Hubo un tiempo, antes de que se estrenara 2001. Una odisea del espacio, en que los aficionados a la ciencia ficción teníamos muy claro cuál era la mejor película de aventuras espaciales: Planeta prohibido (Fred M. Wilcox, 1956). Hasta entonces, todas los films de cf que se producían (con la excepción de Ultimátum a la Tierra) eran serie B. Planeta prohibido, por el contrario, gozó de un presupuesto holgado, lo cual le permitía contar con un actor tan prestigioso como Walter Pidgeon y con los mejores efectos especiales vistos hasta el momento, obra de A. Arnold Gillespie y la factoría Disney.
De esa película todos los aficionados guardamos dos recuerdos imborrables: Robby, el robot más popular de la historia del cine hasta que llegaron C3PO y R2D2, y las minifaldas que lucía una preciosa y jovencísima Anne Francis (razón por la cual la película tardó once años en estrenarse en la deprimente España católico-franquista). Además de esto, los viejos aficionados a la cf sabíamos otra cosa, el nombre del actor que interpretaba al protagonista, un desconocido canadiense llamado Leslie Nielsen. Lo cual, por cierto, tiene mérito, porque durante los treinta años que siguieron al estreno de Planeta prohibido, Nielsen siguió siendo un perfecto desconocido (en ese periodo solo participó, como secundario, en seis películas, entre las que únicamente destaca La aventura del Poseidón, donde hacía de capitán del barco).
Entonces, de repente, cuando su carrera estaba tan hundida como el Poseidón, participó en Aterriza como puedas (1980) y, de la noche a la mañana, se transformó en el nuevo rey de la comedia. Puede que Aterriza como puedas no sea una gran película, pero sin duda se trata de una de los films más divertidos jamás rodados. En realidad no es más que de una sucesión muy rápida de gags, muchos de los cuales, justo es reconocerlo, son excelentes. Uno de los secretos de su gran comicidad residen en que la mayor parte de sus interpretes no son cómicos, sino actores “serios” que interpretan con gran seriedad sus delirantes papeles. Como dijo Howard Hawks, el secreto de la comedia es hacerla en serio, y esa es la principal característica de Nielsen como cómico: siempre actuaba con grave seriedad, intentando mantenerse digno en todo momento, pese a lo disparatada que fuese la situación. En el fondo, a partir de entonces Nielsen no hizo más que repetir una y otra vez el personaje del inexpresivo e inmutable doctor Rumack de Aterriza como puedas. Pero lo hacía tan bien, era tan divertido, que verle repetir una y otra vez los mismos papeles era como reencontrarse con un viejo amigo.
Aterriza como puedas era una parodia de las películas de catástrofes tan en boga a finales de los 70. A partir de su éxito, hubo una inmediata secuela (y luego otra muy posterior), y se inauguró de hecho el género del “cine parodiando al cine”, con una larga serie de títulos que se toman a cachondeo las películas de género, sea éste el policíaco, el espionaje, el terror, los superhéroes o cualquier otro. La serie The naked gun, los scary movies, Wrongfully Accused, Spy Hard, Superhero movie... la lista es enorme, pero hay una constante: en todos ellos trabajaba Nielsen.
Reconozcámoslo, la práctica totalidad de esas películas son muy malas. Igual que Aterriza como puedas, no son más que acumulaciones de gags, sólo que sensiblemente inferiores a los del film germinal. No obstante, entre tantos malos y repetitivos gags siempre hay alguno original e ingenioso que te hace reír, y mientras te ríes, ahí está Nielsen con su eterno pelo blanco y su cara de palo.
Me caía bien Leslie Nielsen. No sólo porque formara parte de mi particular mitología cienciaficcionera, ni porque me hiciera reír, sino porque, en su vida real, fue el protagonista de un cuento de hadas, un personaje y una historia que no hubieran desentonado en la filmografía de Frank Capra. Pensadlo: Nielsen abandonó su Canadá natal para intentar hacer carrera en Hollywood, soñaba con ser una estrella, pero su carrera fue una mierda. Tanto es así que su primera mujer, harta de pasar miserias, se divorció de él en los 70. Entonces, a los 54 años de edad, aceptado ya el fracaso, Nielsen participa en una comedia barata y, zas, la fama, la riqueza, el estrellato. ¿Es o no es un cuento de hadas?
Hace no mucho vi en la TV una larga entrevista a Leslie Nielsen. Era un tipo divertido, ingenioso, chispeante. Y extrañamente humilde. De hecho, parecía sorprendido por su tardío éxito, como si aun después de tantos años no acabara de creérselo, y también profundamente agradecido, a todos lo que le ayudaron, al público, al cine, a la suerte, a la vida. Parecía un buen tipo. Supongo que la fama le llegó con la suficiente madurez para no envanecerse.
Ayer, Leslie Nielsen falleció a consecuencia de una neumonía en un hospital de Florida. Tenía 84 años y seguía en activo. Su última película estrenada fue, como no podía ser de otra forma, una sátira, pero en este caso, y pasmosamente, española: Spanish Movie (2009). La película es muy mala y él tenía un papel muy breve, casi un cameo. No obstante, ver a Leslie Nielsen y a Chiquito de la Calzada juntos es tan absurdo, tan disparatado, tan surrealista, que en el fondo no deja de ser un digno broche a una carrera basada precisamente en eso, en el disparate.
No creo que haya otra vida después de la muerte, pero si creyese en ello de algo estaría muy seguro: de que el más allá es, desde ayer, un lugar más divertido.
Leslie William Nielsen: 11 de febrero 1926 – 28 de noviembre de 2010. Descanse en paz.