¿Quién decide si una obra literaria es buena, mala o mediocre? ¿Los lectores? Evidentemente no, pues en tal caso Dan Brown sería más grande que Shakespeare. ¿La crítica? Los críticos no hablan con una única voz y sus opiniones se ven muchas veces mediatizadas por intereses espurios. ¿Los círculos literarios? Primero habría que determinar qué cojones son los “círculos literarios” y hasta dónde llega su capacidad de influencia. En realidad, supongo que la valoración de una obra depende de muchos factores, entre los que no hay que excluir las razones comerciales, la moda y la casualidad. Supongo que, a la hora de la verdad, el único juez literario definitivo es el tiempo. No obstante, ¿qué ocurre con los textos extraordinarios? Cuando surge una obra maestra, ¿resulta evidente que es una obra maestra? Es decir, ¿la calidad habla por sí misma?
El ojo crítico es un pequeño libro publicado por Ediciones B en 1990 (edición de Constantino Bertolo), que recoge algunas de las meteduras de pata críticas más sonadas de la historia. He aquí algunos ejemplos:
Henry James hablando sobre Walt Whitman: “La actitud de Mr. Whitman parece monstruosa. Lo es porque pretende persuadir al espíritu mientras ofende al intelecto; porque pretende gratificar los sentimientos mientras ultraja el buen gusto”.
Lord Byron hablando sobre Shakespeare: “El nombre de Shakespeare, pueden estar seguros, está colocado absurdamente alto y tendrá que bajar. No tenía imaginación para sus historias, ninguna en absoluto. Tomó todas sus trama de novelas antiguas y montó sus historias en forma teatral, con tan poco esfuerzo como el que Ud. Y yo necesitaríamos para volver a escribirlas en forma de historias en prosa”.
Valle Inclán refiriéndose a Pérez Galdós: “Don benito el garbancero”.
Carta de rechazo del San Francisco Examiner a Rudyard Kipling: “Lo siento, Mr. Kipling, pero sencillamente no sabe cómo utilizar el lenguaje”.
Emile Zola sobre Las flores del mal de Baudelaire: “Dentro de cien años, los libros de historia de literatura francesa sólo mencionarán esta obra como curiosidad”.
Carta de rechazo del editor Marc Humblot a Proust: “Mi querido amigo, quizá debo de estar muerto de cuello para arriba, pero por más que me devano los sesos no acierto a ver por qué alguien necesita treinta página para describir cuántas vueltas da en la cama antes de dormir”.
Crítica del Boston Evening Transcript a ¡Absalón, Absalón!, de Faulkner: “Desde la primera a la última página de esta novela nos damos cuenta de que el autor se está esforzando por conseguir originalidad. No dirá nada de una manera sencilla. Sus párrafos son tan largos y tan enmarañados que resulta difícil recordar quién está hablando o el tema con el que empezaba el párrafo”.
Pío Baroja hablando de Flaubert: “Flaubert es un animal de pata pesada. Se ve que es normando. Todas sus obras tienen peso específico; a mi me fastidia”.
Ortega y Gasset hablando sobre Paul Veléry: “Último mandarían de las letras francesas, auténtico intelectual, pero de corto resuello, nada popular, manierista, con un exiguo caudal de cosas que decir y, como toda mente pobre, obligado para ser a retorcerse”.
Un buen puñado de herejías, ¿verdad? Pues debo confesar que estoy de acuerdo con dos de ellas. ¿Seré tonto?... (es una pregunta retórica, no hace falta que respondas)
viernes, enero 13
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6 comentarios:
Je, je, a ver si adivino las dos perlas con las que estás de acuerdo: ¿quizá las referidas a Proust y Faulkner?
(El Llamero solitario)
Por simple curiosidad insana (pero natural)... ¿cuáles son esas dos?
Me divierte constatar que tus referencias, César son a menudo las mías. Ese libro es una joya. A menudo pienso en él -y le he citado más de una vez- cuando ejerzo -¡horror!- de crítico. Otra cita divertida, pero de otra fuente: ¿Qué escribió el primer editor que leyó "Crash", de Ballard, en su informe?: "Ningún tratamiento psiquiátrico podrá ayudar al autor de este libro".
Ah, y muchas gracias por la referencia bibliográfica -aunque algo difusa- de ayer. Yo he encontrado donde siempre una novela muy interesante sobre el tema. De Michel Tournier. Se llama "Gaspar, Melcior y Baltazar".
Me lees el pensamiento, llamero; das miedo...
Es lógico, Care, que teniendo similares aficiones tengamos también similares referentes. Ese libro es una joyita, sí. Por cierto, en lo referente a Ballard... puede que el editor tuviese razón. Te recomiendo que le eches un vistazo al blog de Julián Díez (Soria de las palabras). Hace poco, escribió una breve semblanza sobre Ballard, con motivo de una entrevista, y al parecer el tipo es más raro que un Jesús Quintero verde.
Y ¿ cuándo una editorial rechazó el manuscrito del señor de los anillos?.
De pifias editoriales debe haberlas a montones. Supongo que a Harry Potter lo habrán rechazado varias veces, y fijaos. Más de uno debe de estar tirándose de los pelos.
¿Rechazaron a Tolkien? Si mal no recuerdo El señor de los Anillos fue un encargo de su editor, una "simple" continuacion de El Hobbit que alargo de paginas.
¿Puede ser alguna de las versiones a otros idiomas? Los derechos de la traduccion al español anduvieron durmiendo en algún cajón cuando a Porrua vino a visitarle la Virgen y toda su corte celestial. Lo cuentan aquí http://www.anarda.net/tolkien/minotauro.html
Saludos,
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