viernes, octubre 24

Dentro de César Mallorquí

 

         


            El título de esta entrada no es una invitación a practicar conmigo el coito anal, sino la intención de contaros quién soy ahora, cómo me va, qué se cuece en mi marmita y todo eso. Para ello me voy entrevistar a mí mismo.

            Pregunta: ¿Qué tal estás, César? Porque creo que has sufrido hace poco un accidente.

            Respuesta: Pues sí, hará cosa de tres meses me rompí el brazo, pero solo parcialmente. En concreto, me fracturé el troquíter, una protuberancia en la parte superior del húmero que yo hasta ahora no sabía ni que existía. Pero existe y duele. Aún estoy yendo a rehabilitación.

            P.: ¿Una caída?

            R.: Sí, pero... peculiar. Verás, cuando yo era pequeño, y hasta los treinta y pocos años, experimentaba frecuentes episodios de sonambulismo. Luego, desaparecieron durante décadas. Hasta que, hará cosa de un año, volvió el sonambulismo. Y hace tres meses, desplazándome dormido por mi cuarto, me caí. De narices: me desperté estrellándome la napia contra el suelo. No veas tú qué cantidad de sangre. Pero lo peor fue que al caer me retorcí el brazo derecho de tal forma que una partecita de hueso, el troquíter, se rompió. Nada demasiado grave, pero molesto, porque dolía y me impedía realizar ciertos movimientos. Pero ahora ya estoy mucho mejor y me manejo con el brazo casi perfectamente.

            P.: Ahora tendrás más cuidado, ¿no?

            R.: Sí. Le he puesto a la cama un par de topes, uno a cada lado, para impedir que me caiga y, lo más importante, que me levante dormido.

            P.: Bueno, dejando aparte la salud, ¿qué tal te va?

            R.: Genial. Es decir, tengo 72 años, soy viejo, y detesto ser viejo. Eso me da por culo, me parece deprimente, no me gusta ni un pelo. Por fortuna, hay algo que lo compensa: Estoy en el que quizá sea el mejor momento de mi carrera como escritor. Mi nombre se valora, mis libros se venden bien, las editoriales me buscan, los lectores me quieren, la crítica es amable conmigo... En fin, lo dicho: Genial.

            P.: Hace poco publicaste una novela histórica, “”El secreto de Gabriela Salazar”. ¿Qué tal va?

            R.: No lo sé, hasta el trimestre que viene no tendré los datos de ventas. Ese libro me lo encargó la editorial, pero no lo escribí con la esperanza de vender muchos ejemplares.

            P.: Entonces, ¿por qué lo escribiste?

            R.: Para dedicárselo a Pepa, mi mujer. Por supuesto, puse lo mejor de mí en esa novela, procuré aportar todo lo que sé como narrador para conseguir que fuera un texto adictivo. Y creo que lo conseguí: Casi todas las reseñas que he encontrado son muy positivas (de cuatro y cinco estrellas) y coinciden en que la historia atrapa. Pero el éxito de un libro depende de factores que no puedes controlar, así que no hay que preocuparse por eso. Además, lo repito: el año que tardé en escribir esa novela estaba enteramente dedicado a mi mujer.

            P.: ¿Y qué tal tu serie infantil “Colegio de Poderes Secretos”?

            R.: Estupendamente; ha tenido muy buena acogida. Según me han informado, este año se está vendiendo un 20 % más que el anterior. Y me alegro mucho; era un reto para mí. Apenas había escrito antes literatura infantil, y mucho menos para niños tan pequeños (7/8 años). Ignoraba si sabría hacerlo.

            P.: ¿En qué estás trabajando ahora?

            R.: En una novela juvenil para Alfaguara. Se llama “Muerte en el internado” y es un thriller ambientado en las Highlands escocesas, en un solitario internado de élite para chicos conflictivos.

            P.: Ese título me recuerda a Agatha Christie...

            R.: Sí, es aposta. Pero no se trata del típico whodunit. Alguien será asesinado, en efecto; pero los lectores sabrán más o menos quiénes son los responsables desde el principio. La cuestión no será tanto quién lo mató, como por qué lo mataron y qué se oculta tras esa muerte.

            P.: ¿Y después? ¿Sabes lo que escribirás cuando acabes esa novela?

            R.: Supongo que sí. Tengo entre manos un proyecto muy personal, una obra de autoficción llamada, en principio, “En la lluvia. Historia de una familia”. Ahí contaré la historia de mi familia.

            P.: ¿Y tu familia da para una novela?

            R.: No mi familia actual, la que hemos formado Pepa y yo. Esa es aburridamente feliz. Me refiero a la familia donde nací. Era peculiar, extravagante y al final trágica. En realidad, el punto de partida es la serie de diez posts que publiqué en el blog sobre mi hermano Eduardo. Mi hijo Pablo la releyó hace poco y me sugirió ampliar ese texto, incluir a toda la familia y convertirlo en una obra de autoficción. Me pareció buena idea.

            P.: ¿Qué significa “En la lluvia”, por qué ese título?

            R.: Se refiere a dos cosas distintas. Pero solo lo aclararé cuando escriba el texto, si es que finalmente se llama así.

            P.: ¿Algún proyecto más en mente?

            R.: Joder, qué ganas de hacerme trabajar... El año que viene escribiré dos novelas más de la serie “Colegio de Poderes Secretos”. Y, bueno, quizá escriba la tercera parte de “Las lágrimas de Shiva”, pero no es seguro.

            P.: ¿Una tercera parte? ¿Crees que hace falta? ¿O es solo por la pasta?

            R.: Soy escritor profesional, así que la pasta forma parte de la ecuación, claro. Pero no es por eso. Verás, Reina Duarte, la directora editorial de Edebé, me contó que iba a hacer una edición especial de algunas de mis obras, empezando por “Las Lágrimas de Shiva” y “El Círculo Escarlata”. Para ello, me pidió que escribiera un capítulo precuela para la primera novela, y un capítulo secuela para la segunda. Pues bien, cuando escribí el capítulo-continuación de “El Círculo Escarlata” se me ocurrió una idea que me pareció muy divertida. Como sabes, Javier –el prota- es un médium a su pesar. En las dos primeras novelas aparecen dos fantasmas distintos, ese es el nexo de unión. El caso es que el capítulo secuela trascurre cuatro años después de lo que sucede en “El Círculo Escarlata”. Es decir, en 1977. Javier y Violeta han terminado sus estudios y deciden irse a vivir juntos. Y entonces, en ese preciso momento, aparece un nuevo fantasma. Pero un fantasma amnésico; no sabe quién es, carece de rostro y de recuerdos. Lo único que sabe es que lo asesinaron. Y recurre a Javier para que le ayude a descubrir su identidad, así como la identidad de quienes lo mataron. Eso, claro, con mucho humor.

            P.: Suena divertido. ¿Qué pasa después?

            R.: Ni idea. Cuando acabé ese capítulo secuela me di cuenta de que en realidad era el primer capítulo de una tercera parte. De momento no sé qué pasa después, ni de qué va la historia, ni quién es en realidad el fantasma. Pero en un futuro, quién sabe. Me hace gracia la idea de que sea una trilogía, pero que cada novela pertenezca a un género distinto: La primera es un relato de iniciación, la segunda una comedia romántica y la posible tercera un thriller.

            P.: Aparte del trabajo, ¿qué tal? Veo que has reactivado el blog.

            R.: Sí, a ver qué pasa. De momento lo mantendré en modo de bajo rendimiento. Una entrada al mes. El problema es el trabajo; antes escribía las novelas a mi pedo y luego se las “vendía” a la editorial que fuese. Pero últimamente he aceptado encargos, lo que significa que tengo fechas de entrega y a editoras esperándome impacientes. Es una jodienda eso de ser una fábrica con un único operario.

            P.: ¿Y qué me dices de la IA?

            R.: Es impresionante. A veces tengo la sensación de estar hablando con HAL 9000 (espero que con mejores consecuencias). Hasta hace un par de meses, no la utilizaba. Pero me puse a tontear con ChatGPT y aluciné en colorines con lo que era capaz de hacer. Desde entonces la uso bastante, pero solo para conseguir documentación. Es mi sueño cumplido: tener un ayudante que se ocupe de la pesada tarea de obtener datos. Ya, ya sé que a veces la IA se equivoca (cada vez menos), pero te ofrece la posibilidad de corroborar el origen y la solvencia de la información.

            P.: Así que tienes un nuevo amiguito, ¿eh?

            R.: Más que un amigo, un hermano. Adoro a ChatGPT, igual que adoro a cualquiera que me quite trabajo.

            P.: Pues eso es todo. ¿Quieres decirle algo a los merodeadores que aún te siguen?

            R.: Claro, me despediré de ellos con mi frase favorita, esa que suelo dedicar a la gente de las editoriales: I’m sorry, Dave, I’m afraid I can’t do that.