto de sus trabajos.
Brown es, sin duda, uno de los grandes escritores de literatura fantástica de todos los tiempos; no obstante, es un autor olvidado (de hecho, su prestigio es mucho mayor en el campo de la novela negra que en el de la cf). Por desgracia, sus obras apenas han sido reeditadas, no sólo en España, sino también en Estados Unidos. Quizá este olvido obedezca a que se lo considera un advenedizo, un autor de novela negra que de vez en cuando se adentraba en el fantástico, aunque en mi opinión era exactamente lo contrario: un vocacional del fantástico que se ganaba mejor la vida con el policíaco. Creo que la razón reside en el carácter atípico de su obra: a Brown no le interesaban las sociedades futuras y le importaban un bledo la ciencia y la tecnología. En el fondo, era un moralista desengañado, un pesimista cuya visión escéptica de la vida lo llevaba a criticar, no sólo los aspectos más deshonrosos de la condición humana, sino también el carácter muchas veces infantiloide y masturbatorio de la cf, género al que podemos amar con locura, pero también odiar con idéntica intensidad.
No hace mucho, le oí comentar a José María Merino (quizá el mejor narrador español de literatura fantástica) que, mientras las antologías de Julio Cortázar podían adquirirse en cualquier librería, resultaba casi imposible encontrar los relatos de Brown, un autor, en su opinión, tan valioso como el argentino. Afortunadamente, las presentes recopilaciones de todos los relatos fantásticos de Fredric Brown reparan tal injusticia y, además, lo hacen acompañadas por un inesperado regalo. Como hemos visto, Brown era un reputado escritor policíaco, en cuyo haber figura la magistral La noche a través del espejo. Pues bien, el último relato del volumen anterior, “No mires atrás” (1947), es serie negra en estado puro. Quizá no sea el mejor policíaco de la historia (aunque está cerca de serlo), pero sin lugar a dudas sí es el más original y sorprendente.
Pergeñando una frase singularmente afortunada, Brown dijo en cierta ocasión que odiaba escribir, pero adoraba haber escrito. Estoy seguro de que, tras adentrarse en sus extraordinarios relatos, el lector también adorará que el genial autor de Cincinnati haya escrito; así que vuelvan la página, contengan el aliento y adéntrense en el mágico, cáustico e ingenioso universo Brown".
El maestro Fredric Brown
Hablando de relatos ultracortos: la editorial Gigamesh acaba de publicar dos volúmenes con todos los relatos fantásticos de Fredric Brown. Ven y enloquece, y otros relatos de marcianos y Luna de miel en el infierno, y otros relatos de marcianos. ¿No sabes quién es Fredric Brown? Sencillamente, un genio. En palabras de José María Merino: “Los relatos breves de Fredric Brown están a la altura de la ficción literaria más interesante del siglo xx por la mirada irónica, la calidad de las invenciones y su intensidad expresiva.”
La introducción del segundo volúmen es mía y en ella expreso mi opinión acerca del autor, así que la voy a incluir en la siguiente entrada de este blog. De todas formas, un consejo: corre a comprar esos dos libros, porque te proporcionarán algunos de los mejores ratos de tu vida como lector, salvo que pertenezcas a esa curiosa especie que sólo valora la literatura si es grave y aburrida.
martes, diciembre 13
Un ultracorto de Navidad: "La asombrosa historia del santo perplejo"
Aquella noche, San José descubrió que padecía amnesia: no recordaba nada de lo que había sucedido durante el último año. Pero eso no fue lo más desconcertante, ni mucho menos; al mirar en derredor, advirtió que su hijo Jesús, allí, acostado en la cuna, mostraba una corpulencia a todas luces desmesurada. Vale, puede que fuese un chico muy especial, se dijo; pero eso no justificaba que un bebé recién nacido igualara en tamaño al buey que pacía a su lado.
Perplejo, salió del pesebre para dar una vuelta y aclarar las ideas, mas por desgracia, el panorama con que se encontró no hizo más que añadir carbón a la caldera de su confusión. De entrada, había nevado, algo del todo absurdo en aquella latitudes; además, el río era ahora una cinta de metal blando, había un tipo con un ridículo gorro rojo aliviando el vientre junto a la orilla y, para colmo del surrealismo, se divisaban tres dinosaurios en las lejanas montañas.
Tras regresar al pesebre, San José le contó a María, su esposa, lo que estaba sucediendo y ella, al igual que él, fue incapaz de encontrar una explicación a tan extraños prodigios.
Y es que las figuritas del Belén, en su pequeñez, jamás podrán comprender los arcanos designios de los seres todopoderosos que crearon su mundo sobre el aparador del salón.
El momento del solsticio
Nada es exactamente lo que parece. La Navidad, por ejemplo. Menudo topicazo, ¿no? La estrella, el Belén, el turrón, los villancicos y las luces de El Corte Inglés. Pero la Navidad esconde secretos. Supuestamente, conmemora el nacimiento de Jesús, pero en ningún lugar de la Biblia se menciona la fecha de su nacimiento. Lo que sí se dice es que los pastores dormían al raso cuidando los rebaños, de modo que no pudo ser en invierno. ¿Por qué se escogió entonces el 25 de diciembre? Para superponer (y a la larga suplantar) la principal fiesta del cristianismo a la principal fiesta del paganismo, lo que los romanos llamaban Sol Invictus.
Se trata de un viejo culto solar. A partir del 21 de junio, los días se van acortando progresivamente, hasta llegar al 21 de diciembre, el solsticio de invierno, la noche más larga del año. Ese día, el Sol muere, pero lo hace para renacer acto seguido, pues desde el momento del solsticio la duración de los días comienza a aumentar. Los dioses solares -como Apolo, Osiris, Mitra, Dionisos, Wotan o Cristo- se caracterizan por morir y resucitar. Es una arquetipo antiquísimo que tiene que ver con los ciclos de la naturaleza. Por eso a Cristo se le representa con un halo (un sol) en la cabeza y por eso la misa del gallo se llama así, pues el gallo es un heraldo solar cuyo canto anuncia la aurora, el nacimiento del Sol.
Los cultos solares surgieron en el Neolítico, con la aparición de la agricultura, cuando la humanidad comenzó a depender de los ciclos estacionales para su supervivencia y los sacerdotes empezaron a mirar al cielo, escudriñando el orden que se oculta tras el caos de las estrellas. No es casualidad que Stonehenge o Newgrange estén orientados hacia los puntos donde el Sol nace y se pone el 21 de diciembre. De modo que, posiblemente, el solsticio de invierno sea -junto con el de verano- la fiesta más antigua aún vigente .
Si lo contemplas de ese modo, la Navidad adquiere una perspectiva diferente. Celebrarla de alguna manera, celebrar lo que ha celebrado la gente desde hace miles de años -el fin de un ciclo y el comienzo de otro-, significa enraizarte con el pasado, significa hacerte consciente, aunque sólo sea por un momento, de ese gran tapiz que es la humanidad a lo largo del tiempo, ese tapiz del que tú eres una hebra más.
Me gusta ese rito antiquísimo, me gusta sentir el vértigo del tiempo. El momento del solsticio se producirá a las 18:35 del próximo 21 de diciembre. Yo lo voy a celebrar saliendo de Madrid; iré a la sierra y veré atardecer. ¿Qué vas a hacer tú?