No soy un gran aficionado al fútbol que digamos; de hecho, soy muy poco futbolero, y lo poquito que soy se debe más a motivos sentimentales que a auténtica pasión por el juego. Entendedme, puedo disfrutar presenciando un buen partido, pero hay tan pocos buenos partidos, en general son todos tan aburridos... Por otro lado, y pese a mi escasa devoción por el balompié, no comparto la actitud de ciertos intelectualoides de salón que miran por encima del hombro a los aficionados, como si estos fueran seres inferiores por el mero hecho de disfrutar con un buen lanzamiento de falta o una roulette. Ojalá las cosas fueran tan sencillas y bastara con saber las preferencias deportivas de una persona para conocer su auténtica naturaleza, pero no es así. Conozco a gente brillantísima que es hincha entusiasta y a auténticas acémilas que echan pestes del balón. No, la afición a un deporte (sea el que sea) nada tiene que ver con las neuronas.
Volviendo a mi caso particular, digamos que sólo un diez por ciento de César es aficionado al fútbol (¡dios santo, estoy hablando de mí en tercera persona, como Maradona!). Ahora bien, el doscientos por cien de ese diez por ciento es total, absoluta y devotamente merengue. Soy del Real Madrid, como decía antes, por motivos sentimentales. Lo soy porque a mi padre le gustaba el fútbol y era fan hasta las cachas del equipo blanco, así que desde que yo era muy pequeño en mi casa se celebraban con entusiasmo las victorias del Madrid. Además, mi padre y mis hermanos eran socios del club, de modo que en verano íbamos a la piscina para socios que entonces (allá por primeros de los 60) estaba junto al estadio. Así que ya veis, soy del Real Madrid porque el hogar de un hombre es su infancia, por cariño a mi padre, por nostalgia y por todas esas babosadas. Pero, no lo olvidemos, soy un madridista que funciona sólo al diez por ciento de intensidad, de modo que cuando el Madrid gana me alegro moderadamente, y cuando pierde me entristezco comedidamente... no, es mentira, no me entristezco nada; tan sólo un pinchacito en el corazón y a continuación me olvido. Ventajas de la moderación.
Anteayer, el Real Madrid ganó la liga. Me alegro. Punto. No voy a dedicar este post a loar las virtudes del equipo blanco, porque no me apetece y porque menos le apetecerá a los merodeadores de Babel hinchas del Barcelona (¡Os jorobáis, pérfidos blaugranas!) (Vale, disfruto más con las derrotas del Barça que con las victorias del Madrid; esta irracional actitud tiene que ver con el síndrome del odio platónico que comentábamos en un post anterior). Además, no voy a loar las virtudes del Madrid porque apenas las tiene, y eso es lo interesante del asunto. El actual Real Madrid es un mal equipo. Cuenta con buenos jugadores, desde luego, pero como conjunto es un desastre. Tiene una defensa endeble (media liga pertenece a Casillas), un centro del campo estático y una delantera habitualmente desconectada del resto de los jugadores. Sin lugar a dudas, son mejores equipos el Barcelona o el Sevilla. Sin embargo, el Madrid ha ganado la liga. ¿Por qué? Pues porque el Madrid (este Madrid) posee una virtud que le ha permitido situarse por encima de los demás: la voluntad.
Un personaje de una de mis novelas decía: “La vida es como una pelea, y en una pelea no importa cuántas veces caes, sino cuántas te levantas”. Creo que es cierto; la tenacidad, el inquebrantable deseo de conseguir algo, es una de las fuerzas más poderosas que puede desarrollar el ser humano. No importa lo inteligente que seas, ni lo preparado que estés; si te enfrentas a alguien tenaz, perderás. Porque una persona tenaz es alguien que dedica el cien por cien de su tiempo, de sus pensamientos, de su voluntad, a un fin determinado. Sin embargo, tanto a ti como a mí nos gusta la literatura y el cine, vemos series de TV, jugamos al mus o sencillamente disfrutamos del placer de no hacer nada. Es decir, nos dispersamos. Y, entre tanto, el homo tenax, ajeno al desaliento, continúa infatigable su labor en pro de conseguir lo único que tiene en la cabeza. Es una fuerza ciega e imparable ante la que sólo cabe la rendición.
Bueno, pues más o menos eso ha ocurrido con el Real Madrid. En algún momento, los jugadores tomaron la obsesiva determinación de ganar la liga, de no desmoralizarse ante las adversidades, de mantener una fe inquebrantable en el triunfo. Esa panda de jovencitos millonarios y malcriados se convirtieron de repente en homos tenax, la más vigorosa especie de primates. Gran parte de los últimos partidos que ha jugado el Madrid, incluyendo el último, han sido agónicos, partidos que todos dábamos por perdidos, salvo los jugadores, partidos que se ganaron en el último minuto no por la calidad del juego, sino por la fuerza de la tenacidad. Y esto, claro, no sólo puede aplicarse al deporte, sino a todas las facetas de la vida.
¿Conocéis Election, la segunda película de Alexander Payne, el director de Entre copas? Si no la habéis visto, os recomiendo que lo hagáis, porque es una de las mejores y más ácidas comedias de los últimos años. La trama gira en torno a las elecciones para delegado estudiantil en un instituto norteamericano de secundaria. No, ni por un momento penséis que se trata de la típica comedieta estúpida de estudiantes descerebrados y perpetuamente salidos, ni mucho menos. En realidad, Election es una vitriólica crítica a la sociedad actual, así que habla de muchas cosas, desde la homosexualidad hasta los mecanismos del poder, pasando por la fragilidad de la pareja, las drogas o las relaciones familiares. Pero el eje del argumento es el soterrado enfrentamiento entre Jim McAllister, el profesor encargado de supervisar la votación, (interpretado por Matthew Broderick) y Tracy Flick, una alumna que se presenta a las elecciones (magníficamente encarnada por Reese Witherspoon, que era una excelente actriz hasta que se especializó en papeles de pija listilla).
Centrémonos en el personaje de Tracy Flick. Es la mejor alumna de la clase, participa en todas las actividades del instituto (clubs de debate, seminarios, etc.) y tiene muy claro su futuro: quiere dedicarse a la política. Para conseguir ese objetivo, ha planificado estrictamente su vida desde que era muy pequeña, y parte de esa planificación pasa por ser delegada estudiantil. Así que DEBE ganar las elecciones. Por tanto, Tracy dedica el cien por cien de su energía, el cien por cien de su voluntad, a su campaña y no duda en destruir cualquier obstáculo que se interponga en su camino, sea de la forma que sea. Porque para Tracy la vida se reduce a una meta y todo lo demás o sirve a sus fines o es accesorio. Huelga decir que Tracy es el perfecto retrato del homo tenax, todo tenacidad y ambición. En fin, el profesor McAllister comprende que esa chica es un monstruo (sin duda, el personaje de Tracy es uno de los más odiosos de la historia del cine) y decide interponerse en su camino. Craso error.
Afortunadamente, existen pocas Tracy Flicks, pues en caso contrario dominarían el mundo... Ahora que lo pienso, probablemente ya lo dominan... Los homo tenax son una raza aparte (probablemente superior), una estirpe de terminators sociales cuyo pensamiento unidireccional (“Tengo que matar a Sarah Connor”) los convierte en letales. Reconozco que me dan miedo y un poco de envidia los homo tenax; envidia porque no puedo hacer lo que ellos hacen y miedo porque ellos sí pueden hacérmelo a mí.
Y ya para terminar, permitidme volver al Real Madrid. Como saben hasta en la más minúscula isla de la Micronesia, David Beckham abandona el equipo blanco. Resulta sencillo alzar una ceja y contemplar con ironía a Beckham; es tan guapo, tan mediático, tan metrosexual, tan marca registrada... Lo que muchos olvidan es que también se trata de un excelente jugador, uno de los mejores pasadores que han militado en nuestra liga. Además, lejos de ser un niño bonito, es un jugador que se deja la piel en el campo. Por lo visto, no le renovaron el contrato, así que fichó por Los Ángeles Galaxy, un equipo norteamericano (por tanto, de cuarta fila). Capello, el entrenador, pilló un absurdo berrinche y lo apartó de la plantilla, asegurando que no volvería a vestir de blanco. Durante dos meses, Beckham estuvo sin jugar, pero no hizo ninguna declaración. Luego, Capello le necesitó y el inglés volvió a jugar... Vamos a ver, Beckham, que está podrido de millones, sabía que ya estaba fuera del Madrid y también sabía que, jugando en Norteamérica, su carrera deportiva de primera línea había concluido. Podía haberse puesto en plan prima donna y haber pasado del asunto, pero no lo hizo. Lejos de ello, Beckham se dejó la piel en el campo, partido tras partido, y acabó convirtiéndose en el hombre determinante en la victoria del Madrid. Luego, se despidió del club y la afición sin hacer ninguna declaración negativa.
De modo que David Beckham será lo que sea, pero lo que desde luego ha demostrado es que se trata de un gran profesional y también (curioso, proviniendo de alguien que confiesa no haber leído jamás un libro) de todo un caballero.
Volviendo a mi caso particular, digamos que sólo un diez por ciento de César es aficionado al fútbol (¡dios santo, estoy hablando de mí en tercera persona, como Maradona!). Ahora bien, el doscientos por cien de ese diez por ciento es total, absoluta y devotamente merengue. Soy del Real Madrid, como decía antes, por motivos sentimentales. Lo soy porque a mi padre le gustaba el fútbol y era fan hasta las cachas del equipo blanco, así que desde que yo era muy pequeño en mi casa se celebraban con entusiasmo las victorias del Madrid. Además, mi padre y mis hermanos eran socios del club, de modo que en verano íbamos a la piscina para socios que entonces (allá por primeros de los 60) estaba junto al estadio. Así que ya veis, soy del Real Madrid porque el hogar de un hombre es su infancia, por cariño a mi padre, por nostalgia y por todas esas babosadas. Pero, no lo olvidemos, soy un madridista que funciona sólo al diez por ciento de intensidad, de modo que cuando el Madrid gana me alegro moderadamente, y cuando pierde me entristezco comedidamente... no, es mentira, no me entristezco nada; tan sólo un pinchacito en el corazón y a continuación me olvido. Ventajas de la moderación.
Anteayer, el Real Madrid ganó la liga. Me alegro. Punto. No voy a dedicar este post a loar las virtudes del equipo blanco, porque no me apetece y porque menos le apetecerá a los merodeadores de Babel hinchas del Barcelona (¡Os jorobáis, pérfidos blaugranas!) (Vale, disfruto más con las derrotas del Barça que con las victorias del Madrid; esta irracional actitud tiene que ver con el síndrome del odio platónico que comentábamos en un post anterior). Además, no voy a loar las virtudes del Madrid porque apenas las tiene, y eso es lo interesante del asunto. El actual Real Madrid es un mal equipo. Cuenta con buenos jugadores, desde luego, pero como conjunto es un desastre. Tiene una defensa endeble (media liga pertenece a Casillas), un centro del campo estático y una delantera habitualmente desconectada del resto de los jugadores. Sin lugar a dudas, son mejores equipos el Barcelona o el Sevilla. Sin embargo, el Madrid ha ganado la liga. ¿Por qué? Pues porque el Madrid (este Madrid) posee una virtud que le ha permitido situarse por encima de los demás: la voluntad.
Un personaje de una de mis novelas decía: “La vida es como una pelea, y en una pelea no importa cuántas veces caes, sino cuántas te levantas”. Creo que es cierto; la tenacidad, el inquebrantable deseo de conseguir algo, es una de las fuerzas más poderosas que puede desarrollar el ser humano. No importa lo inteligente que seas, ni lo preparado que estés; si te enfrentas a alguien tenaz, perderás. Porque una persona tenaz es alguien que dedica el cien por cien de su tiempo, de sus pensamientos, de su voluntad, a un fin determinado. Sin embargo, tanto a ti como a mí nos gusta la literatura y el cine, vemos series de TV, jugamos al mus o sencillamente disfrutamos del placer de no hacer nada. Es decir, nos dispersamos. Y, entre tanto, el homo tenax, ajeno al desaliento, continúa infatigable su labor en pro de conseguir lo único que tiene en la cabeza. Es una fuerza ciega e imparable ante la que sólo cabe la rendición.
Bueno, pues más o menos eso ha ocurrido con el Real Madrid. En algún momento, los jugadores tomaron la obsesiva determinación de ganar la liga, de no desmoralizarse ante las adversidades, de mantener una fe inquebrantable en el triunfo. Esa panda de jovencitos millonarios y malcriados se convirtieron de repente en homos tenax, la más vigorosa especie de primates. Gran parte de los últimos partidos que ha jugado el Madrid, incluyendo el último, han sido agónicos, partidos que todos dábamos por perdidos, salvo los jugadores, partidos que se ganaron en el último minuto no por la calidad del juego, sino por la fuerza de la tenacidad. Y esto, claro, no sólo puede aplicarse al deporte, sino a todas las facetas de la vida.
¿Conocéis Election, la segunda película de Alexander Payne, el director de Entre copas? Si no la habéis visto, os recomiendo que lo hagáis, porque es una de las mejores y más ácidas comedias de los últimos años. La trama gira en torno a las elecciones para delegado estudiantil en un instituto norteamericano de secundaria. No, ni por un momento penséis que se trata de la típica comedieta estúpida de estudiantes descerebrados y perpetuamente salidos, ni mucho menos. En realidad, Election es una vitriólica crítica a la sociedad actual, así que habla de muchas cosas, desde la homosexualidad hasta los mecanismos del poder, pasando por la fragilidad de la pareja, las drogas o las relaciones familiares. Pero el eje del argumento es el soterrado enfrentamiento entre Jim McAllister, el profesor encargado de supervisar la votación, (interpretado por Matthew Broderick) y Tracy Flick, una alumna que se presenta a las elecciones (magníficamente encarnada por Reese Witherspoon, que era una excelente actriz hasta que se especializó en papeles de pija listilla).
Centrémonos en el personaje de Tracy Flick. Es la mejor alumna de la clase, participa en todas las actividades del instituto (clubs de debate, seminarios, etc.) y tiene muy claro su futuro: quiere dedicarse a la política. Para conseguir ese objetivo, ha planificado estrictamente su vida desde que era muy pequeña, y parte de esa planificación pasa por ser delegada estudiantil. Así que DEBE ganar las elecciones. Por tanto, Tracy dedica el cien por cien de su energía, el cien por cien de su voluntad, a su campaña y no duda en destruir cualquier obstáculo que se interponga en su camino, sea de la forma que sea. Porque para Tracy la vida se reduce a una meta y todo lo demás o sirve a sus fines o es accesorio. Huelga decir que Tracy es el perfecto retrato del homo tenax, todo tenacidad y ambición. En fin, el profesor McAllister comprende que esa chica es un monstruo (sin duda, el personaje de Tracy es uno de los más odiosos de la historia del cine) y decide interponerse en su camino. Craso error.
Afortunadamente, existen pocas Tracy Flicks, pues en caso contrario dominarían el mundo... Ahora que lo pienso, probablemente ya lo dominan... Los homo tenax son una raza aparte (probablemente superior), una estirpe de terminators sociales cuyo pensamiento unidireccional (“Tengo que matar a Sarah Connor”) los convierte en letales. Reconozco que me dan miedo y un poco de envidia los homo tenax; envidia porque no puedo hacer lo que ellos hacen y miedo porque ellos sí pueden hacérmelo a mí.
Y ya para terminar, permitidme volver al Real Madrid. Como saben hasta en la más minúscula isla de la Micronesia, David Beckham abandona el equipo blanco. Resulta sencillo alzar una ceja y contemplar con ironía a Beckham; es tan guapo, tan mediático, tan metrosexual, tan marca registrada... Lo que muchos olvidan es que también se trata de un excelente jugador, uno de los mejores pasadores que han militado en nuestra liga. Además, lejos de ser un niño bonito, es un jugador que se deja la piel en el campo. Por lo visto, no le renovaron el contrato, así que fichó por Los Ángeles Galaxy, un equipo norteamericano (por tanto, de cuarta fila). Capello, el entrenador, pilló un absurdo berrinche y lo apartó de la plantilla, asegurando que no volvería a vestir de blanco. Durante dos meses, Beckham estuvo sin jugar, pero no hizo ninguna declaración. Luego, Capello le necesitó y el inglés volvió a jugar... Vamos a ver, Beckham, que está podrido de millones, sabía que ya estaba fuera del Madrid y también sabía que, jugando en Norteamérica, su carrera deportiva de primera línea había concluido. Podía haberse puesto en plan prima donna y haber pasado del asunto, pero no lo hizo. Lejos de ello, Beckham se dejó la piel en el campo, partido tras partido, y acabó convirtiéndose en el hombre determinante en la victoria del Madrid. Luego, se despidió del club y la afición sin hacer ninguna declaración negativa.
De modo que David Beckham será lo que sea, pero lo que desde luego ha demostrado es que se trata de un gran profesional y también (curioso, proviniendo de alguien que confiesa no haber leído jamás un libro) de todo un caballero.
9 comentarios:
Definición de Friki, alguien que conoce algo que no es de amplio y general conocimiento. Ser capaz de conocer toda la discografía de "Alan Parsons" o toda la obra de "Stephen King" da para ser Friki.
Curiosamente, tenemos niños que con 7 años se conocen las alineaciones de varios equipos de fútbol y eso no es friky, básicamente por que hay muchos así.
Disculpa, es que mi parte de futbol se reduce a un '5 que es el reflejo innato de pegarle una patada a una pelota si la veo rodar.
Está claro que hay dos tipos de deportes, al menos en España: el fútbol y los demás. Las pasiones que levanta uno, el resto ni remotamente consigue llegar a que sean comparables. Por muy forofo que seas de Nadal no acudes a la Cibeles completamente borracho a poner una raqueta en su regazo cuando consigue el Roland Garros, pongo por caso. O cuando gana el Estudiantes (los autollamados hinchas dementes)por citar el baloncesto, como deporte con más seguidores después del fútbol. Está claro que el "furbo" tiene algo especial, y yo creo que cuanta más presencia del cerebro reptiliano andurree por nuestro comportamiento, más nos gusta, tanto si nos dedicamos a descargar pescado en el mercado de Sumqayit como si nuestra especialidad es escribir sonetos con estrambote. Por otro lado (perdón por extenderme, pero es que estoy aburrido), no me gustan los tenaces. Las broncas, las peleas y las guerras también son provocadas por personas empeñadas en algo hasta el punto de dejarse la piel en ello. Mira, si hay que rendirse, pues uno se rinde y ya está, que tampoco pasa nada, pues en esta vida puedes encontrar, no una única cosa por la que luchar, sino muchas, y seguramente si no puedes con una, re refocilarás con otra.
Soy del barsa xD
yo creo que también soy del madrid, pero la verdad es que solo le presto atención cuando me ofrece "algo", y eso no quiere decir que sea solo cuando gane, sino los partidos que son bonitos, pero si no, está totalmente abandonado. Viendo el último partido de la liga del Real Madrid, por encima de la satisfacción que se siente al ganar una copa, está el haber visto un buen partido, en el que esos capullos adinerados que no paran de recibir pasta haciendo publicidad han mostrado esa voluntad, y sientes que ha servido de algo darles tu confianza.
Pues leyendo la entrada me cuesta creer que te lo tomes de forma tan MODERADA. Me da q eres bastante futbolero.
Sheldon: básicamente creo que tienes razón. De hecho, he conocido a muchos frikis del fútbol. Por ejemplo, mi hijo mayor. Lo que pasa es que, como demostró Matheson en "Soy leyenda", lo diferente, lo extraño, se define por la mayoría.
Samael: el fútbol es el deporte más popular del mundo. Su éxito, supongo, se basa en su simplicidad. Para practicarlo, no necesitas más que un balón. O ni eso, pues en realidad basta con una lata de Coca Cola o un piedra. Sea como fuere, el fútbol es un deporte de masas. Y las masas engloban a todo tipo de elementos, desde gente normal y pacífica hasta una minoría de bárbaros que, por ruidosa y macarra, es la que más llama la atención y salta a los medios. De modo que el problema no es el fútbol como deporte, sino las masas que lo siguen. Créeme, Samael, cuando te aseguro que si el ténis o el baloncesto arrastrasen tanto público como el fútbol, la Cibeles apareceria frecuentemente con una raqueta en los brazos y una canasta en la cabeza.
Me parece injusto, por otro lado, que supedites la afición al fútbol a la prevalencia del cerebro reptiliano. Tanto tú como yo conocemos a mucha gente que le gusta el fútbol y es pacífica e inteligente, gente que ve un partido y se va a casa tranquilamente. Los reptilianos son aquellos descerebrados que, tras el pàrtido, se marcan una juerga de quemar papeleras y tirarles piedras a la policía.
En cuanto a tu comentario sobre los tenaces, estoy enteramente de acuerdo contigo. Las guerras son un perfecto ejemplo de hasta donde puede llegar el homo tenax. Por eso me dan tanto miedo.
Yepetta: Así que del barça, ¿eh?... Bueno, nadie es perfecto ;P
Akaki: tienes razón; el problema es que los partidos suelen ser tan aburridos...
Antonio: Supongo que lo dices por mis aparentemente expertos comentarios sobre el juego del Real Madrid. Pues no, amigo mío: soy exactamente lo futbolero que digo en el post, incluso algo menos. Lo que pasa es que también soy el padre de un veinteañero que, desde que tenía ocho años, es un friki del fútbol (tanto presenciado como practicado) y fan irredento del Real Madrid. Y no te puedes imaginar la fuente constante de información que supone tener a una persona así en casa. En serio, mi interés por el noble deporte del balompié es muy, pero que muy MODERADO.
¿para ser escritor no hay que ser un poco homo tenax?
José Miguel: pues sí señor, tienes toda la razón. Escribir novelas requiere tenacidad, porque las novelas tardan muuuuuucho en escribirse y surgen numerosos contratiempos por el camino. Es el único aspecto de mi vida en que soy un poco homo tenax, pero es una tenacidad autoimpuesta, falsa, basada más en el deber (y la cabezonería) que en la convicción.
Muy lúcido lo del Homo tenax. Yo también he visto como algunos, a base de no rendirse nunca y de seguir en sus trece hasta el final, han conseguido alcanzar metas que otros, en principio mejores, no han sido capaces de lograr.
Y, como dices, me parece que el Madrid no ha sido el equipo que mejor ha jugado, ni siquiera el que mejor ha tenido, ni siquiera a veces ha jugado como equipo...pero se ha levantado y ha seguido luchando hasta el final. Otros se han venido abajo mucho antes. Solo por eso se merecen el triunfo.
Publicar un comentario