lunes, diciembre 19

Catch-22


No hace mucho que ha aparecido en las librerías una nueva edición (la tercera) de Trampa 22, de Joseph Heller, una de las mejores novelas norteamericanas del siglo XX. A primera vista, Trampa 22 podría definirse como una sátira antimilitarista ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, pero creo que en realidad es una sátira sobre la condición humana, un vitriólico análisis acerca del aspecto más oscuro de nuestra naturaleza, que no es la maldad -pues hasta el mal puede tener algo de grandeza-, sino la mezquindad. En cualquier caso, Trampa 22 es una desopilante novela de humor, plagada de diálogos brillantes, situaciones surrealistas y personajes psicóticos. Te la recomiendo; además de un clásico moderno, es una novela extraordinariamente divertida.
También se convirtió en una losa para su autor. Trampa 22 tuvo un inmenso éxito de crítica y lectores; tan grande, que las posteriores obras de Heller quedaron relegadas al olvido, oscurecidas por la sombra de su primera novela. El propio autor escribió acerca de esto en el que, según creo, fué su último libro publicado, Retrato del artista adolescente, viejo (1999), un texto donde se narra la frustración de un narrador al haber escrito una novela que ni él mismo puede, no ya superar, sino tan siquiera igualar.
¿A cuántos autores les ha sucedido lo mismo? Por ejemplo, García Márquez y Cien años de soledad. O William Gibson y Neuromante. O Conan Doyle y Sherlock Holmes. O Flaubert y Madame Bovary. A veces, alcanzar un gran éxito signfica condenarte a un posterior y dilatado fracaso.